domingo, 17 de julio de 2011

"VISA AL DESARROLLO", INTRODUCCIÓN AL LIBRO (2012)

Estimados amigos, comparto con ustedes el prólogo y la introducción de mi próximo libro: "Visa al Desarrollo", que espero tenerlo listo para el próximo año.  Espero que les guste, tanto o más que mis otros libros.  Gracias por dejarme sus comentarios.  
Saludos cordiales... Pablo Zambrano Pontón (Economista, Catedrático y Escritor)

PRÓLOGO
 “Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz, si la mayor parte de sus miembros es pobre y desdichada” (Adam Smith, filósofo y economista, considerado el Padre de la Economía)

“Yo soy siempre fiel al sistema liberal y justo que proclamó mi patria (Simón Bolívar, el Libertador)

“Una sociedad que priorice la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas.  Una sociedad que priorice la libertad por sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas” (Milton Friedman, ex Premio Nobel de Economía, 1976)

“Cuándo los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted, señor?” (John Maynard Keynes, Liberal Socialdemócrata y uno de los fundadores de la Macroeconomía Moderna)

“Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”.   (Ayn Rand, novelista y filósofa)

Estimados amigos, gracias por leer el presente libro, sean todos ustedes ¡Bienvenidos! a este recorrido investigativo, analítico y de interpretación, que espero les resulte útil y agradable.  Las opiniones aquí vertidas, serán efectuadas en base a hechos concretos, verificados y documentados, con la debida fuente de información.  Todos los acontecimientos relatados y sus correspondientes comentarios, son de dominio público, sin tergiversaciones, ni suposiciones de ninguna índole.  Han sido escritas en forma técnica, independiente, clara y transparente.   
Un agradecimiento especial, a los distintos autores, economistas, científicos, políticos, periodistas, sociólogos e investigadores; cuyo pensamiento está presente en internet, en libros, en revistas, o en periódicos; de quienes he obtenido su valioso punto de vista.  Espero que esta obra de Economía orientada al Desarrollo, sirva de reflexión para la sociedad latinoamericana y en especial para nuestros gobernantes. 
El presente libro trata de confrontar algunos modelos económicos: socialismo, capitalismo proteccionista o mercantilista y liberalismo social o economía de mercado socialmente responsable; para que el lector saque sus propias conclusiones, independientemente de la opinión del autor.  ¿Será verdad que el liberalismo social es una opción utilizada por los gobiernos ubicados en la derecha política? ¿Se puede considerar al socialismo,  como un modelo lleno de virtud y solidaridad? ¿Sería mejor para el Ecuador y para otros países de la región, tratar de seguir el sistema proteccionista, el socialismo del siglo XXI, o el pragmático modelo de liberalismo social vigente en varios Estados latinoamericanos y en los países más prósperos a nivel mundial? Interrogantes que serán absueltas en la las páginas que siguen. 
De lo que sí debemos estar convencidos, es que el subdesarrollo sólo está en la mente, no existe una fatalidad determinista que nos obligue o nos condene a ser subdesarrollados por siempre; pues si hubiera una confabulación internacional que impone el atraso y la miseria, ¿por qué han podido vencerla países como: Chile,  Hong Kong,  Singapur, Australia, Suiza, Perú, Costa Rica, Brasil, Uruguay, China, India, Rusia, Corea del Sur, Taiwán, Finlandia, etc.? La respuesta es polémica sin duda.  No obstante existe evidencia comprobada de que estas naciones y otras más, pudieron realmente progresar, solamente cuando abandonaron sus visiones político-ideológicas y abrazaron con fe, la senda del pragmatismo-científico, la libertad y la solidaridad, como ejes de su desarrollo económico, social, cultural y político.
Escribo al amparo de la Constitución Vigente en el Ecuador, la misma que en el Artículo 66 numeral 6 garantiza que una persona tiene: “El derecho a opinar y expresar su pensamiento libremente, en todas sus formas y manifestaciones”.  E igualmente solicito, el respeto a los artículos 18 y 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dicen:

Artículo 18:

  • “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; (…) así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.

 

Artículo 19:

  • “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Escribo este libro también, basado en mi experiencia profesional y luego de publicar cuatro libros: 1) Teoría Micro y Macroeconómica (en coautoría), 2) Microeconomía; 3) Macroeconomía; y, 4) Economía Internacional;  lo hago además, como un ejercicio libre, práctico, objetivo y académico.  Considero que el pragmatismo del liberalismo social basado en valores como la honestidad, la responsabilidad, la libertad y la solidaridad, tiene una influencia determinante en el progreso de las naciones, porque eso lo demuestran los modelos de los países que ya han conseguido o están en camino de obtener una: “VISA AL DESARROLLO”.  Lo hago en forma libre, porque la libertad a más de que significa hacer o decir lo que uno quiere, implica realizarla o manifestarla de manera responsable, sin supuestos, ni elucubraciones, o peor aún acusaciones; basado en cifras, en hechos reales, con opiniones independientes y por sobretodo, respetando el derecho y la honra de las demás personas. 
¡Bienvenido a este viaje! ¡abróchese bien los cinturones!, que estamos a punto de despegar, en este fascinante vuelo que nos conducirá directamente al progreso de cinco naciones correctamente enfocadas, en los aspectos económico-liberales del mercado y en los temas solidario-sociales del Estado.
El Autor

INTRODUCCIÓN

En nuestra América Latina, ha sido ampliamente promovido y discutido un sistema político, social y económico denominado: socialismo del siglo XXI,  fundado en los escritos y en la visión ideológica del sociólogo alemán Heinz Dieterich, que al momento está seriamente cuestionado en Venezuela, por la enorme inflación, devaluación y crisis económica que atraviesa este país.  El socialismo del siglo XXI, es un esquema estatista de corte nacionalista, ¡que nada tiene de socialdemócrata!, que incluso pretendería reemplazar, al exitoso y pragmático modelo que combina mercado y Estado denominado: LIBERALISMO SOCIAL o ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO, vigente en varios países latinoamericanos, como: Chile, Brasil, Perú, Colombia, México, Costa Rica, Panamá y Uruguay; y, a nivel mundial: China, Hong Kong, Alemania, Australia, Suiza, Canadá, Singapur, Taiwán, Corea del Sur, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Polonia, Rusia, India, etc.  Naciones que han sido calificadas por diferentes organismos y por los propios inversionistas internacionales, como muy atractivas para el capital extranjero y las de mejor calidad de vida, además. 
La exitosa experiencia de los países hoy desarrollados, demuestra que no conviene,  basarse en un solo eje, como lo hace el socialismo del siglo XXI, es decir, en la solidaridad, ni tampoco en un solo motor: el Estado; hay que fundamentarse en dos motores correctamente balanceados y equilibrados: ¡LIBERTAD y SOLIDARIDAD!, no únicamente en el apoyo a las clases más desfavorecidas, porque eso le cuesta demasiado dinero al Estado y no es un sistema sostenible en el tiempo, dado que los recursos públicos le cuestan a toda la sociedad y no únicamente a los individuos emprendedores, que se arriesgan a iniciar una determinada actividad productiva.  Más que creer en el igualitarismo marxista (idénticos resultados), se debe buscar una igualdad de oportunidades para todos los habitantes, puesto que los seres humanos fuimos creados iguales, pero obviamente unos se destacan más y otros menos, porque tenemos diferentes capacidades, y eso es sano e incluso conveniente, para el progreso socioeconómico.  
El modelo del socialismo del siglo XXI, se basa fundamentalmente en la equidad, a través de un sector público hiperactivo y muy solidario; olvidándose que primero, hay que atraer inversión privada (nacional y extranjera), que permita crear riqueza para después distribuirla (como hicieron los países del exitoso modelo nórdico: Finlandia, Suecia, Noruega, etc.), con el fin de evitar problemas de financiamiento, que inevitablemente se presentan en Estados partidarios de incrementar el gasto público en todo tiempo y lugar, tergiversando incluso al propio John Maynard Keynes, uno de los principales economistas del siglo XX, quien señaló que se deben realizar ingentes gastos gubernamentales, únicamente cuando sea necesario, esto es, después de una recesión económica, cuando no exista un sector privado dispuesto a invertir para reactivar la producción y generar empleo; o, para corregir fallas, distorsiones del mercado, que inevitablemente, están presentes en el capitalismo.  Sistema éste último que para nada es perfecto, como lo dijo Milton Friedman (ex Premio Nobel de Economía en 1976 y principal ideólogo del actualmente exitoso modelo chileno):
“Existe una enorme cantidad de pobreza en todo el mundo.  No existe sistema perfecto.  No hay ningún sistema que vaya a eliminar completamente la pobreza, en cualquier área.  La cuestión es: ¿Qué sistema presenta mayores oportunidades? ¿Cuál es la mejor forma en que la gente pobre pueda mejorar sus vidas? Y a ese respecto, la evidencia de la historia habla con una sola voz.  No conozco ninguna excepción a la proposición, que dice que, mientras más libre sea el sistema, mejor ha estado la gente pobre y común” (Milton Friedman)   
Como vemos el capitalismo no es un sistema perfecto, pero al menos ha demostrado ser el mejor de los que se han implantado hasta ahora, al ser el que brinda mejores oportunidades a la gente, para que progrese por sus propios medios; por ello debemos tratar de humanizarlo, de volverlo justo e incluyente, en especial para aquellas personas que no han tenido las mismas oportunidades de salir adelante; más de modo alguno destruirlo, porque todos los que así lo han intentado, inevitablemente han fracasado (el marxismo, por ejemplo, no plantea la revisión del capitalismo, propone su reemplazo por el socialismo). 
Por desconocer lo que dice Friedman y hacerle más caso a Marx, a Lenín, a Stalin y a toda la plana mayor del soviet supremo (cuyas ideas fueron seriamente cuestionadas a fines de la década de los 80), Cuba, por ejemplo, no ha sido un país que haya creado riqueza; ¡todo lo contrario!, más bien se ha caracterizado por distribuir pobreza, por repartir miseria (prueba de ello es que las balsas no van de Miami a la Habana, sino al revés).  Así, tras más de 50 años de revolución socialista,  ese país se debate en medio de intensas penurias económicas.  Situación que contrasta con lo que viven su clase política dirigente, los turistas y uno que otro afortunado, que sí que han podido disfrutar de los encantos de la Isla; pues la gran masa de ciudadanos cubanos, están confinados a comer indefinidamente “moros con cristianos” y a vivir realmente en condiciones de estrechez, penuria y limitaciones económicas;  dada la ausencia de libertad económica, social, filosófica, cultural, política, de expresión y opinión.  Por más que siempre intenten vendernos la idea de que en ese país la parte social es todo un éxito, indudablemente el aspecto económico, sencillamente no ha funcionado.   Sin economía de mercado, la parte social no puede ser sostenible, porque ¿de dónde salen los recursos para financiar a los pobres?, ¿acaso sólo de Estado, han podido vivir las economías más desarrolladas? 
Soplan nuevos vientos en la región, aires de cambio, de revolución;  pues, el socialismo marxista, y la Teoría de la Dependencia, han vuelto a renacer, se han vuelto a reinventar en América Latina, a través del modelo denominado: “socialismo del siglo XXI”.  Un término creado en 1996, por Heinz Dieterich (sociólogo y político alemán residente en México), con una amplia promoción y difusión en  América Latina, a partir del 30 de enero del 2005, por el Presidente Venezolano, Hugo Chávez, en el marco del V Foro Social Mundial (Una convención de extrema izquierda, que trata de salvar el planeta, mediante encendidas proclamas y diatribas en contra del capitalismo).  

¿En qué se fundamentaría entonces, el denominado: “socialismo del siglo XXI”?, Según el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez: “… Se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad”. [1]
¿Cuál es la ideología del socialismo del siglo XXI?, este concepto se deriva de las ideas del sociólogo-economista, historiador, filósofo y político alemán Karl Marx, sobre el materialismo dialéctico y la lucha de clases.  Está basado también en el populismo peronista, impuesto en la Argentina en los años 40 y mediados de la década del 70, del siglo XX.  También presenta rasgos del capitalismo proteccionista o mercantilista y de la teoría de la dependencia o modelo de sustitución de importaciones.  Un sociólogo alemán, Heinz Dieterich, su principal ideólogo y promotor, actualiza las ideas socialistas, con la venia y beneplácito de muchos seguidores del socialismo real (marxista), fomentando la participación democrática de la ciudadanía, en oposición a las violentas dictaduras de antaño.  Donde el comunismo y el fascismo, fueron totalitarismos de izquierda y de derecha, que se cobraron millones de víctimas, alrededor del mundo.  Lo de hoy, si bien no tiene la violencia de antaño, intenta de todas maneras colocar “censores” de la opinión pública, que tratan de amordazar a la prensa y restringir la libre opinión ciudadana, porque hay que decirlo alto y claro, los medios de comunicación, también expresan lo que la persona común trata de decirle al gobernante y no puede por sus obvias limitaciones, siendo por tanto sus representantes.  ¿Hay excesos?, sin duda que sí, pero no por eso la propiedad de los medios debe ser pública, con recursos del Estado, que a la final son de todos; además, se destapan casos de corrupción a través de las investigaciones periodísticas, lo cual debería interesar a los gobernantes honestos.   

¿Cuáles son sus ejes fundamentales?, son cuatro básicamente: El desarrollismo, la economía de equivalencias, la democracia participativa y las organizaciones de base. 

¿Qué es el desarrollismo? El desarrollismo (o estructuralismo), es una escuela socioeconómica latinoamericana basada en los lineamientos teóricos expuestos por el economista argentino Raúl Prebisch (1901-1986) y por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)[2], relativa al desarrollo (de allí su nombre), fundamentada en el deterioro de los términos de intercambio en el comercio internacional, que sostiene que los países industrializados exportan bienes con alto valor agregado (de capital o intensivos en tecnología), en contraposición a las naciones de la periferia económica que exportan bienes de poco o escaso valor agregado (materias primas), el mismo que fomenta el subdesarrollo y expande la brecha entre economías centrales y periféricas. 
Por consiguiente, plantea (para los países periféricos) un Estado activo, vigoroso, fuerte e intervencionista; propulsor de la industrialización, la nacionalización y la sustitución de importaciones, con el fin de conseguir por la vía del Estado, el desarrollo autónomo y soberano. 
No obstante cabe señalar que hoy por hoy y tal como lo dijera el economista austríaco Carl Menger en el siglo XIX, los bienes cuanto más escasos son y cuanta más demanda enfrentan, tienen un mayor valor para el consumidor (más precio en el mercado), de allí que actualmente los precios de las materias primas a nivel mundial, han experimentado un extraordinario repunte (en especial, tras el surgimiento de China como una nueva y pujante potencia económica).   

¿Qué es la economía de equivalencias?, es un término utilizado por el sociólogo alemán Heinz Dieterich, quien presenta como modelo alternativo al precio de mercado, una economía fundamentada en la teoría del valor trabajo, es decir, en el valor de la producción.  En términos de lo que cuesta en horas/hombre producir y no en las leyes de la oferta y la demanda, a las que éste sociólogo (de ningún modo economista), inventor y promotor del socialismo del siglo XXI, considera como el origen de las desigualdades sociales y  la sobre explotación del factor productivo tierra (recursos naturales). 
La teoría del valor trabajo, fue expuesta originalmente por los economistas liberales (los llamados clásicos de la economía, en especial por David Ricardo), la misma que sirvió de piedra angular para la formulación de modelos teóricos de comercio internacional, opuestos al capitalismo mercantilista, proteccionista e intervencionista vigente, por aquel entonces (siglos XVIII y XIX); pero que también dio pie a interpretaciones marxistas como aquella de que hay que restituirles lo robado por los capitalistas, a sus verdaderos dueños, los trabajadores, debido a que ellos generan la plusvalía (la utilidad), que es apropiada indebidamente por los empresarios burgueses. 
Socialismo marxista y comunista que no ha funcionado, dada la ausencia de libertad de ese modo de organización económica, más proclive a que lo acepten ángeles o seres espirituales y no personas normales, con defectos y virtudes.  Solidarios en ocasiones, egoístas a veces, pero seres mortales, que necesitan satisfacer sus necesidades básicas y de ser posible algo más, que lo que plantea el  igualitarismo colectivista de inspiración marxista.  Socialismo marxista, acostumbrado a exigir a su pueblo que se alimente de sueños, ideales y soberanías, como lo sugirió Fidel Castro cuando dijo, a propósito del cruel embargo norteamericano: “Nos podrán matar de hambre, pero a este pueblo le sobra dignidad”. (Especial de Fidel Castro en el canal ecuatoriano, Gama TV, en el año 2010).  [3]
Pretender reemplazar al sistema de precios de mercado, por un sistema de valores, como lo plantea el sociólogo alemán, Heinz Dieterich, no sólo que resulta antieconómico y antitécnico, sino que es además impracticable, pues, ¿cómo podría un vendedor saber si su producto tiene el precio adecuado para ser demandado por el consumidor?, o es que ¿acaso se quiere instaurar un sistema donde la soberanía del consumidor, no existe y los precios son fijados arbitrariamente por un Estado centralmente planificado, a la usanza de los sistemas socialistas y comunistas de antaño?, pues recordemos que la ex URSS, tenía una cantidad indeterminada de precios para cada uno de sus productos, lo cual contribuyó decisivamente a que el sistema marxista soviético colapse, dada la dificultad práctica de su cálculo  (Ya lo decía von Misses, en 1927, en su obra: “Liberalismo”, mucho antes de la aparatosa caída del imperio soviético y de sus satélites este europeas: “En el socialismo, es imposible calcular racionalmente los precios”)
Más adelante, se intentará dar una respuesta convincente a las causas que motivaron el derrumbe del socialismo, por ahora basta decir que los precios en una economía de mercado cumplen dos importantes funciones: 1) Servir de señales a productores y consumidores, acerca del valor monetario de sus productos en el mercado de bienes, servicios y factores productivos; y, 2) Asignar recursos, es decir, orientar la producción a bienes, servicios y factores, con mayor demanda, retirando aquella que resulte ineficiente y poco competitiva.  El haber violado los mecanismos de precios y de mercado, fue sin duda alguna, la causa principal del colapso de la economía socialista soviética.  ¡Aunque claro, siempre existirán intelectuales y académicos (especialmente latinoamericanos) que prefieran decir que el socialismo se cayó, por la mala aplicación de las ideas de Marx y por la tergiversación que de las mismas hicieran, Stalin y Mao, por ejemplo!, ¡Y que en Cuba, el socialismo no funcionó por culpa del cruel embargo norteamericano!, o que otra cosa habría sido la ex URSS, si en vez de Stalin, Trotsky hubiese sido su gobernante.  En fin….

¿Qué es la democracia participativa? Es un sistema opuesto a la democracia representativa, siendo una forma de otorgarles poder de decisión soberana a los ciudadanos, en los aspectos políticos de la sociedad, instituyéndose consultas populares y referendos donde los políticos solicitan la opinión de sus electores o dónde éstos les plantean sus inquietudes a aquellos.  Sistema que resulta costoso para el Estado en términos de gasto público, además que un gobernante puede postularse como candidato indefinidamente.  Este tipo de “democracia”, le otorga un enorme poder al Presidente, dado que los ciudadanos se sienten importantes al tomarse en cuenta sus opiniones y resulta un método ideal para perpetuarse en el poder. 

¿Qué son las organizaciones de base?, son agrupaciones con tinte socio-político, que están más cercanas a la comunidad, dependientes –generalmente- de organizaciones más grandes (partidos políticos, ONG´s, Federaciones, etc.)  En definitiva, son células que están directamente vinculadas al pueblo sencillo, recogiendo sus inquietudes y trasladándolas al poder central.

     El socialismo del siglo XXI inventado por el sociólogo alemán Heinz Dieterich, más que un modelo basado en la ciencia económica, constituye un sistema político y sociológico, donde la economía de mercado es atacada; por ello, los escuchamos enfilando críticas en su contra, a través del epíteto: “neoliberal”, que a propósito, los seguidores de esta corriente lo endilgan a cualquier persona que simplemente cree en el mercado y se opone a su ideología; con el fin de ridiculizarlo y darle una connotación negativa: bastante materialista, altamente individualista,  profundamente egoísta,  ampliamente corrupta, sumamente excluyente y para nada solidaria.  No nos olvidemos que los socialistas, son expertos en crear mitos y convencer al pueblo, acerca de las bondades de su “socialismo solidario”, en oposición al “individualismo liberal”.   
    El neoliberalismo sería entonces para los socialistas: un sistema corrupto, injusto y excluyente; ¡Sí, tal vez!, pero el liberalismo social es muy diferente y ha sido aplicado exitosamente en los cuatro países que servirán para demostrar su utilidad práctica en  América del Sur y en el mundo entero, pues lo han empleado acertadamente: Chile, Brasil, Hong Kong y  Suiza.  Países que han sido escogidos por sus altos índices de libertad económica –complementada con altas dosis de solidaridad social- y por presentar ciertas similitudes, en relación con el Ecuador. 
   Debiendo recordarse además que, el liberalismo social tiene entre sus representantes a gente de la talla intelectual y moral de: Adam Smith, David Ricardo, Ludwig Erhard, Konrad Adenauer, Simón Bolívar, Eloy Alfaro, Juan Montalvo, Mario Vargas Llosa, Deng Xiaoping, Milton Friedman, Carl Menger, Eugen Böhm Bawek, Ludwig Von Mises, Friedrich Hayek, Robert Barro, etc.; es decir,  gente que defendió y defiende la libertad de mercado, la propiedad privada, la  competencia, la productividad laboral, el sistema de precios, la ética, la moral, la solidaridad, el bien común, etc. 

¿En Ecuador se aplica el socialismo del siglo XXI?
En lo político y social existen bastantes similitudes con el esquema del socialismo del siglo XXI.  En lo económico, más semejanzas presenta con el keynesianismo, con la teoría de la dependencia latinoamericana, con el mercantilismo proteccionista; que con el socialismo real (salvo el caso de Hugo Chávez en Venezuela, a quien se le nota comulgar bastante con las ideas marxistas de Fidel Castro). Por ello, al ser el Econ. Rafael Correa, un hombre inteligente, bien intencionado, e incluso con un PHD o Doctorado en Economía, a diferencia de otros socialistas como Castro, Chávez o Morales; debería más bien fijarse en modelos de desarrollo socioeconómico diferentes, que sean de más largo plazo, que contengan una mayor dosis de iniciativa particular (economía de mercado) y una menor injerencia estatal (economía social y solidaria o “sumak kawsay”).  Esquemas, que sean liberales y sociales al mismo tiempo, como lo hicieron F. H. Cardoso y Lula, en Brasil; Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, en Chile; Alan García, en Perú; o Tabare Vásquez y José Mujica, en el Uruguay, por ejemplo.  Gobernantes que representan al único “ismo” que funciona, según la respetada opinión del ex Presidente de Costa Rica, Óscar Arias: “el pragmatismo”. 
Eso precisamente se intenta con este libro, que nuestros gobernantes en Latinoamérica, extraigan sus propias conclusiones, es decir, que apliquen sistemas ampliamente probados en todo el mundo; que hayan funcionado en la práctica, sacando de la pobreza a millones de personas; teniendo como piedras angulares: al mercado en los temas económicos y al Estado en los aspectos sociales.  Porque eso es en definitiva el pragmático modelo del liberalismo social, una opción para los gobiernos equilibrados, del centro, de la izquierda o de la derecha, pero responsables, modernos, pragmáticos, honestos y basados en los hechos, en la simple realidad objetiva.  En el sentido común, en la lógica y en la razón.
Dice Guy Sorman en su libro: “la economía no miente”, que mientras los defensores del mercado exponen la economía en función a sólidos argumentos, quienes se oponen al liberalismo socialmente responsable, lo hacen fundamentados en mitos y en epítetos (de allí el término “neoliberal”, por ejemplo) que hay que reconocerlo, impactan muchísimo en el gran público; dada la enorme capacidad de marketing y promoción.  Aspectos, en los que siempre se han destacado los socialistas a lo largo de la historia, pues han confinado al liberalismo a la supuesta defensa de los intereses de las grandes empresas y transnacionales, mientras tanto ellos se han ubicado del lado de los obreros, de los pobres, de los excluidos, de los trabajadores, de los marginados, de los descamisados, de los sin tierra, en fin. 

¿Existe el “neoliberalismo”?
Esta línea de pensamiento no existe.  Hay sí el liberalismo; no obstante, determinados académicos e intelectuales, así denominan a los ambiciosos, explotadores e inescrupulosos empresarios, hambrientos de poder y de riqueza; pero que también ha sido abusada hábilmente y con mucha destreza propagandística, con el fin de satanizar al exitoso modelo clásico – liberal con rostro social, que se remonta al siglo XVIII, cuando Adam Smith fundara la economía, escribiendo su libro: “La Riqueza de las Naciones” (1776), que lo hiciera merecedor a la honrosa distinción de ser considerado como el Padre de la Economía Política. 
El mismo Smith, años atrás al surgimiento de esta importante obra, escribió también: “La teoría de los sentimientos morales” (1759), con lo cual dejó en claro que la libertad y la solidaridad, fundamentadas en principios, en valores, en mercados libres, en sanas competencias, en la solidaridad con los más excluidos, en el respeto al otro, en la ciencia económica, en las instituciones, etc.,  son las piedras angulares, del desarrollo socioeconómico de las naciones.
Los estudios serios al respecto demuestran que el factor principal para el subdesarrollo no es el liberalismo (confundido incluso con el conservadurismo, con la ortodoxia); sino que la causa más bien hay que encontrarla en la corrupción de nuestras élites (valores o principios morales señalados por Adam Smith) y en el irrespeto a los adecuados equilibrios macroeconómicos (leyes de la ciencia económica), que son los principales indicadores que observan los inversionistas privados nacionales e internacionales, para decidirse a generar producción y empleo, en un determinado país. 
Valores morales que es preciso inducir en nuestra población desde una edad temprana, por ejemplo, a través de la lectura de libros que en lugar de promover la lucha de clases (mitos), enseñen a nuestra gente el respeto a las leyes y a las instituciones (hechos prácticos).  De igual forma, los equilibrios macroeconómicos, requieren de un Estado eficiente en la utilización del gasto público; es por ello que no existen ejemplos exitosos de desarrollo en países, que no han sido capaces de atraer inversión privada a sus economías, salvo el caso de la ex URSS, que más que potencia económica,  fue un gigante militar con pies de barro, que luego se cayó, dada la falta de libertad, incentivos y sentido común (¿cómo se puede gastar tanto dinero en inútil gasto armamentista en lugar de privilegiar la atención y la comida de la gente común?).

¿Es el liberalismo una posición cercana a la derecha y al mantenimiento de privilegios? ¡De ninguna manera!, Pablo Lucio Paredes en su libro: “Ecuador, de la no república… a la no república”, señala lo siguiente: “…  Según la Real Academia, por la posición que ocupaban en la asamblea de la Revolución Francesa, en la izquierda estaban los representantes no conservadores, es decir, los que aceptaban reformas, cambios y estaban contra los privilegios.  Y eso es el liberalismo, una visión que intenta abrirse paso al cambio, a la competencia que rompe privilegios y en contra del Estado que los otorga.  El socialismo, en cambio, es esencialmente un sistema que genera privilegios y ventajas personales o corporativas alrededor del monopolio estatal, y se torna inevitablemente conservador.  Es el liberalismo el que cree en la gente, en su capacidad de tomar decisiones, en la participación” [4]    

¿El socialismo marxista o comunista, ha servido para que los países que lo aplican, crezcan y se desarrollen? Para responder a esta pregunta, los invito a mirar los casos de Cuba, en nuestra América Latina; o de Corea del Norte en la lejana Asia.  Naciones cuya economía está profundamente anclada al irrespeto del mercado libre y a la veneración de un Estado obeso e ineficiente, donde no se ha conseguido crecimiento y desarrollo económico.  Reconociéndoles, ciertas conquistas sociales, que se las puede obtener también en una economía de mercado que sea socialmente responsable, sin necesidad de irse al extremo de querer destruir el capitalismo a marchas forzadas, sustituyéndolo por un sistema que ha demostrado su ineficacia. 
Por ello, más adelante se dedicará un análisis especial para el estudio de: 1) naciones socialistas marxistas; y, 2) naciones seguidoras del capitalismo proteccionista, como el caso del Ecuador actual, por ejemplo.  Se investigarán además, las antiguas y las nuevas realidades de Rusia (ex URSS) y Polonia (ex República Popular de Polonia), dos países que abandonaron la ideología marxista y hoy en día, abrazan el capitalismo de libre mercado, lo que les ha permitido crecer y desarrollarse armónica, sostenida y equilibradamente.

La ciencia económica (fundada por Adam Smith) considera que el sector público, debe limitarse a sus funciones específicas, es decir, no es saludable un “Estado empresario”, porque absorbe recursos de la sociedad.  Recursos que podrían ser utilizados en otras áreas más importantes y en defensa de los más necesitados.  Tener muchas empresas públicas distrae recursos, es mejor que compitan, porque sólo así mejorarán la productividad, la calidad y la eficiencia técnica; disminuyéndose con esto las tarifas y aumentándose la cantidad ofrecida; ya que generalmente se presentan monopolios públicos que ofrecen sus servicios a costos realmente elevados y con severas deficiencias en cuanto a la calidad de los mismos.  El Estado debe ayudar, colaborar con el sector privado, no está para competir inútilmente y generar monopolios, contrarios a la sana competencia.  Salvo aquellos monopolios que como la luz y el agua, son básicos para la población y constituyen “monopolios naturales”, reconocidos por la ciencia económica, como justificables desde el punto de vista de las economías de escala.  Pero, ¿se justificaría el monopolio estatal de los medios de comunicación, con el pretexto de que la información es un bien público y que no debería perseguir fines de lucro? 

¿Qué modelo económico es el más conveniente para el desarrollo de un país? La experiencia práctica de los países hoy desarrollados, nos enseña que el sistema económico más exitoso (¡no perfecto, pero sí el mejor!) es el modelo liberal socialmente responsable (liberalismo social o economía social de mercado), es decir, el que se fundamenta en el mercado para la iniciativa privada y en el Estado para sus funciones específicas: bienestar social, seguridad, justicia, infraestructura básica, leyes y defensa nacional.  Por ello en el presente libro, se analizarán los casos de  naciones que han conseguido hacer que sus economías crezcan y se desarrollen, mejorando el nivel de vida de sus habitantes, consiguiendo altos índices de productividad, atrayendo inversión extranjera, siendo internacionalmente competitivos y reduciendo a su mínima expresión, a la pobreza.  Flagelo, que es preciso combatir, por medio de los instrumentos científicos que la economía tiene para hacerlo, esto es, creciendo económicamente y redistribuyendo adecuada y solidariamente la riqueza. 
Se han incorporado en el presente estudio, a países cuyas experiencias sean asimilables, equiparables e inspiradoras para el Ecuador, por estar dentro del continente latinoamericano, por haber sido continuadas por Gobiernos ubicados en la izquierda política (como son los casos de Chile y Brasil), además, por haber sido economías subdesarrolladas; puesto que, hoy por hoy, estas mismas naciones ocupan un sitial privilegiado en los índices de libertad económica y desarrollo humano, dado que tienen en la libertad y en la solidaridad, sus principales cimientos.  Por tanto, en el presente libro, serán estudiados cuatro modelos de desarrollo que aplican liberalismo social: Chile, Brasil, Hong Kong y Suiza. 
Esta obra pretende diferenciarse además, de la doctrina proteccionista (mercantilista) de Ha Joon Chang, un economista de origen surcoreano, quien afirma en su libro: “pateando la escalera del desarrollo”, que los países prósperos lo son, simplemente por haber aplicado medidas proteccionistas de tinte nacionalista e intervencionista en el pasado y que luego fueron por el mundo con el libro “la riqueza de las naciones” de Adam Smith bajo el brazo, a predicar la doctrina liberal.  ¿A qué países se refiere el surcoreano? Se refiere básicamente a Gran Bretaña y EEUU, naciones que desde hace muchos años son prósperas.  ¿Por qué Ha Joon Chang no investigó las causas del progreso en Chile, Hong Kong, Singapur, Australia, Suiza, Brasil, etc., países que antes eran profundamente subdesarrollados y que hoy, gracias a la libertad económica combinada con la solidaridad social (porque se puede hacer las dos cosas, no son mutuamente excluyentes), consiguieron desarrollo socioeconómico de largo aliento? 

El liberalismo social constituye un modelo económico basado en el respeto al mercado y al Estado, cada quien en lo suyo.  El Estado en defensa de los más necesitados, por la vía de una mejor redistribución del ingreso y la riqueza, con impuestos justos y subsidios directos; y, el mercado equilibrando las libres fuerzas de la oferta y la demanda, sin interferencias perniciosas, salvo en el caso de que se presenten fallas o distorsiones.  Se requiere de un Estado que actúe como regulador, como facilitador de la libre iniciativa privada.  Un Estado que opere dentro de un marco de derecho y que combata también los abusos de ciertos individuos, que en vez de liberalismo, pretenden convertir al mercado por la vía de la especulación financiera, por ejemplo, en un sitio más de libertinaje, que de auténtica libertad socioeconómica. 

No hay comentarios: