martes, 7 de junio de 2011

OLLANTA HUMALA, SE REINVENTÓ

El destino de Ollanta Humala era ser presidente. Así lo creyó desde siempre su padre, don Isaac, un ideólogo radical de una corriente étnico-nacionalista y de extrema izquierda que educó a sus hijos varones para ese fin.
Debido a que durante gran parte de la historia peruana el cuartel era el camino más directo al Palacio de Pizarro, Ollanta se enlistó de joven en el Ejército.
La formación castrense de Humala no fue la típica. “Nunca fue un militar común y corriente”, comentó el historiador Antonio Zapata. “Para empezar, proviene de una familia singular. Sus padres han sido militantes de izquierda y sus hijos crecieron escuchando conceptos positivos sobre los líderes tercermundistas como el coronel Nasser, el mariscal Tito y los hermanos Castro”, añadió.
“Su primera ideología aplaude a aquellos militares que construyeron naciones autónomas, contra el imperialismo”.
Pero luego de 25 años, en las filas militares, y tras dos intentos fallidos de golpe de Estado, comprendió que los tiempos eran otros y que la única vía -rápida o no- para llegar a ese destino era a través de las urnas.
En su primer intento electoral en el 2006, Humala estuvo muy cerca de conseguirlo. Pero en campaña, se sabe, no hay quién le gane al presidente Alan García, un auténtico animal político que en ese entonces dio cátedra de cómo un candidato podía reinventarse en cuestión de semanas.
Esta experiencia le sirvió a Humala, que había representado a la izquierda más radical, para aprender otra lección: que los peruanos querían cambios, pero no violentos. Fue cuando, para no tropezar dos veces con la misma piedra, decidió hacer el viraje al centro que había hecho García.
Para ello, contrató a un especialista: el brasileño Joao Santana, el mismo que ayudó al ex mandatario Luiz Inacio Lula da Silva a ganar las elecciones presidenciales de Brasil en el 2002, luego de tres intentos fallidos.
El diario El País de España menciona también el trabajo de Luis Favre, asesor enviado por el Partido de los Trabajadores (PT), de Brasil, a Perú para alejar a Humala de la izquierda radical que representa el presidente venezolano, Hugo Chávez, y “situarlo en la órbita de la izquierda moderna que los votantes identifican con el propio Lula o el presidente uruguayo, José Mujica”.
Construir una nueva imagen más moderada y menos agresiva fue el objetivo inmediato. Y la metamorfosis comenzó con un cambio de vestuario: Humala se sacó el ‘polo’ (camiseta) rojo y se compró los mejores trajes.
Paralelamente, en un abrir y cerrar de ojos, cambió su apodo de ‘Comandante’, como lo llamaban sus allegados, a simplemente Ollanta, el nombre de guerrero inca que en quechua significa “guerrero que todo lo ve”.
El siguiente paso fue cambiar de entorno: se alejó de su hermano Antauro (hoy tras las rejas), que lideró la asonada de Andahuaylazo, en el 2005, contra el entonces presidente Alejandro Toledo; se distanció del polémico movimiento de su padre, el ‘etnocacerismo’ (que impulsa la supremacía de la raza cobriza sobre la blanca) y del propio don Isaac (que en el 2006 se mostró proclive a “matar a los homosexuales” y “expulsar a los chilenos al otro lado del río Maule”), y se distanció, ante todo, del presidente venezolano, Hugo Chávez, el peor amigo político que se puede tener en Perú.
Al término de la segunda vuelta, llegó el turno de revaluar su plan de gobierno en pos de una gran “concertación nacional”, que le permitiese, de paso, atraer a las clases medias e inclinar a su favor la votación de Lima.
Consciente de que ya tenía asegurada a toda la izquierda, comprendió que debía labrarse de un rostro más amable, capaz de complacer también a la derecha.
Con ese objetivo en mente, juró -ante un auditorio repleto de personalidades destacadas de la política y la cultura peruanas y con una Biblia de por medio- que de ser elegido no se quedaría ni un día más en el poder al término de su mandato; que garantizaría la libertad de expresión y la economía de mercado, y que no estatizaría empresas estratégicas.
Su mensaje de moderación convenció a muchos, incluidos el escritor Mario Vargas Llosa.
El escritor, un mes atrás, lo calificó de ser “Chávez con un mensaje abrasileñado; la catástrofe”.
Toledo (que lo había comparado con un “salto al vacío”). Pero muchos intelectuales respaldaron su candidatura.
Sin embargo, no son pocos los que dudan de la sinceridad del cambio. “Es un lobo con piel de oveja” es la frase recurrente. Humoristas en la televisión bromearon con esto y presentaron parodias en las que Humala se cambia de camiseta roja o blanca de acuerdo a lo que le preguntaban en la última parte de la campaña. “Se dice que está más moderado ahora, pero todos querrán ver las evidencias antes de adherir a esta idea”, resaltó Jeff Grills, codirector de mercados emergentes en el fondo Gramercy en Greenwich.
La mayoría de los medios, temerosos de que un eventual gobierno de Humala les pueda jugar en contra, no se fiaron de su cambio y, haciendo uso de sus respectivos archivos, volvieron a sacar a flote el controvertido y oscuro pasado de Humala.
En él están sus supuestos abusos en 1991 contra una población andina cuando era jefe militar en una zona donde imperó la guerrilla de Sendero Luminoso; el alzamiento de Locumba, en el 2000, contra la dictadura fujimorista; el “andahuaylazo” en 2005 de Antauro (que Humala apoyó desde Seúl), y su acercamiento a Chávez en 2006, su talón de Aquiles.
Pero Humala no se dejó amedrentar. De la mano de su esposa, Nadine Heredia, 14 años menor que él y madre de sus tres hijos, siguió avanzando hasta llegar al lugar al que su padre siempre supo que llegaría.
Carta compromiso de Humala , mayo del 2011

Inversión privada

Una economía diversificada solo es posible si nuestro mercado interno desarrolla una capacidad mayor de ampliar su consumo y si nuestra productividad nos permite estar en mejores condiciones de enfrentar la competencia extranjera. Esto supone sustentar la inversión privada, nacional y extranjera, en una verdadera revolución de la educación y en inversión en tecnología e innovación.
Tratados internacionales

La política económica que me comprometo a implementar respetará nuestros compromisos internacionales, independientemente de las opiniones que nos causó en su momento tal o cual de esos acuerdos y tratados.

No reelección

Reafirmo aquí ante todos que el principio de la no reelección será garantizado. Si el pueblo peruano con su voto me otorga la oportunidad de presidir los destinos de nuestra nación, será por cinco años, ni un día más.

Libertad de prensa

Consolidar la democracia implica reforzar y garantizar la libertad de prensa y de opinión como un principio inalienable. Soy un defensor de la libertad de expresión, de información y de prensa. Por lo tanto, me comprometo, como siempre ha sido, a respetarla y a defenderla. Toda sociedad democrática se fundamenta en un ciudadano bien informado.

Economía nacional de mercado

El cambio será el producto de un verdadero pacto nacional de los sectores productivos y las fuerzas generadoras de nuestra riqueza, que contarán con un gobierno comprometido con el desarrollo sustentable. Sé el valor de la palabra empeñada y afirmo ante todos que será cumplida.

TOMADO DE: DIARIO EL COMERCIO DE QUITO, 7 de junio 2011

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