jueves, 17 de noviembre de 2011

"El Baldor" de la Economía

Pablo Zambrano Pontón es entrevistado por Ramiro Diez, con motivo de la publicación de sus libros: Microeconomía, Macroeconomía y Economía Internacional.

domingo, 13 de noviembre de 2011

ECONOMÍA DE MERCADO, NEOLIBERALISMO Y SOCIALISMO

La Economía de mercado y el neoliberalismo no son iguales. El mercado es una realidad, negarlo sería una falacia, pues su existencia debemos agradecerle a la civilización. En efecto, aquellos pueblos no contactados de la selva no disponen de un mercado y son en esencia comunistas, porque allí sí: “todo es de todos y nada es de nadie”. El neoliberalismo, no existe, se trata de una argucia de marketing promocional creado por la extrema izquierda a escala global, porque los que así lo denominan deberían cambiarlo de nombre y llamarlo más bien: “conservadurismo ortodoxo”, o mejor aún: “capitalismo salvaje”.

El liberalismo es una exitosa doctrina filosófica, económica, social y política; nacida en los albores de la Revolución Francesa en 1789, cuando se proclamaron los tres postulados mayores de la humanidad: “libertad, igualdad y fraternidad”. Era originariamente de izquierda, de hecho, los representantes no conservadores ubicados literalmente en la izquierda de las cortes francesas, eran llamados “liberales”. Y en el liberalismo, había la tendencia de quienes la practicaban a buscar la justicia, la solidaridad, el bien común y también porque no la lícita ganancia económica basada en la actividad empresarial. En América Latina, muchos pensadores, académicos, políticos y militares eran liberales: Simón Bolívar, José Martí, Eugenio Espejo, Eloy Alfaro, Juan Montalvo, ente otros, pertenecían a sus filas. Bolívar por ejemplo, señaló: “Yo soy siempre fiel al sistema liberal y justo que proclamo mi patria”, dado que liberalismo, proviene de libertad; la misma que debe ser usada con responsabilidad, eso también es cierto.
El liberalismo hoy en día (y concretamente el mal llamado “neoliberalismo”), está bajo ataque frecuente de algunos grupos de extrema izquierda como el Foro de Sao Paulo o la Teología de la Liberación (un movimiento religioso que predica el evangelio, según “San Marx”).

El “neoliberalismo”, en realidad, no existe. Se trata de una etiqueta negativa muy hábil. Es, en el lenguaje común de los politiqueros de todo el mundo, un término de batalla creado por los fabricantes de miseria para descalificar a la economía de mercado. ¿Quiénes son los fabricantes de miseria? Son la izquierda y la derecha estatista, conservadora, ortodoxa y adversaria del mercado.

El neoliberalismo, ha sido acuñado para poder desacreditar cómodamente a la exitosa doctrina económica liberal fundada hace más de 200 años por Adam Smith, atribuyéndoles a sus seguidores: comportamientos corruptos, actitudes avariciosas, exclusión de las minorías y una total indiferencia ante la pobreza y la marginalidad social.

El origen de la palabra

En América Latina, la batalla contra ese nuevo liberalismo (“neoliberalismo”) comenzó exactamente a principios de la década de los 80. El término surgió en el momento en que estalló la crisis de la deuda externa, y cuando simultáneamente se sufría en distintos países varios procesos de hiperinflación (Nicaragua, Bolivia, Perú, Brasil y Argentina) causantes del decrecimiento económico de aquella época.

Había fallado por aquel entonces, la creencia de que correspondía al Estado dirigir la Economía (planificación central, proteccionismo y creciente intervencionismo).

No obstante, hubo también políticos racionales en América Latina, que rectificaron a tiempo y cambiaron de rumbo. Si el Estado había sido un pésimo gerente que perdía grandes sumas de dinero, lo sensato era privatizar, pero no por egoístas motivaciones ideológicas, sino por razones prácticas: el Estado-todopoderoso había fallado. Sin embargo, hay que reconocerlo, esos procesos de privatización no fueron del todo transparentes. En Argentina por ejemplo, fueron descubiertos muchos negociados realizados por Carlos Saúl Menem y de eso se aprovecharon los más radicales ideólogos de la extrema izquierda para establecer un falaz símil: neoliberal = corrupto. Cuando no necesariamente, esto era así, ya que en Rusia también se privatizaron empresas del Estado y el proceso allí, fue todo un éxito.

Eso era el tan denostado “neoliberalismo”. Era el ajuste inevitable como resultado de los excesos del Estado ampliamente interventor de la época. Una frecuente crítica, que se la escucha en muchos ámbitos académicos, es la que descalifica al mercado por sus innatas imperfecciones y porque supuestamente polariza la riqueza: el mercado, afirman los “fabricantes de miseria”, hace a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. Quienes esto advierten no comprenden el mercado. Hay épocas de abundancia y otras de escasez. Los ciclos económicos, son normales, pues reflejan la dinámica del mercado.

Efectivamente, el mercado no es perfecto. Gorbachov diría: “El mercado no es fruto del capitalismo, es hijo de la civilización” y admite tanto los éxitos como los fracasos. Obvio que hay perdedores y ganadores, a consecuencia de la imaginación y de la capacidad para innovar de los propios agentes económicos: más creativos, con mayores destrezas y mejor organizados, pero eso no anula al mercado. Porque a pesar de esto, sigue siendo el más eficaz modo de asignar recursos, establecer precios de intercambio y realizar transacciones. Es más: esa quiebra que algunos sufren en el mercado, o la fortuna que podría sonreírles, como señalara el economista Schumpeter, es un proceso de “destrucción creativa” que va perfeccionando los bienes y servicios que se le brindan al consumidor.

¿Es en el mercado donde la humanidad progresa?


Es en el mercado, donde se llevan a cabo las más extraordinarias revoluciones progresistas. Donde no hay competencia, es verdad que nadie quiebra, pero la sociedad se estanca. En Alemania Oriental ninguna empresa corría peligro y, en consecuencia, ningún trabajador temía por su empleo siempre y cuando obedeciera las instrucciones del jerarca socialista de turno, pero era en la Alemania Occidental donde el nivel de vida y el confort alcanzaban los más altos estándares.

¿El mercado polariza las riquezas?

¡Al contrario!, mientras más abierto y libre, mientras con mayor facilidad puedan participar los agentes económicos, más posibilidades tienen los más pobres de conseguir crear y acumular riqueza. En Chile por ejemplo en los 20 años los niveles de pobreza han descendido del 45% de la población al 15%. En Taiwán, sólo un 10% de la población está calificada como extremadamente pobre. Mientras que, un poco más de 60 años atrás (en 1948) el 90% era miserable.

¿Es la pobreza, lo que les preocupa a los críticos de la economía de mercado?

¡Para nada!, no es la pobreza de muchos lo que horroriza a los detractores de la economía de mercado, sino la riqueza que algunas personas más afortunadas consiguen acumular. Alguien decía: “Quejarse de que el libre mercado favorece a los más capaces, es como quejarse de que la libre expresión favorece a los más elocuentes”. Además, cuando Bill Gates o Carlos Slim se enriquecen, están al mismo tiempo en capacidad de generar empleo, pagar impuestos al fisco o realizar donaciones, como fruto de sus inversiones productivas. Algo que no tiene absolutamente nada de malo, salvo para los “generosos y solidarios” socialistas, que deberían más bien reconocerlo: sienten una profunda envidia del éxito ajeno.

¿Existen sistemas políticos que son “fabricantes de miseria”?

Sí, se denominan así aquellos que han seguido la romántica ideología marxista leninista del socialismo comunista, pues lo malo -para ellos- no es que el socialismo africano arruinara aún más a países como Tanzania, Mozambique, Angola o Etiopía. A los socialistas africanos no los juzgan por sus resultados, sino por sus “justas y nobles intenciones”. Recordemos también, que el socialismo islámico empobreció hasta la saciedad a los argelinos, a los egipcios o a los tunecinos. No se quejan nunca de esa implacable fábrica de mediocridad y estancamiento que fue el socialismo hindú durante el largo periodo de estatismo y burocracia que siguió a la creación de la India independiente.

En Cuba, lo que invariablemente resaltan del desastre económico, producido por el modelo soviético minuciosamente fotocopiado por Castro, es el embargo norteamericano; como si las restricciones al comercio entre estos países, y no el marxismo, fueran responsables de lo que allí sucede. Lo que a los críticos de la economía de mercado y defensores acérrimos del socialismo comunista les mortifica, es que en algunas sociedades ciertos segmentos de la población consigan atesorar riquezas. Donde el desempeño económico de todos es mediocre, no hay nada que objetar (Ejemplos: Cuba, Venezuela, Corea del Norte). Donde algunos consiguen enriquecerse en medio de sociedades en las que se puede con un poco de esfuerzo privado prosperar (Ejemplos: Brasil, Chile, Perú, Colombia, Uruguay, Hong Kong, Rusia, China, etc.), se producen los más virulentos ataques. La virtud, aparentemente, está en el igualitarismo. Los idealistas siguen pensando –y sobretodo soñando- que lo bueno y lo justo es que todas las personas posean los mismos bienes y disfruten de los mismos servicios, independientemente del talento que posean, de los esfuerzos que realicen o de la suerte que el azar les depare.

Conclusión

Los marxistas, que al principio se basaban en un análisis materialista de la sociedad (donde según Marx, Dios no existe), se han apropiado del lenguaje religioso, al punto que su ideología, más que ser política, es casi “espiritual”. Pretenden implantar un sistema altamente solidario, donde se castiga la competencia, el lucro, la iniciativa privada, etc., con el argumento “teológico”, de que hay que combatir “los demonios que el capitalismo sembró: avaricia, corrupción, egoísmo”, como alguna vez lo escuchamos de labios del inefable Hugo Chávez. Hoy por hoy, han asumido un discurso escatológico de virtudes y pecados, en el que se premian las virtudes del espíritu y se condenan las flaquezas de la carne. Tener es malo. Luchar por sobresalir es condenable. Lo bueno es la piedad, la conmiseración, el apacible amor por el prójimo. Y nada de eso puede encontrarse en la “selva” del mercado, donde el pez grande se come al chico en una encarnizada lucha por el lucro. Ellos, en cambio, los socialistas “neo” marxistas, representan a los pobres, son sus “legítimos” intermediarios y los únicos “capaces” de distinguir entre el bien (el socialismo) y el mal (el liberalismo o la economía de mercado).

Finalmente, como dice un conocido refrán: “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”, en caso de que exista el averno, por sus conocidas recetas tercermundistas, que han fabricado miseria, hace rato largo que se lo ganaron los solidarios, soñadores, idealistas y románticos camaradas marxistas.

ECUADOR 2011, CIFRAS Y PROYECTOS HIDROELÉCTRICOS

Como un aporte a la discusión sobre las políticas económicas seguidas por el Gobierno de Ecuador, veamos las más importantes cifras a las que tuve acceso en esta semana que termina (13 de noviembre 2011) y sobre los nuevos proyectos hidroeléctricos que tiene en carpeta el Estado.

“Por servicio de deuda externa, antes se llevaban la mayor parte del presupuesto y después de la renegociación histórica, ahora se paga una parte pequeñita... el coeficiente de deuda, a octubre del 2011, está en un 19%. Para comprender, en Estados Unidos, este coeficiente de deuda es del 96% . El cambio en este sentido en el país ha sido evidente, por ejemplo, en el 2003, el Ecuador tenía un coeficiente de deuda entre 51 y 52% y en 1999, era del 99%. “Actualmente, debemos una quinta parte de lo que producimos, es el nivel más bajo desde 1990. No se dejen engañar, las finanzas públicas gozan de buena salud y vamos por buen camino, sabemos lo que estamos haciendo y los frutos están ahí: carreteras, hospitales, escuelas, hidroeléctricas, más seguridad, más jueces”.” (Ec. Rafael Correa).

Tenemos un déficit global de alrededor de $ 4200 millones
, siendo déficit la diferencia entre ingresos y gastos públicos y según el Presidente, ese valor deficitario es para cubrir gasto de inversión (no permanente), en contraste con el gasto corriente que al ser de carácter permanente, se lo debe financiar con ingresos permanentes (como los tributos por ejemplo). En palabras simples, si caen los precios del petróleo por ejemplo, la variable de ajuste sería la inversión en refinerías o hidroeléctricas, porque al ser gasto no permanente, se lo debe financiar también con ingresos no permanentes.

El ministro de Finanzas, Patricio Rivera, aseguró que la gestión económica del Gobierno ha sido exitosa ya que el país ha crecido significativamente. “ En el 2006, el tamaño de la economía ecuatoriana era de $ 41 700 millones y, para el próximo año, será de $ 71 000 millones, estamos creciendo, creando fuentes de empleo, estamos cambiando este país”.

Como comentario personal, si el Presidente dice que tendremos un déficit de $ 4.200 millones y el Ministro de Finanzas señala que el PIB será de $ 71.000 millones, el porcentaje de déficit frente a la producción interna de bienes y servicios finales sería entonces del 5.9% del PIB, cuando la normativa internacional recomienda no registrar desequilibrios presupuestarios mayores al 4% del PIB. En Europa, por ejemplo, la normativa exigida a los países miembros de la CEE es del 3.5% del PIB. Grecia, no pudo cumplir y registró un alarmante déficit fiscal del 13% en relación al PIB.

En otro orden de cosas, pero relacionadas también con la economía ecuatoriana, el presidente ecuatoriano Rafael Correa dijo que con la Unión de Naciones Suramericas (Unasur) se construirá una red interconectada para la exportación de aproximadamente el 70% de energía.

El mandatario afirmó que el gobierno empezó este año la construcción de 8 proyectos hidroeléctricos, uno eólico y otro térmico, con una inversión de al menos USD 5 mil millones. ” …esto nos permitirá salir de la economía extractivista” aseveró el jefe de Estado.
“Convertiremos al Ecuador en una potencia exportadora de energía renovable, responsable con el medio ambiente” declaró Correa.

El mandatario detalló el potencial de los proyectos y su inversión: Coca Codo Sinclaire (1 500 MW, USD 2 mil millones, la más grande inversión de la historia); proyecto en construcción Sopladora (480 MW y más de 700 millones), también, Toachi-Pilatón (253 MW, más de 1 500 millones)Proyecto contratado Delsitanisagua (USD 200 millones); Mazar (21 MW, USD 49 millones); Proyecto precontatractual Quijos( más de USD 110 millones). Además, Manduriacu (62 MW, USD 135 millones); Minas de San Francisco ( 270 MW, USD 506 millones) y Proyecto Térmico Esmeraldas (96 MW, USD 102 millones).


FUENTES: EL CIUDADANO Y AGENCIA ANDES (medios públicos)

sábado, 12 de noviembre de 2011

Cifras

Pablo Lucio Paredes
pabloluc@uio.satnet.net

Los ecuatorianos somos “dueños” del Gobierno lo cual parece cada vez menos evidente. Al menos estemos claros en las cifras (aproximadas para 2011).

- El Gobierno (central, seccional, etcétera, sin IESS) gastará 28.000 millones de dólares anuales. ¡28.000 millones! Más de 900 dólares mensuales por familia. E incluso más si agregamos créditos estatales y otros.

- ¿Somos malos pagadores de impuestos? Increíble, aportamos 20% de la riqueza que se produce, más de 13.000 millones en diversos impuestos y tributos, y nos llaman malos pagadores. Y si agregamos el petróleo (más de 11.000 millones cuya propiedad es nuestra, en consecuencia también es un aporte ciudadano) y los más de 3.000 millones al IESS, llegamos a 27.000 millones: más de 1.800 dólares anuales por ecuatorianos, 750 dólares mensuales por familia. Y se nos dice que pagamos poco y hay que extraernos más.

- 7.000 millones van al pago de sueldos porque el costo mensual promedio de un empleado estatal es de 1.200 dólares (bastante más que los que pelean por salir adelante en la vida privada).

- 25% es inversión, el resto gasto corriente. Pero la pregunta realmente importante es: ¿recibimos servicios que equivalen en cantidad y calidad a esos enormes montos? ¿Los ciudadanos no daríamos mejor uso a una parte de ese dinero?

RESUMEN DEL UNIVERSO, OPINIÓN DE PABLO LUCIO PAREDES (12 DE NOVIEMBRE 2011)

domingo, 6 de noviembre de 2011

SUECIA: ¿SOCIALISMO? O ¿CAPITALISMO CON ROSTRO SOCIAL?

Opinión de un sueco: Johan Norberg


Desmitificando el modelo sueco

Suecia no se desarrolló con el socialismo y el Estado del Bienestar. Si hubiéramos redistribuido todas las propiedades e ingresos de Suecia, cada sueco viviría al mismo nivel que un Mozambiqueño.

Ideologías y pensadores luchan en busca de la mejor solución para nuestros problemas. El capitalismo es el reconocimiento de que esta respuesta ideal no existe. No podemos construir un sistema perfecto que se adapte a todo el mundo. Por eso el capitalismo afirma que todas las ideas, proyectos y sistemas pacíficos son bien recibidos. No conocemos la mejor solución, por tanto, la gente tiene que decidir por si misma que es lo mejor para cada uno, qué tipo de ideas y sueños quieren realizar y qué tipo de bienes y servicios deberían, o no deberían, consumir.

Eres libre de intentar cualquier cosa, mientras no uses la fuerza contra otras personas, o les obligues a pagar por tus proyectos. El capitalismo es el sistema económico que deja las decisiones económicas en manos de la gente, no del sistema.

¿Quieres un día sin compras? Claro, adelante. Puedes tenerlo todos los días de la semana. El capitalismo significa relaciones voluntarias. Un acuerdo solo se hace si las dos partes piensan beneficiarse por ello.

Algunos acusan al capitalismo de la pobreza en el mundo. Eso es porque no han estudiado, o al menos no han entendido, la historia. La pobreza no es algo nuevo. La pobreza ha sido siempre el destino de la humanidad. 200 años atrás cada país era subdesarrollado. Lo nuevo en el mundo, el hecho fantástico que requiere una explicación, es la riqueza. El hecho de que algunos países y regiones han conseguido salir de la pobreza por primera vez en la historia[1].

La razón es el capitalismo. Fue el capitalismo el que abrió las puertas a la creatividad humana, por ello pudimos producir bienes y servicios a una escala sin precedentes.


Hace 130 años mis antepasados suecos morían de hambre. Suecia[2], entonces, era más pobre de lo que lo es el Congo en la actualidad y la gente vivía de media 20 años menos que en los países desarrollados. Para sobrevivir, los suecos, tuvieron que hacer pan con liquen, cortezas y paja, y harinas moliendo raspas y huesos.

Suecia no se desarrolló con el Socialismo y el Estado del Bienestar. Si hubiéramos redistribuido todas las propiedades e ingresos de Suecia, cada sueco viviría al mismo nivel que un Mozambiqueño. En su lugar, Suecia se liberalizó a mediados del siglo XIX y una población libre, en mercados libres, con un comercio libre, pudo producir riqueza y convertirnos así en un país rico. Nuestra economía se volvió especializada y más eficiente de forma que pudimos alimentarnos a nosotros mismos y permitirnos otros bienes también (ropas, casas, periódicos, educación...). En 1950 después de que fuera construido el sistema del bienestar Sueco, la economía sueca se había cuadruplicado. La mortalidad infantil se había reducido en un 85% y la esperanza de vida se había incrementado en unos milagrosos 25 años.

Esto ha sucedido en cada lugar donde la gente ha conseguido la libertad de poseer, producir y comerciar (donde han llegado al capitalismo). Podemos ver esto claramente en regiones que han sido divididas no por las personas, la cultura o la tradición, si no por su economía política. La Alemania occidental se convirtió en uno de los lideres de la economía mundial, la comunista Alemania oriental se estancó. La capitalista Corea del Sur paso del subdesarrollo a un nivel de vida similar al europeo, la socialista Corea del Norte pasó de ir mal a ir aún peor. Los chinos de la capitalista Taiwan consiguieron el crecimiento más rápido del mundo, los chinos en la China roja han pasado hambre hasta que comenzaron su propia liberalización económica.

En los últimos 20 años, el crecimiento global de la economía ha sacado a 200 millones de personas de la pobreza absoluta. Es cierto que hay una horrible destrucción de la riqueza en el mundo. Pero esto es debido a la desigual distribución del capitalismo en él. Aquellos que tienen capitalismo crecen hacía la riqueza, los que no lo tienen continúan en la pobreza.

Hace 130 años en Suecia, lujo era tener suficiente comida para pasar el día, el poder dar una educación a tus hijos era cosa de ricos. El capitalismo hizo posible para la gente común conseguir esto. El lujo se convirtió en poder pagar un coche y un teléfono. Lujo es prácticamente todo aquello que casi podemos alcanzar. El cambio constante y dinámico propio del capitalismo hace cambiar constantemente el concepto de lujo.

El lujo es algo relativo. Es aquello que queremos, pero a lo que difícilmente tenemos acceso. Cuando era un pobre estudiante con mucho tiempo libre, lujo era poder pagarme el ir a comer fuera de casa y el tomar copas caras. Hoy, el lujo consiste en tener más tiempo libre para poder sentarme a leer un libro y tomarme una taza de té.

El increíble desarrollo producido bajo el capitalismo nos hace, constantemente, más ricos y pone los bienes que queremos al alcance de cada vez más gente. Y como cada vez somos más ricos y podemos permitirnos los antiguos lujos, nuevos bienes, que no habíamos ni imaginado, se convierten en el nuevo lujo que desear.

Hoy más del 72% de los clasificados como pobres en los EEUU tienen una lavadora y al menos un coche, el 60% tiene un microondas y el 93% una televisión en color. Tienen más cosas que el americano medio hace 30 años. Los pobres en occidente tienen un estándar de vida que los reyes no podían ni soñar hace 200 años.

Y es por esto por lo que alguna gente puede dar el primer paso hacía el lujo. Cuando los primeros millonarios se compraron un coche, los socialistas los ridiculizaban considerándolos un juguete para ricos. Pero la compra de coches por parte de los ricos proporciono los recursos para que los productores pudieran invertir estos recursos en métodos de producción más eficientes haciendo los coches accesibles a más gente. Lo mismo sucedió con los frigoríficos, teléfonos, radios, medicinas o la educación. Si aquellos que defendían la igualdad en la propiedad contra el lujo hubieran ganado, estas invenciones nunca se hubieran desarrollado, los descubrimientos que sirvieron para hacerlos de una forma más barata y masiva nunca se hubieran podido financiar sin las compras de los ricos. Igual que aquellos que se quejaban de que los ordenadores e Internet crearían una brecha digital. El progreso siempre tiene que empezar por algún sitio, por alguien, y esto es contrario a sus demandas de igualdad. Si hubieran estado presentes hace 50.000 años se hubieran quejado de la "brecha elemental" creada cuando alguien aprendió a dominar el fuego, o a la "brecha del transporte" creada con el invento de la rueda.

Los bienes y servicios no son triviales. Contribuyen a hacer nuestras vidas mejores, confortables y entretenidas. Aquellos que piensan que esto es superficial, se deberían preguntar a si mismos porque la gente se esfuerza por conseguirlos en todas partes. La clase de bienes que son percibidos como lujo en una sociedad dicen mucho acerca de ella. Una de las razones por la que los rusos odiaron el sistema comunista es porque convirtió el papel higiénico y los tampones en lujo. Una de las primeras cosas que hicieron muchos en Afganistan tras la caída de la dictadura talibán fue ponerse a escuchar música que había estado prohibida. Si ni una brutal dictadura puede llegar a controlar el interés de la gente por conseguir una buena vida, que podría?

Pero si siempre queremos más y mejores cosas, ¿no es acaso más una maldición que una bendición? Nos esforzamos para conseguir riqueza, pero cuando la conseguimos no estamos contentos, en su lugar, continuamos esforzándonos para conseguir incluso más. ¿Da el dinero la felicidad? Un cantante contesto una vez: "Quizás no, pero yo preferiría llorar en un Rolls-Royce que en un autobús".

Pero esta explicación está incompleta. No es el dinero en si mismo lo que nos hace felices. En su lugar es la certeza de que nuestras vidas pueden mejorar. Hay algo en la naturaleza humana que nos hace sentir satisfacción cuando logramos algo difícil de conseguir. El lujo es deseo y satisfacción. El capitalismo, mediante el desarrollo constante y la creación de riqueza, es el único sistema que nos proporciona nuevas ideas para nuevos lujos, con la esperanza de que nosotros podamos conseguirlos en el futuro también. No para unos pocos privilegiados, sino para todos nosotros.

En términos de riqueza, de los norteamericanos que están en la quinta parte inferior de la población, en solo seis años, dos tercios habrán ascendido a las tres quintas partes superiores. A su vez en esa parte inferior se va llenando con nuevos inmigrantes pobres y estudiantes a punto de beneficiarse de esta movilidad social. Es por esto que los cubanos nadan hacia EEUU y no al revés. La creencia en un futuro mejor es quizás la mayor recompensa para la humanidad, un autentico regalo psicológico. El Champagne y el caviar son un buen símbolo de esto. Para algunos intelectuales elitistas, esta es una caza materialista de placeres meramente superficiales. Pero esto es, simplemente, porque ellos prefieren otros placeres y lujos. Encontrar ese libro raro, esa gran lectura de la obra de determinado profesor. Todos tenemos nuestros gustos. Estos intelectuales se sorprenderían de la diversidad de placeres que existen en la sociedad. Deberían aprender a apreciar algo de pluralismo.

[1] Norberg desarrolla este tema más ampliamente en Los beneficios del capitalismo global.
[2] Más información en Cómo la globalización conquista la pobreza, también de Norberg.

Ensayo publicado originalmente en M Publication. Traducido por Nacho Colunga.

FUENTE: http://www.eldiarioexterior.com/desmitificando-el-modelo-sueco-2762.htm

VENEZUELA: MÁS MINISTERIOS Y EL CAMPEONATO MUNDIAL DE LA BUROCRACIA

Por: Andrés Oppenheimer

Tras el anuncio de que el presidente venezolano Hugo Chávez ha creado dos nuevos ministerios —el Ministerio de Transporte Terrestre y el Ministerio de Transporte Aéreo y Acuático— hay que preguntarse si no es hora de proponer una nueva teoría económica: que el desarrollo de los países es inversamente proporcional a su número de ministerios.

No estoy bromeando. La semana pasada, Chávez anunció que el anterior Ministerio de Transporte se dividirá en dos, creando los dos nuevos ministerios en su gabinete que -como muchos otros en Venezuela- estarán encabezados por militares. Con los dos nuevos ministerios, el gabinete venezolano tendrá ahora 31 ministros.

Muchos venezolanos se lo tomaron a risa. “Pronto veremos chocar barcos contra aviones”, bromeó uno de los lectores que comentaron sobre la noticia de la última adición al gabinete venezolano en el diario El Universal, de Caracas, aludiendo a los problemas que trae consigo la gigantesca burocracia del gobierno venezolano.

Desde que asumió la presidencia, Chávez ha creado docenas de nuevos ministerios, algunos de ellos con nombres tan largos que resulta difícil imaginar cómo entran en las tarjetas de presentación de los ministros, o en los membretes de sus cartas. Uno de los nuevos ministerios, creado a fines del año pasado, lleva el nombre de “Ministerio de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas de la Republica Bolivariana de Venezuela”.

Hay tantos ministerios, y Chávez los cambia tan a menudo, que en realidad nadie conoce su número exacto. En el momento en que escribo estas líneas, a principios de noviembre, el sitio web oficial del gobierno venezolano consigna 27 ministros, pero no ha sido actualizado para incluir otros cuatro anunciados por Chávez y publicados en la gaceta oficial, incluyendo los dos nuevos ministerios de Transporte.

Comparativamente, con algunas excepciones, la mayoría de los países con los estándares de vida más altos del mundo tienen menos de una docena de ministerios. Suiza tiene 7 ministros, Finlandia 12 y Estados Unidos 15, menos de la mitad que Venezuela.
Lo que es peor, Chávez ha cambiado a los ministros de su gabinete 176 veces desde que asumió su cargo en 1999, según informes de prensa venezolanos. En los últimos 11 años, Chávez hizo 12 designaciones de ministros de Producción y Comercio, un promedio de un ministro por año, y 9 designaciones de ministros de Economía.

Con tantos ministerios y sus respectivas burocracias, no es sorprendente que el informe “Haciendo Negocios 2012” publicado por el Banco Mundial la semana pasada situara a Venezuela entre los campeones mundiales de la burocracia.

Según el informe, para registrar una nueva empresa —ya sea una pequeña tienda de reparaciones o una gran corporación— hace falta 1 día de trámites en Nueva Zelanda, 2 días en Australia, 6 días en Estados Unidos, 9 días en México, 14 días en Colombia, 22 días en Chile, 26 días en Argentina, 27 días en Perú, 50 días en Bolivia, 120 días en Brasil y 141 días en Venezuela.

El motivo es que en Venezuela hacen falta 17 procedimientos legales para registrar una empresa, a diferencia de 1 procedimiento en Nueva Zelanda, 6 en México y Perú, y un promedio de 10 en casi todos los demás países latinoamericanos.

A nivel mundial, Venezuela sólo es superada por Congo, Guinea, Eritrea y un par de otros países africanos en cuanto a los obstáculos para hacer negocios, dice el estudio.

Los partidarios de Chávez y sus aliados de Bolivia y Ecuador califican estos estudios de triviales, y agregan que han reducido sus índices de pobreza. Los críticos replican que países bien administrados, como Chile o Perú, han logrado reducir la pobreza tanto o más, mientras que han sentado las bases para un crecimiento a largo plazo.

Mi opinión -Dice Oppenheimer-: Lo triste de Venezuela y otros gobiernos populistas es que han desaprovechado el boom económico más grande de la historia reciente de sus exportaciones de materias primas, malgastándolo en subsidios pasajeros que no crean bases para el crecimiento económico en el futuro. Producen pan para hoy, hambre para mañana.

Las enormes burocracias de estos países sólo generan más oportunidades de corrupción para los inspectores gubernamentales y sus supervisores, y más costos para el ciudadano medio.
En las democracias modernas, cuando los gobiernos tienen un problema, muchas veces crean una comisión para tratar de resolverlo. En los regímenes populistas, crean un nuevo ministerio.
Ambas soluciones por lo general no hacen mas que patear el problema para adelante. Pero la segunda -aumentar la burocracia- es mucho más costosa y conduce a mucho mayor corrupción.

Twitter: @oppenheimera

Más en: http://www.elnuevoherald.com/2011/11/06/1059847/andres-oppenheimer-los-campeones.html#ixzz1cwIfSE8g

viernes, 4 de noviembre de 2011

ECUADOR: ¿SOCIALISMO O ESTADO BENEFACTOR?....

Hay cosas que me parecen positivas de este Gobierno y otras no. Espero que la relación de cercanía y amistad entre el Presidente del Ecuador y el de Venezuela, sea únicamente por motivos económicos, o incluso sociales. No me gustaría para nada (y además no le convendría al país tampoco), el socialismo cubano que quiere implantar Chávez en su territorio. Habrá que recordarles a todos los simpatizantes del "modelo" cubano-venezolano en la región, que las balsas no van de Miami a La Habana, sino todo lo contrario. Espero que el economista Correa, como PHD que es, esté pensando en un "socialismo" como el finlandés, que más que "socialismo", es un sistema con Estado Benefactor, donde la propia sociedad a través de sus impuestos, financia el desarrollo nacional, pero para llegar a un régimen tipo Finlandia se debe: 1) declararle la guerra a muerte a la politiquería en los centros de educación especialmente infantil; 2) priorizar la investigación y el desarrollo técnico-científico; 3) reducir la evasión tributaria, lo que implica no más tarifas impositivas, sino las mismas, pero que todos paguemos; 4) declarar al inglés como segundo idioma a nivel nacional y que su enseñanza se convierta en obligatoria. Una medida que tomó Finlandia, fue no doblar al español las series infantiles, con lo cual los niños se vieron obligados a escuchar en inglés para poder aprender este idioma universal. Más pragmatismo y menos ideología, espero de este Gobierno, durante el 2012.