sábado, 2 de julio de 2011

¿QUÉ Y QUIÉN MUEVE EL BIENESTAR?

Pablo Lucio Paredes

No podemos engañarnos sobre las prioridades de lo que mueve la energía vital en una sociedad y es base del desarrollo: el emprendimiento. Emprender tiene dos aristas fundamentales: asumir riesgos y ser creativo.
Riesgos y creatividad es lo que divide fundamentalmente al asalariado del emprendedor, sin que uno u otro sea mejor, simplemente hacen aportes diferentes. El emprendedor explora lo que la sociedad no tiene, las oportunidades que no han sido advertidas y aprovechadas. Puede ser una idea revolucionaria como un nuevo uso de las computadoras (internet, hoja de cálculo o la red social de Facebook), o simplemente una nueva panadería en el barrio. En los dos casos se cumple la misma función: cubrir necesidades, gustos o demandas. Dar a los demás, porque les satisface, algo por lo que pagan directa o indirectamente (o pueden compartir de otras maneras). Ha hecho algo esencial que determina el desarrollo económico: ampliado la frontera de oportunidades entre las cuales pueden escoger los demás, fronteras que pueden ser totalmente “materialistas” (una discoteca) o “espirituales” (lanzar un nuevo libro). En cualquier caso ha puesto en riesgo su capital, su nombre o su tiempo en explorar estas nuevas vías. Se ha arriesgado porque por cada caso que vemos de éxito, hay decenas de fracasos olvidados… y por supuesto, cuando hay mecanismos estatales que protegen al emprendedor de los riesgos a costa de los demás (“privatizar las ganancias y socializar las pérdidas”), se hace un enorme daño a la sociedad al eliminar el sentido esencial del emprendimiento que es disfrutar de los beneficios alcanzados y cargar con las pérdidas del fracaso (no es una decisión empresarial sino estatal, de la cual el empresario puede aprovecharse contradiciendo su esencia).
El asalariado es alguien que se une posteriormente a este proceso, y recibe una parte del valor agregado generado en la nueva actividad (contrariamente al marxismo, el emprendedor no quita algo al asalariado, sino que este es contratado para compartir parte de la nueva actividad en función de lo que aporta a su mantenimiento o desarrollo). El asalariado escoge (explícita o implícitamente) este rol por diversas razones: cultura, aversión al riesgo, situación personal, educación, familia, las oportunidades que la vida le ha abierto. Pero en definitiva es una decisión vinculada a la persona y no a su entorno social, porque emprendedores y empleados los hay en todos los grupos sociales y arrancando de todas las situaciones posibles. Simplemente ha escogido la manera cómo quiere enfrentar el proceso económico, el riesgo y la repartición en el tiempo de los ingresos que va a recibir. Ambos roles son importantes en la economía, pero cada uno es diferente y debe ser valorado de una manera diferente.
Y en este contexto no debemos equivocarnos: el Estado puede regular, ayudar a mejorar oportunidades (educación y salud), debe generar el entorno de seguridad, pero nunca podrá ser el motor de la sociedad, porque nunca alcanzará el estatus de creador de oportunidades vía creatividad y riesgo (porque nunca arriesga lo suyo sino lo de otros).
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