viernes, 27 de mayo de 2011

ECONOMÍA INTERNACIONAL

miércoles 25 de mayo de 2011

Los antisistema

España: Los antisistema

por Carlos Alberto Montaner

Carlos Alberto Montaner es periodista cubano residenciado en Madrid.
Se hacen llamar, con cierto orgullo, los 'antisistema'. En España, miles de jóvenes han ocupado algunas plazas para protestar contra la falta de oportunidades. El desempleo general ronda el 20% de la fuerza laboral, pero entre los menores de 30 años ese porcentaje se eleva al 43%.
Los antisistema no solo protestan contra el desempleo. Protestan, además, contra los políticos que recortan el Estado de bienestar, y contra el sistema económico —el capitalismo, simbolizado por los bancos—, supuestamente culpable de todos sus quebrantos. Quisieran un Estado que les facilite vivienda digna, atención sanitaria y educación gratuitas; trabajo bien remunerado y jubilación decorosa.
¿Acaso no son esos los “derechos” sociales del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales firmados por 160 países en la Organización de Naciones Unidas?
Tales aspiraciones no son descabelladas —algunas sociedades las han satisfecho—, pero la única oportunidad para alcanzar el Estado de Bienestar es dentro del sistema, no fuera.
Es lo que hicieron las naciones del primer mundo, donde la mayoría vive como clase media.
Esas sociedades desarrollaron un denso tejido empresarial altamente competitivo, que, con los naturales altibajos, absorbe a los jóvenes con edad laboral.
En todas ellas, los ciudadanos entienden que el enemigo no es el sector empresarial, pues es el único donde se crea riqueza, y que los bancos son instituciones financieras muy importantes que intermedian entre los que tienen capital y quienes lo necesitan.
Los países en los que encontramos algo parecido al Estado de Bienestar, la mayoría sabe que para consumir previamente hay que producir, de manera que se esfuerzan en crear empresas y, mientras admiran a las personas emprendedoras de la sociedad, desprecian y persiguen a quienes se enriquecen o benefician por amiguismo y otras corruptelas.
Sin embargo, muy pocos de los antisistema parecen darse cuenta de las relaciones que existen entre el gasto público y la crisis.
Tampoco están dispuestos a admitir una de las más elementales verdades del análisis económico: un gobierno no puede gastar permanentemente más de lo que ingresa sin que, llegado cierto punto crítico, sobrevenga la catástrofe.
Y si ese gobierno, además, para enfrentar el gasto público absorbe vía impuestos una parte exagerada de los recursos generados por la sociedad, destruye la formación de capital, destroza el aparato productivo y empobrece a la totalidad de sus miembros, sobre todo, a los más débiles.
En España, como sucede en Grecia o en Portugal, hay una crisis económica aguda, aunque pasajera, pero el alivio y la superación, insisto, no están fuera del sistema, sino dentro.
Fuera solo quedan el error, la frustración y el abismo.
TOMADO DE: http://reflexioneslibertarias.blogspot.com/2011/05/los-antisistema.html

Ecuador: El dilema de la izquierda de Montecristi

por Gabriela Calderón de Burgos

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Guayaquil, Ecuador— Probablemente con las mejores intenciones y con mucha preparación, la izquierda de Montecristi nos dejó como legado la actual Constitución y la actual concentración de poder en Carondelet.
En Ecuador hay una izquierda moderna que cree en la apertura comercial, en la democracia representativa y en el Estado de Derecho. Por supuesto que también promueve un Estado Benefactor, pero considera que este no merece el sacrificio u olvido de los tres elementos antes mencionados.
También hay otra izquierda que continúa rechazando la globalización, apostando por la democracia plebiscitaria y promoviendo un “estado de derechos” —la diferencia no solo es una “s” de más sino aquella entre un Estado de Derecho y uno donde las leyes son un reflejo del poder más no un límite a este. Es lamentable que últimamente la segunda izquierda es la que ha dominado, hasta plasmando en la Constitución de Montecristi sus ideas.
Mientras que la izquierda moderna podría negociar con la derecha y los liberales (cuando exista un partido liberal), la izquierda de Montecristi no puede negociar con otra corriente de pensamiento: es demasiado determinista en sus objetivos como para poder hacerlo. Esto nos concierne a todos los que queremos que el país recupere su institucionalidad después de este experimento revolucionario.
Para construir una democracia liberal en Ecuador —aquella que se sostiene en la separación de poderes y en el Estado de Derecho o límites al poder de los que nos gobiernan— necesitamos que la izquierda de Montecristi acepte públicamente que cometió graves errores. Ellos son los mejor posicionados para enseñarle al país lo que decía Sartori: “Para que el pueblo 'tenga poder' (en serio) la condición irrenunciable es que el pueblo impida cualquier poder ilimitado”.
Ellos deben haber aprendido, en carne propia, que los poderes ilimitados no generan buenos resultados —incluso cuando personas con buenas intenciones los ostenten. Fueron ellos los que miraron pasivamente cómo se destituía a la oposición en el Congreso a principios de 2007 y luego cómo se descabezaba al Tribunal Constitucional. También fueron ellos los que pidieron “plenos poderes” para la Asamblea Constituyente de la que formarían parte. Además, ellos dieron su voto para que se disuelva el Congreso para “asumir los plenos poderes”. Estos atropellos a la institucionalidad del país, que es cierto que no se iniciaron con este gobierno sino que solo se acentuaron, indudablemente contaron con su apoyo.
El experimento derivó en un gobierno autoritario y ya se volvió demasiado vergonzoso formar parte de algo así. El dilema en el que se encuentran ahora se volvió evidente durante la campaña de la consulta. Hacer campaña en contra de la concentración de poder apenas 3 años después de haber hecho campaña a favor de esto resta credibilidad. Algunos hasta podrían pensar que cuestionan la acumulación de poder solo porque ellos ya no forman parte del gobierno.
Y el dilema es este: o reconocen que cometieron graves errores y renuncian a sus principios para unirse a la izquierda moderna o niegan su responsabilidad y continúan promoviendo aquello que nos llevó adonde estamos. Ecuador necesita de distintas fuerzas políticas dispuestas a negociar entre ellas teniendo en común precisamente aquello que la izquierda de Montecristi rechaza: un Estado de Derecho, una democracia con límites a los líderes electos y una apertura al mundo.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 25 de mayo de 2011
Tomado de: www.elcato.org


20 de abril de 2011

El modelo liberal del Perú

por Gabriela Calderón de Burgos

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
Buenos Aires, Argentina— Muchos dicen que el triunfo de Ollanta Humala y Keiko Fujimori es una prueba contundente de que el modelo liberal de desarrollo que se había venido aplicando en ese país o no ha funcionado o merece ser considerablemente reformado. Pero esa opinión ignora el impresionante progreso de la economía peruana durante los últimos 20 años.
Gracias al socialismo de Velasco Alvarado y al estatismo de Alan García 1, los peruanos perdieron tres décadas y recién en 1992 recuperaron el PIB per cápita que llegaron a tener en 1960. Para entender la gravedad del tiempo perdido, considere que en 1960 los surcoreanos eran más pobres que los peruanos y que para 2010 tuvieron un ingreso per cápita que aproximadamente triplica aquel de los peruanos.1
A pesar de la abismal diferencia con Corea del Sur, Perú ya retomó la senda del crecimiento y el desarrollo desde hace casi dos décadas. Esto es algo difícil de creer para aquel 34,8% de peruanos que continúan viviendo en la pobreza.2 Para ellos debe ser difícil entender que el desarrollo económico es algo complicado y mucho más lento de lo que quisieran. No obstante, la situación es mucho mejor ahora que en 2002, cuando 53,8% de los peruanos eran pobres.
Otro indicador de que la economía se ha desarrollado de manera saludable es el aumento de la productividad total de los factores, es decir, los peruanos logran producir más con cada unidad de insumos. Este indicador empezó a mejorar en Perú tan pronto se abrió la economía unilateralmente a principios de los noventas. El país arrancó 1990 con un arancel promedio nominal de más de 25% y para 2010 tenía uno de menos de 5%.
No es cierto que solo la costa se ha beneficiado del desarrollo generado con este modelo. Por ejemplo, el crecimiento acumulado entre 2001 y 2009 para Ayacucho en el interior del país, fue uno de los más altos (80%).
Dicen que en Perú el incremento de riqueza solo le ha llegado a la clase media y alta. Sin embargo, entre 2003 y 2009 el quintil que aumentó en menor porcentaje su ingreso fue el de los más ricos (solo 25%) mientras que el quintil de los más pobres aumentó su ingreso en un 45%.
Claro que no hay que conformarse. Perú sigue teniendo uno de los mercados laborales más rígidos del mundo y una brecha de inversión en infraestructura equivalente a 30% del PIB. Lo ideal sería hacer una segunda ronda de reformas para resolver estos problemas y otros.
Según José Luis Sardón, profesor de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, la corrupción e inseguridad persistentes explican, en alguna medida, que 31% del electorado le de el voto a Humala y otro 23% a Keiko. Sin embargo, la explicación principal radica en la fragmentación del sistema de partidos.3 Los mismos motivos contribuyeron a que los venezolanos elijan a Chávez en 1998 y que nosotros elijamos a Correa en 2006. En ambos países, en el mejor de los casos, la corrupción sigue igual y la seguridad se ha empeorado considerablemente. Pero lo peor de todo, es que hemos perdido libertad.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 20 de abril de 2011.
Referencias:
1. Todas las cifras provienen de esta fuente a menos que se indique de otra manera. “Perspectivas de la economía peruana”. Instituto Peruano de Economía. 17 de marzo de 2011. Disponible en: http://ipe.org.pe/wp-content/uploads/2011/04/presentacion-egresados-pad-u-de-piura-170311.pdf
2. INEI, Perú en cifras. Disponible en: http://www.inei.gob.pe/
3. Entrevista con Jose Luis Sardón realizada el 18 de abril de 2011 en la reunion Mont Pelerin Society en Buenos Aires, Argentina.



10 de mayo de 2011

La amenaza izquierdista a la prosperidad peruana

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Mary Anastasia O’Grady es editora de la columna de las Américas del Wall Street Journal.
Si el socialista y nacionalista Ollanta Humala derrota a la populista de centro-derecha Keiko Fujimori en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales peruanas el 5 de junio, el Partido de los Trabajadores de Brasil merecerá mucho del crédito. Las implicaciones para la región son alarmantes.
Humala no tiene de ninguna manera la victoria asegurada. En los días posteriores a su victoria en la primera vuelta con 30% de los votos, sus números mejoraron. Pero la semana pasada, una encuesta de Ipsos Apoyo mostró que el respaldo que recibe cayó de 42% a 39%. Mientras tanto, el apoyo de Fujimori pasó de 36% a 38%. Con 10% de indecisos, la carrera está hoy estadísticamente empatada.

Aun así, el fuerte respaldo que recibe Humala en un país cuyo perfil económico está mejorando como Perú, requiere una explicación. Puede ser encontrada en Brasil.
El PT —como se conoce al Partido de los Trabajadores en Brasil— ha dedicado más de dos décadas a cultivar, organizar y coordinar a diversos sectores de la extrema izquierda de América Latina. Es el fundador del Foro de São Paulo, un conglomerado de nacionalistas, socialistas y comunistas de la región que, habiendo visto caerse el Muro de Berlín, se ha agrupado para trabajar para el renacer de sus ideales totalitarios.
A lo largo de los años, los compañeros de ruta han incluido a Cuba, el grupo terrorista colombiano FARC y al venezolano Hugo Chávez. Ahora, miembros clave del partido están trabajando en Perú, tras bambalinas, para hacer que Humala sea el próximo presidente del país.
Perú es un asunto urgente en el radar de los revolucionarios porque la situación de los pobres allí ha mejorado mucho. A partir de la presidencia del padre de Keiko, Alberto Fujimori (1990-2000), sucesivos gobiernos han apoyado una economía más abierta y una moneda estable. Todos los sectores de la sociedad se han beneficiado. Jaime de Althaus, un periodista peruano y autor de La revolución capitalista en Perú (publicado en 2008), hizo notar el 15 de abril en una columna publicada en el diario peruano El Comercio que la pobreza ha sido recortada a la mitad en los últimos 20 años. También observó que en la última década el ingreso de los peruanos más pobres se ha incrementado casi el doble de rápido que el de los más ricos.
Sin embargo, la corrupción es una explicación para el descontento con el status quo. Pero Humala dista de parecer el antídoto. Como oficial del Ejército en 2000, encabezó un levantamiento militar contra Fujimori y sostuvo que lo había hecho porque el presidente era dictatorial y corrupto. Pero otros que estuvieron cerca de la situación dudan de esas elevadas razones. Un escéptico es Marco Miyashiro, que era un policía de alto rango en ese entonces. En abril, describió el intento de golpe de 2000 como nada más que un "show" planeado para crear una distracción para que el jefe del Servicio de Inteligencia Nacional, Vladimiro Montesinos, pudiera escaparse del país para evitar ser procesado por delitos.
En 2005, Humala era agregado militar peruano en Corea del Sur cuando su hermano Antauro intentó otro golpe, esta vez contra el presidente Alejandro Toledo. Desde Seúl, Ollanta llamó a una estación de radio en Lima para decir que respaldaba las acciones de su hermano. Cuatro policías murieron.
Este errático y violento pasado no es el único problema. La plataforma nacionalista de su partido, de 198 páginas (de diciembre de 2010), llama al liberalismo económico "predatorio" y propone nacionalizar "actividades" estratégicas. Dice que la "explotación (de recursos naturales), aprovechada generalmente por minorías económicas extranjeras, no puede continuar". También se compromete a revisar los tratados de libre comercio que "se opongan al ejercicio de nuestra voluntad soberana". Resumiendo, a Humala no le gustan las políticas que han sido tan buenas para Perú en los últimos años.
Esos puntos de vista, junto con los lazos de Humala con Hugo Chávez, significan que el candidato necesitaba un cambio de su imagen si tenía la esperanza de ser electo. Ahí aparece el PT. Actuando con su asesoría, Humala dice ahora que el ex presidente brasileño Lula da Silva, del PT, es su modelo.
El problema es, escribió el periodista peruano Enrique Chávez en la edición del 7 de abril del semanario Caretas, que Lula no fue el "designado" por el PT para asesorar a Humala. Ese trabajo, explicó Chávez, corresponde a Valter Pomar, un director del Foro de São Paulo y un hombre conocido como integrante del "ala izquierda dura" del PT.
El periodista también hizo notar que fue Pomar quien apareció al lado de Humala este año para mostrar el apoyo del PT a su candidatura. Lo que es más, "fue clave para instalar el 'comando brasileño' en la campaña de Gana Perú y ofrecer importantes recomendaciones para edulcorar la imagen del comandante". Humala ahora usa corbata, habla de "amor" por Perú y es fotografiado con un rosario en la mano.
Entonces, ¿qué tiene en mente Pomar para Perú? Chávez cita una entrevista de marzo de 2010 con el sitio web de izquierda Alerta Perú, en el cual el brasileño se lamentaba de que Venezuela no había tenido una revolución real. "Nuestros países siguen sufriendo la injerencia externa y la resistencia de las elites locales, que son muy poderosas", escribió. Y continuó: "En muchos países no conseguimos aún vencer: es el caso de Colombia, México y por supuesto Perú. Si en estos tres países, que son tan importantes, no hay gobiernos de izquierda, o progresistas o nacionalistas, no se hará un cambio completo".
Los peruanos han sido advertidos con anticipación.
Este artículo fue publicado originalmente en The Wall Street Journal (EE.UU.) el 9 de mayo de 2011.

Este artículo ha sido reproducido con el permiso del Wall Street Journal © 2011
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