sábado, 31 de marzo de 2012

Emprendimiento y socialismo


Pablo Lucio Paredes

El socialismo aquí o allá, del siglo XXI o de tiempo prehistórico, es incapaz de aprehender lo que es el empresario y el emprendimiento, porque le aplica pensamientos errados. Partiendo de un error: creer que el empresario tiene como único objetivo el dinero y el lucro, cuando efectivamente algunos ven solo el metal como objetivo (está bien, es su derecho) y otros funcionan en base al altruismo (está bien también). Segundo error: creer que se les debe juzgar desde algún imaginario perfecto, y cualquier desviación es una demostración de falencias y la necesidad de ponerlos en orden, cuando los errores no solo son humanos, sino la esencia misma de la vida empresarial (los socialistas que nunca mueven un clavo obviamente no lo entienden). Los errores y falta de visión de unos, es lo que genera oportunidades para otros.

Todo sistema social requiere de incentivos y señales que establecen sus patrones de comportamiento y de relación (ejemplo, por educación usted amablemente sostendrá la puerta para ayudar al paso de una persona mayor, detrás de eso hay guías de comportamiento). En el caso del mercado es la rentabilidad, lucro e interés de servir, que tienden el puente entre los deseos y necesidades de los clientes (compran una cierta cantidad a un cierto precio) y los empresarios (intentan usar eficientemente los recursos). Eso genera el sistema que todos los días nos provee de bienes y servicios en las condiciones, tiempos y lugares más sorprendentes. Con todas sus fallas, primero debemos admirarlo antes de criticar. Pero los socialistas solo se centran en lo segundo, no logran captar lo primero: cuantos millones de decisiones se toman, coordinan, ajustan entre millones de personas que hacen cosas tan variadas desde crear grandes empresas hasta el último proveedor que aporta un pequeño insumo esencial para el conjunto. El socialista denigra el lucro (caso del Gobierno ecuatoriano con los medios de comunicación), porque intenta esconder que los Gobiernos también tienen incentivos y señales: casi siempre el poder, los votos, intereses de sus miembros, algunas veces la buena voluntad y altruismo.

El otro aspecto es la creatividad, que surge porque vivimos en un mundo incierto e imprevisible, donde se explotan (en áreas conocidas) y se crean (en áreas no existentes) oportunidades. El socialismo no ha inventado nada de lo que nos ayuda en la vida diaria: ni autos ni computadoras, ni mejores viviendas. Nada. No nos engañemos, cuando por ejemplo se nos dice que el transporte aéreo mundial tiene una enorme presencia estatal que lo mueve, solo hagamos dos columnas, una con los aportes de la libertad (los pioneros de la aviación, inventores de tecnología, compañías que siguen globalizando al mundo), frente a otra con los del socialismo (subsidios, compañías estatales). En esto, como en todo, la primera columna pesa abrumadoramente.

Por esto, las libertades han generado la riqueza que nunca el socialismo ha logrado ni logrará (no tomemos ejemplos como Suecia para mostrar lo contrario: es una sociedad libre la que generó la riqueza que luego han decidido repartir más equitativamente, es un derecho que se ganaron).

Imagen y artículo tomado de Diario El Universo, 31 de marzo 2012

sábado, 24 de marzo de 2012

Lo público y lo privado


Por: Pablo Lucio Paredes

La revolución ciudadana se basa en inyectar todos los recursos financieros disponibles (petróleo, reservas, préstamos) para generar más actividad económica y que el Estado cumpla su rol de motor esencial. Y dice el Gobierno: qué importa que el Estado sea el gran motor, si los beneficiados son agentes privados. Y es cierto. Si el Gobierno invierte en carreteras lo hace a través de empresas privadas, si paga sueldos son estos individuos los que mueven la economía con sus gastos. Cuando el Gobierno empuja la economía, empuja a agentes privados.

Sin embargo, no deben darse confusiones, una cosa es una economía donde el Estado empuja a los privados; otra cosa, una economía donde los privados por sus propias decisiones generan actividad económica (vía inversión, generación de empleo, etcétera) y el Estado es un soporte que da un marco adecuado (legalidad, seguridad, infraestructura, oportunidades). La diferencia no radica en las cifras económicas (pueden ser incluso similares en ambos casos) sino en el proceso y calidad de las decisiones, evaluadas desde la satisfacción de necesidades reales de la sociedad o generación de procesos creadores de riqueza/bienestar. La esencia de la decisión estatal es doble: por un lado la disponibilidad de recursos, si los hay deben ser utilizados satisfaciendo o no necesidades reales; por otro lado es un proceso centralizado alrededor de un pequeño grupo que establece necesidades y prioridades en base a sus creencias e intereses (unas veces pueden coincidir con necesidades reales de los usuarios y de los que aportan impuestos, otras no … pero usuarios que no pueden abandonar el proceso porque pagan impuestos obligatoriamente y reciben servicios pasivamente). En el sector privado (con todas las imperfecciones que tiene) las decisiones son descentralizadas (millones de decidores), se basan en satisfacer necesidades (conocidas o desconocidas) de los clientes y manejar eficientemente recursos escasos, en base a la rentabilidad, un indicador esencial del buen uso de los recursos frente al grado de satisfacción de los clientes que compran ciertas cantidades a ciertos precios… y pueden abandonar al empresario, dejando de comprarle. Por eso la economía empujada por decisiones privadas genera más bienestar/riqueza que la actividad estatal (insistimos, útil como generadora de entorno).

No es una diferencia de si uno u otro atiende el bien colectivo, porque contrariamente a lo que se quiere hacer creer, el privado también atiende necesidades colectivas: el panadero no vende el pan que a él le gusta, sino el que satisface gustos de sus clientes. Es una diferencia que se palpa todos los días. El Estado tiene miles de empleados que en parte, más allá de su buena voluntad y dedicación, no generan riqueza porque realizan procesos de control o tramitología que frena en lugar de apoyar la satisfacción de necesidades. El Estado realiza mil actividades innecesarias (desde aeropuertos que no son sino elefantes blancos, hasta reparaciones de bordes de calles o cambios de aceras que no se harían si alguien sintiera que pone dinero de su bolsillo) … un Estado enorme es un freno a la generación de bienestar.

Tomado de Diario El Universo: 24 de marzo 2011

Comentario




Por: Pablo Zambrano Pontón

De acuerdo en gran parte con Pablo Lucio Paredes, el Estado, está para apoyar la iniciativa privada. Es el sector empresarial el que debe generar riqueza y le corresponde al Estado producir Bienestar, mediante una adecuada política redistributiva con subsidios e impuestos directos, que beneficien a los estratos más pobres de la población. Coincido también, un Estado obeso, es un freno para el desarrollo, pero considero, que un Estado famélico, también lo es.

Se requiere un equilibrio, un adecuado tamaño del Estado. En los actuales momentos hemos pasado del 24% al 40%, como participación del PIB, con recursos estatales orientados a la inversión pública (del 20 hemos pasado al 30% del total de inversión), sin embargo, hay que ponerle un freno a este crecimiento excesivo del tamaño del Estado, para no ser una economía estatista y sí, una de signo progresista (esto último en el buen sentido de la palabra, porque los ideólogos de la extrema izquierda comunista se autodenominan progresistas y más bien han retrocedido a sus pueblos, fabricando miseria por doquier. Ejemplo: Cuba, Vietnam, Corea del Norte, etc.)

Escuché (en una entrevista con Andrés Carrión) a la ministra Jeaneth Sánchez, decir que en un segundo momento será el sector privado, el encargado de generar riqueza; que en este instante, el Estado está construyendo la infraestructura necesaria para el desarrollo. Esperemos que así sea; por lo pronto, observo con satisfacción rasgos pragmáticos del Gobierno del Ec. Rafael Correa: apoyo a la minería, avanzadas negociaciones de un Acuerdo Comercial con Europa (no les gusta llamarlo TLC, por motivos ideológicos), construcción de hidroeléctricas que nos permitirán exportar electricidad a futuro, refinerías de petróleo (que posibilitarán producir petróleo crudo y no importar derivados); con la consiguiente generación y ahorro de divisas para el país.

En lugar de hablar de socialismo del siglo XXI, señalemos más bien, que estamos siguiendo una socialdemocracia europea, para no ahuyentar a los inversionistas privados; que se espantan y se asustan, al confundir (equivocadamente por cierto), al Gobierno de Ecuador, con el de Hugo Chávez o los Castro en Cuba, con quienes (por ahora y esperemos que así sea por siempre), sólo los une la trova cubana y su ferviente admiración por Ernesto el che Guevara.

El mundo de hoy en día, no se divide en izquierdas o derechas, como lo demostraron Lula y Bachelet, en Brasil y Chile, respectivamente. Cada vez más, esta separado entre naciones que crecen y derrotan a la pobreza, o entre países que siguen anquilosados en modelos ideológicos del pasado, que jamás funcionaron. Basta ver las gigantescas diferencias progresistas, entre: Corea del Sur y Corea del Norte; Alemania Occidental y Alemania Oriental; la ex URSS y Rusia; Miami y Cuba; etc. Para darnos cuenta que el capitalismo (sin extremismos, con responsabilidad social), ha sido mucho más exitoso que el socialismo ortodoxo (tradicional)de signo marxista.

Mientras este Gobierno tenga rasgos pragmáticos en lo económico, como los aspectos antes señalados, se pueden avisorar mejores senderos para la economía ecuatoriana. Pero, cuidado con seguir aumentando el tamaño del Estado en la economía, con seguir incrementando alegremente ministerios, con seguir despilfarrando el dinero en inútil publicidad, etc. Se requiere, enviar señales claras a la inversión extranjera directa al país. El año anterior, ésta apenas fue de $ 380 millones de dólares, cuando Perú y Colombia, nuestros vecinos, captan capitales por el orden de los 6 y 7 mil millones de dólares.

Habrá que ver si en el futuro, y como dijo la ministra Jeaneth Sánchez, este Gobierno (o el que venga próximamente) se decide por el exitoso modelo denominado: Economía Social de Mercado o Liberalismo Social, abandonando el sistema estatista y proteccionista, una vez que se sienten las bases del desarrollo. Veamos, por ahora, los altos precios del petróleo, el excelente manejo tributario del SRI y las aduanas, le han dado los suficientes ingresos cómo para sostener el actual modelo: proteccionista en lo comercial y keynesiano en lo fiscal de este Gobierno.

La pregunta que nos hacemos muchos analistas económicos serios de este país, es ¿hasta cuándo durará esta bonanza? por ahora disfrutemos de los excelentes resultados actuales, ponderados incluso por la prensa británica, quienes han anunciado en los próximos días que publicarán un informe sobre la política económica ecuatoriana para sortear la crisis internacional y crecer el año anterior (en un entorno recesivo) al 8% anual, con una inflación inferior a los dos dígitos, con una relación deuda/PIB del 22% (el promedio regional es alrededor del 35%), con apenas el 5% de desempleo, entre otros.

Aquí parecen tener razón los autores tradicionales de los libros de Macroeconomía, los maestros: Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer, quienes haciéndose eco de las opiniones de Edmund Phelps y Milton Friedman, señalaron: "la política económica keynesiana, es útil para el crecimiento de corto plazo; y, la política económica liberal sirve para el desarrollo de largo plazo".

No nos fijemos sólo en el crecimiento y alcancemos desarrollo de largo plazo, una vez que el Estado haya sentado las bases, esa sería la advertencia científica de la Macroeconomía, que deberíamos considerar.

domingo, 18 de marzo de 2012

2012: ¿El fin del Euro?

Por: Pablo Zambrano Pontón


En Mugardos, un pequeño pueblo de la zona de Galicia, los comerciantes están recibiendo pesetas, la moneda española anterior al euro, para todo tipo de compras. Mientras en otros lugares del país, cierran empresas y el desempleo aumenta.

La iniciativa de los mugardeños ha dado resultado. La economía está saliendo a flote con el arribo de turistas del resto de España, que llegan a gastar las pesetas que tenían guardadas hace 12 años, cuando el país ibérico adoptó el euro como moneda nacional.

Mientras en Europa se sigue debatiendo todavía, si el euro, será capaz de sobrevivir la grave crisis de deuda que afronta el viejo continente desde el 2010. Por eso ya se habla del fin de la moneda común europea.

Así, en una encuesta realizada por la agencia Reuters a fines del 2011, 14 de 20 reconocidos economistas europeos consultados (70%), dijeron que la moneda única no sobreviviría en su forma actual y las empresas se preparan para enfrentar el peor escenario posible.

El Wall Street Journal informo que “varios bancos centrales europeos han estado elaborando planes de contingencia para prepararse, ante la posibilidad de que varios países abandonen la eurozona o de que la unión monetaria se rompa por completo”.

Por ejemplo, el Banco de Irlanda está estudiando si tiene que comprar más prensas para fabricar monedas nacionales, si se ve obligado a salir del euro, o si la moneda europea desaparece.
El gobierno de Reino Unido, país que no tiene al euro como moneda (y donde circula la libra esterlina), pero cuya economía está atada a la Eurozona, ha instruido a sus embajadas para que atiendan a sus conciudadanos, en caso de que se produzcan disturbios, si el euro llegase a desaparecer.

Para Europa es muy difícil sostener su moneda comunitaria. La salida de los primeros ministros de Grecia e Italia no resolvió nada. Hay profundas contradicciones en una unión monetaria, que no cuenta con el respaldo político necesario para sobrevivir.

Los mercados están cada vez más desconfiados, lo cual lleva a caídas en los precios de los bonos de los gobiernos (Teoría de las expectativas, en este caso negativas).

Los problemas de origen del euro

El problema fundamental del euro, como moneda, está en que no tiene un respaldo político real. Para todos los países miembros, la prioridad descansa en su propio bienestar económico y no en el de la Unión Europea, es decir, no son efectivamente comunitarios, son bastante individualistas.

El euro funcionó muy bien en períodos de prosperidad y bonanza económica, pero la falta de una base política sólida, impide que se puedan realizar los correctivos necesarios, que se requieren para manejar una crisis, tan severa de deuda como la actual (Grecia por ejemplo tiene una relación deuda/PIB del 160%, que equivale al de una persona percibiendo un ingreso de 1000 dólares mensuales, con obligaciones o pasivos por $ 1600).

Otro de los problemas de la situación actual europea, se presenta por las rigideces en el mercado laboral, pues a más de la política monetaria, deberían todos compartir la flexibilidad laboral. Esto no sucede por ejemplo en EEUU, donde la política monetaria es la misma, pero si una persona siente que a un Estado no le va bien, se puede ir a trabajar en otro.

En definitiva, no basta con disponer de una moneda sólida como en su tiempo lo fue el euro, es necesario que todas las políticas económicas (a más de la monetaria), la fiscal y la cambiaria, estén articuladas y sean las mismas en toda la zona Euro. Algo difícil de conseguir en la práctica, dado que hay países disciplinados como Alemania o Francia y otros bastante reacios a aceptar a la economía de mercado, como: Grecia, España, Italia, Irlanda o Portugal.

¿Regresarán o no, las antiguas monedas?

Desde la óptica de los países endeudados (los indisciplinados antes mencionados), habría que preguntarse si su salida del euro, los beneficiaría en el largo plazo. Y aquí las cosas no están muy claras. Cualquier traspaso de moneda y devaluación (pérdida de valor de la moneda), implicará un shock, que producirá enormes pérdidas y quebrantos económicos.

Pero los economistas heterodoxos (aquellos que hablan de una crisis del capitalismo, antes que de una crisis de la deuda) creen que no pagar la deuda y volver a sus propias monedas, les quitaría un enorme peso de encima y les devolvería a los países irresponsables (porque gastaron más allá de sus ingresos durante largos períodos de tiempo), el control de su política monetaria, permitiéndoles devaluar la moneda para hacerse más competitivos (como si la competitividad dependiera solamente del tipo de cambio, si así fuera, en el Ecuador por ejemplo, antes de la dolarización, habríamos sido los campeones mundiales de la competitividad, al haberse devaluado el dólar en un poco más de un año entre agosto 1998 y diciembre 1999 en el 400%, sin que ello haya significado el aumento masivo de exportaciones, al contrario, hubo una grave crisis que se la resolvió con el dólar y la posterior aplicación de políticas fiscales coherentes).

Sin embargo, si podría ser esa la salida en este caso para los países altamente endeudados, volver a sus antiguas monedas, porque de lo contrario serían simplemente naciones pobres atadas a la moneda de países ricos. Argentina, es un ejemplo ilustrativo al respecto, dado que después de la cesación de pagos y el default en 2001, saliéndose de la convertibilidad (anclaje de su moneda, el peso argentino, frente al dólar) y devaluando, obtuvo tasas de crecimiento económico del 8% en promedio, durante toda la década inmediatamente anterior.

Predicciones

El economista estadounidense Nouriel Roubini, quien predijo la crisis de 2008, considera que hay un 45% de posibilidades del colapso de la eurozona. En otras palabras, el fin del euro. Yo más bien creo, que saldrán los indisciplinados, aquellos que vivieron por encima de sus posibilidades, endeudándose y consumiendo más allá de su producción interna; los de la alegre filosofía antibíblica: “comamos y bebamos que mañana moriremos”, sin tomar previsiones para épocas difíciles. Aquellos que no constituyeron colchones de ahorro, que los pudieron haber ayudado ahora en estas épocas de “vacas flacas”. Las naciones disciplinadas como Alemania o Francia, no han sufrido mayores contratiempos. ¿De qué crisis del capitalismo acumulativo y concentrador hablamos?, es una crisis de deuda motivada por la irresponsabilidad financiera de naciones, que creyeron que la bonanza duraría para siempre y que nunca pensaron que difiriendo los problemas para el futuro, lo único que consiguieron es endeudar irresponsablemente a sus pueblos, con una inmensa cuenta por pagar, que la tendrán que pagar –como siempre- precisamente los más pobres y olvidados, a quienes esta gente poco científica y técnica, dice siempre defender. Echándole la culpa ahora al sistema, a lo que ellos llaman “el neoliberalismo”, cuando el liberalismo como doctrina nos recuerda: que debemos estirar los pies, hasta donde dan las sábanas, porque las burbujas consumistas, tarde o temprano, tienen consecuencias nefastas.