martes, 8 de marzo de 2011

ADAM SMITH

3.1      EL LIBERALISMO CLÁSICO: ADAM SMITH (1723 – 1790)

Imagen: Adam Smith (Fuente: http://e-pesimo.blogspot.com/2008/11/mercados-de-la-mano-invisible-de-adam.html)
“No puede haber una sociedad floreciente y feliz, si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable”
“No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero, que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”
“El trabajo fue el primer precio, el dinero de compra original que se pagaba por todas las cosas”
“Aunque la extensión del Gobierno ha retardado el progreso natural de Inglaterra, no ha sido capaz de detenerlo”
“No hay arte que un gobierno aprenda más rápido de otro que el de drenar dinero de los bolsillos de la gente”. [1]
“Si una nación no pudiera prosperar sin disfrute de perfecta libertad y perfecta justicia, no habría en el mundo ninguna nación que pudiera alguna vez haber prosperado” [2]
Adam Smith
Filósofo y economista escocés, nacido en Edimburgo en 1723.  El primer libro de Adam Smith, The Theory of Moral Sentiment (Teoría de los Sentimientos Morales), su obra maestra desde el punto de vista filosófico, se publicó en 1759.  En ella exponía los principios de la naturaleza humana que guiaban el comportamiento social del hombre, exponiendo por primera vez sobre «la mano invisible» que sin saberlo y sin proponérselo orientaba el interés individual particular hacia el bien común de la sociedad[3].  
 Foto: Con esta obra, Smith se graduó de Filósofo (www.intercodex.com)
En 1776, publicó su obra económica clásica: “La Riqueza de las Naciones”.  Este libro representaba el primer gran trabajo de economía política clásica y liberal. En ella se aplicaban a la economía, por primera vez, los principios de la investigación científica, en un intento de construir una ciencia independiente. [4]Continuando con el tema iniciado en su obra filosófica (“Teoría de los Sentimientos Morales”), demostraba cómo el juego espontáneo del interés particular individual bastaría para aumentar la riqueza de las naciones, si los gobiernos dejaran de intervenir en la economía.  En este sentido Smith creía más en la espontaneidad, en la libertad, antes que en la imposición, en las trabas, o en la fuerza.
  Esta obra: “la riqueza de las naciones”, debería ser la Biblia del Economista, porque con este libro, A. Smith fundó la economía política; ¿Por qué insisten estudiar en la materia de economía política con tanta profundidad a K. Marx, cuando él más bien escribió “el capital, crítica a la economía política”, es decir, una crítica a la doctrina fundada por el profesor escocés?  Sociólogos como Heinz Dieterich o políticos como Hugo Chávez, está bien que veneren y admiren profundamente a Marx, pero ¿y qué decimos los economistas? (Foto: www.elortiba.org)
La mano invisible del mercado, es una metáfora utilizada por Adam Smith, para explicar los mecanismos autorreguladores del libre mercado.  Representa el principal fundamento teórico del liberalismo clásico.  Para Smith, la mano invisible está conformada por la conjunción del interés personal de cada individuo, expresada a través de la competencia, la oferta, la demanda, el mecanismo de los precios, etc., mecanismos que según sus demostraciones, son capaces de asignar por sí mismos con eficiencia y equidad, tanto los recursos como el producto de la actividad económica.
       
En palabras de Smith: “Todos se esfuerzan por usar su capital para que les produzca el máximo valor.  Generalmente no tienen la intención de promover el interés común ni de saber en qué medida están haciéndolo.  No les importa otra cosa que su seguridad, su ganancia personal.  En esto los guía una mano invisible para que traten de alcanzar un fin que no formaba parte de su intención.  Al buscar su interés personal, a menudo promueven el de la sociedad con mayor eficiencia que si realmente quisieran hacerlo”. (ADAM SMITH: “La Riqueza de las Naciones” – 1776).

 Imagen: Adam Smith impartiendo cátedra en la Universidad de Glasgow (www.monografias.com)
       
Esta frase de Smith, ha sido muy mal interpretada por personas, incapaces de comprender pensamientos profundos y bien intencionados.  Acusan entonces al Padre de la Economia Política Liberal, de ser una persona egoísta y terriblemente individualista, cuando ya ha sido demostrado hasta la saciedad cuál era su manera de entender la vida y de analizar el complejo mundo de los fenómenos socioeconómicos.  ¡Pero claro! Estas personas que lo critican, no tienen empacho alguno en publicitar y promover sistemas que como el socialismo, en ninguna parte del mundo han funcionado.  Analicemos entonces, brevemente esta frase de Smith y veamos con un prisma pragmático (sin dañinos colores ideológicos) qué quiso decirnos este genial filósofo y economista, al hablar de “interés particular”:
                       
                               Smith señala, que el interés particular de los individuos, es el que hace crecer y desarrollarse a la sociedad en su conjunto.  Este enunciado aparentemente egoísta de Smith, encierra una gran verdad, ya que esta búsqueda de la maximización de beneficios, hace que, por ejemplo, una persona emprenda en una determinada actividad productiva.  Al aventurarse en una nueva empresa, necesitará comprar factores productivos, en especial, deberá contratar trabajadores, quienes a cambio de una remuneración trabajarán para él.  La inversión privada hará que aumenten por tanto, la producción y con éste, el empleo.
 
                                El empresario particular, únicamente busca su propio beneficio, no quiere aumentar ni el empleo ni la producción nacional, está guiado por la mano invisible del mercado; no obstante esta búsqueda individual de la persona, desemboca en el interés social, al generarse empleo por una parte; y, al ser capaz incluso de pagar los tributos al Fisco, en caso de que le vaya bien, no así aquellas a las que les va mal y sufren pérdidas, que con el tiempo las obliga incluso a cerrar sus operaciones.  No todos los empresarios obtienen beneficios, lo hacen únicamente aquellos que satisfacen al consumidor con criterios de calidad y precios, lo cual se consigue mediante la eficiencia técnica y económica, de la función producción.  Es verdad que el liberalismo parte del individuo, del ser humano, pero su trabajo germina en un entorno social de producción, consumo y distribución de bienes y servicios, que no lo puede realizar en forma aislada, que necesita el concurso de otros actores sociales en el mercado.    

                                                       Es preciso considerar además que, desde el momento que un producto es puesto en el mercado, se enfrenta a una determinada demanda.  En tal sentido, todo productor antes de vender su mercancía, debe hacer una investigación de mercados, aun cuando sea al nivel más elemental (observación, por ejemplo), con la finalidad de satisfacer al cliente y obtener mayores utilidades.  En otras palabras, si bien puede haber una motivación egoísta inicial del productor, no es menos cierto que nadie le comprara su producto, si éste no es el más adecuado en cuanto a calidad y precio, por ello deberá fijarse en las necesidades y deseos del consumidor para poder complacerlo.  Entonces, de esta motivación individualista inicial del lucro, se desprende luego un afán de servir al prójimo, ofreciéndole productos que satisfagan sus necesidades y sus deseos. 

                                                       Otro ejemplo del acierto de la frase de Adam Smith, lo encontramos en los inventos desarrollados por los grandes científicos a lo largo de la historia, pues, muchos de ellos querían únicamente, ser famosos, pasar a la historia, o incluso ser millonarios, a través de sus revolucionarias invenciones.  Así, al descubrir cosas motivados por su particular interés ayudaron a la humanidad en su tránsito hacia la prosperidad socio-económica.  Como lo afirmaba Milton Friedman en uno de sus videos por Internet de la serie televisiva de los años 80, “Libre para elegir”, “… Ninguno de esos inventos han sido concebidos en una oficina gubernamental, ni obedecen a una planificación del Estado, han sido hechos por personas particulares…”. [5]

                                                       La frase señalada ha sido tergiversada y sacada de contexto, por quienes sin ningún argumento sólido, más que la utilización de epítetos descalificadores (“neoliberales”, por ejemplo), retratan a Smith, como si él hubiera sido un “egoísta”, un “individualista”, un “ambicioso”, en definitiva, un cruel e inhumano personaje y esto de ningún modo es así, pues el mismo padre de la economía liberal, señaló esta otra expresión que la podemos encontrar en el libro I de su obra: “La Riqueza de las Naciones”, donde sentencia: “Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable” [6], frase esta última que nos hace ver el profundo sentimiento y la preocupación de Smith, por los pobres; pero hay gente (sin bases desde luego) que quiere decir que Smith fue un personaje terriblemente egoísta y para nada solidario.  Smith entonces era liberal, pero era solidario también.  No existe oposición entre libertad y solidaridad, como tantas y tantas veces lo escuchamos por ahí,  de parte de los enemigos de la libertad socialmente responsable.
 
Foto: El retrato del economista y filósofo escocés Adam Smith aparece a partir del 13 de marzo de 2007, en los billetes de 20 libras del Reino Unido (http://estaticos02.cache.el-mundo.net)

Analicemos más a profundidad el contexto de la frase anterior de Adam Smith, para comprender mejor   por qué lo dijo y concretamente a qué se refirió.

“(…) La queja habitual de que el lujo se está extendiendo incluso hasta las clases más bajas del pueblo, y que los pobres no están satisfechos hoy con la misma comida , el mismo vestido y la misma vivienda que antes, nos convencerá de que no sólo es el precio monetario del trabajo lo que ha aumentado, sino su recompensa real.
¿Debe considerarse a esta mejora en las condiciones de las clases más bajas del pueblo como una ventaja o un inconveniente para la sociedad? La respuesta inmediata  es totalmente evidente.  Los sirvientes, trabajadores y operarios de diverso tipo constituyen la parte con diferencia más abundante de cualquier gran sociedad política.  Y lo que mejore la condición de la mayor parte, nunca puede ser considerado un inconveniente para el conjunto.  Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz, si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable.  Además, es justo que aquellos que proporcionan alimento, vestimenta y alojamiento para todo el cuerpo social reciban una cuota del producto de su propio trabajo suficiente para estar ellos mismos adecuadamente bien alimentados, vestidos y alojados (…)”

                        Sencillamente fantástica la descripción que hace Adam Smith de la solidaridad social.  Él la ve no como una serie de regalos y dádivas a las personas que no necesitan de ayuda alguna.  Él la ve con otra mirada, observa como la iniciativa privada, la libre empresa es capaz a través de una adecuada y justa retribución salarial, mejorar las condiciones de vida de los más necesitados.  Pero no se trata de malentenderlo tampoco y esperar a que los salarios suban por decreto gubernamental.  Se trata más bien de asimilar concientemente lo que está diciendo, de que es una economía bien manejada, la base del progreso social. 

                        En otras palabras, ¿de qué serviría subir los sueldos imperativamente, si con eso se van también a incrementar los precios? Lo que Smith propone es simplemente, controlar la inflación, para que haya una mejora en las condiciones de vida y en el bienestar general de todos los habitantes, en especial de los más necesitados y ello sin duda requiere de un estricto y disciplinado manejo económico.  Que el Estado no gaste innecesariamente recursos que son públicos, que son de todos, sino que más bien en alianza con el sector privado, concertados en una alianza estratégica; sector público y los particulares, consigan el progreso de las naciones. 

                        ¿POR QUÉ SE DICE QUE ADAM SMITH FUE EL PADRE DE LA ECONOMÍA POLÍTICA LIBERAL? ¿POR QUÉ SOSTIENEN QUE ÉL LA FUNDÓ COMO CIENCIA?

¿Alguien sabe cómo se fabrica un lápiz? En 1776, con esta sencilla pregunta, Adam Smith daba comienzo a la ciencia económica moderna y fundaba la ideología de más éxito e influencia de los últimos tres siglos: el liberalismo.  Porque los intelectuales que vinieron después (desde Marx a Keynes, pasando por Mill o Hayek), lo que hicieron fue adherirse, criticar o matizar las ideas de Smith, que permanece hoy como referente obligado de todo el que quiera sinceramente comprender el funcionamiento del orden económico.

El genio de Smith no se encuentra sólo en plantear la interrogante, sino, sobre todo, en su respuesta.  Smith fue el primero en preguntar a la gente, ¿cómo se fabrica un lápiz?, cuestión que luego sería retomada por Milton Friedman, el discípulo moderno de Smith y quién está detrás del éxito de la actual economía chilena.  Así pues, el leñador de los bosques noruegos que corta la madera, el dueño de la mina en Alemania de la que se extrae el grafito para la punta o el capitán del barco holandés que transporta estos materiales hasta el Reino Unido, son todos parte de una gran cadena en la que sus componentes ni siquiera son conscientes de participar, que no necesariamente se conocen entre sí, que incluso pueden tener diferentes culturas, creencias e ideologías.  Son meros eslabones, que talan un árbol porque un transportista se lo comprará o fletan un barco porque un industrial así lo contrató.   

Es la mano invisible del mercado la que los une y permite que esa madera noruega acabe en el estuche de los estudiantes en cualquier país del mundo. Y es el deseo de obtener beneficios (dentro del respeto a los contratos y a la propiedad privada de los otros) del maderero, del comerciante y del fabricante de lápices, el que permitirá satisfacer la necesidad de ese individuo llamado consumidor: «No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero por lo que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés», afirmaría magistralmente Smith, en una de sus frases más conocidas y respetadas.

A partir de esta idea, tan sencilla y revolucionaria,[7]Smith desarrolla todo una filosofía basada en una premisa: demos libertad a los hombres con el único límite de los derechos de sus vecinos; la búsqueda de su propio interés será el motor que permita que la sociedad avance.

Las consecuencias de esta teoría socavarán los cimientos de la política de la época.  En un momento en el que sólo el Reino Unido puede definirse como una incipiente democracia y en el que las relaciones económicas entre los estados se basan en el proteccionismo,  Smith reta a los poderes establecidos. [8]

Adam Smith, quien paradójicamente era un funcionario de aduanas escocés (curiosa ironía de la historia), presentó la mejor defensa hecha nunca de la libertad de comercio (que beneficia a ambas partes, no es un juego de suma cero) y del derecho del individuo para dirigir sin interferencias su destino. Un planteamiento que no busca la desaparición del Estado: ni Smith ni ninguno de los grandes liberales que le siguieron propugna la desregulación completa de los Estados (como se repite erróneamente en los últimos años), ni que el comercio se convierta en la “ley de la selva”, en un “sálvese quien pueda”, o en un “capitalismo salvaje”.  Su ideario se basa en la existencia de un Estado fuerte (para proteger la libertad del individuo, su vida y su propiedad) pero limitado en las actividades empresariales económicas (que no interfiera en aspectos que deben ser potestad de sus ciudadanos).

Los pensadores liberales que vinieron después intentarían demostrar la veracidad de la intuición de Smith.  Así, la ciencia económica, especialmente tras la revolución marginalista de Jevons y Walras, se convierte en una materia cercana a las matemáticas, en la que las curvas de oferta y demanda explican cómo los consumidores y los productores se unen en un punto de equilibrio que maximiza sus utilidades marginales (todos estos descubrimientos dan lugar a la microeconomía). Luego vendría Alfred Marshall, el primer neoclásico, que aúna los principios de Smith, David Ricardo o John Stuart Mill con el análisis marginalista.

Comentario: Por ello se considera con mucha razón, que el liberalismo realiza un análisis técnico de la realidad económica, en contraposición al análisis sociológico y político efectuado por las corrientes marxistas, por ejemplo.  Mientras para los liberales, las matemáticas y los hechos desempeñan un papel protagónico; para los marxistas, son la política, la sociología, el marketing, la publicidad y el discurso, los que juegan un rol preponderante.

FUENTE: http://e-pesimo.blogspot.com/2008/11/mercados-de-la-mano-invisible-de-adam.html

Sería injusto no dedicarle a Smith un mayor espacio en este libro, al haber sido él quien fundó la ciencia económica y el ideólogo principal del liberalismo social y económico, por ello veamos los aspectos más relevantes de este genial economista y filósofo escocés.

·          En 1776 publica su famoso libro “Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones”, conocida simplemente como: “La riqueza de las naciones”.
·          En este libro Smith sostiene que la riqueza procede del trabajo, de la división social de éste, en función a las capacidades individuales de cada persona.  El libro fue esencialmente un estudio acerca del proceso de creación y acumulación de la riqueza, tema ya tratado por los mercantilistas y fisiócratas, pero sin el carácter científico de la obra de Smith.  Este texto le otorgó el nombramiento de fundador de la economía política (y por tanto le concedió el título de economista), porque fue el primer estudio completo y sistemático del tema.
·          A la edad de 14 años, en 1737 ingresa a la Universidad de Glasgow, en donde recibe clases de Filosofía Moral.
Universidad de Glasgow Foto: Universidad de Glasgow en Escocia; por estas aulas, paseó su clase y dictó cátedra de Economía, de lógica y de moral, el genial Adam Smith. (http://sobreescocia.com/2009/10/05/las-universidades-escocesas/)
·          En el período: 1748-1751, entabla amistad con el filósofo David Hume, lo que influyó mucho en las teorías económicas y éticas de Adam Smith.
 Foto: David Hume, filósofo que influyó mucho en el pensamiento de Smith. (www.montesdetoledo.wordpress.com)
·          Dictó cátedra en la Universidad de Glasgow.  En 1751 impartió clases de Lógica y en 1752 de Filosofía Moral.
·          Smith se inspiró básicamente en las ideas de Francois Quesnay y Robert Jacques Turgot, para construir su propia teoría, que establecería diferencias respecto a la de estos autores.
·          Fue nombrado Director de Aduanas de Edimburgo en 1778, puesto que desempeñó hasta su muerte el 17 de julio de 1790 a causa de una enfermedad. En 1787 fue nombrado Rector Honorífico de la Universidad de Glasgow. [9]  Cabe señalar también que el padre de Smith fue juez y oficial de Aduanas.
·          Sus dos obras principales son: “Teoría de los sentimientos Morales” y “La Riqueza de las Naciones”. 
·          La “Teoría de los sentimientos morales”, publicada en 1759, empieza por la exploración de todas las conductas humanas en las cuales el egoísmo no parece desempeñar un papel determinante, como aseguran con total desconocimiento o incluso mala fe, sus detractores.  Lo que se expone entonces es el proceso de simpatía (o empatía), a través del cual un sujeto es capaz de ponerse en el lugar de otro,[10] aun cuando no obtenga beneficio de elloSmith plantea que independientemente de cuán egoísta se suponga al hombre, existe un principio en su naturaleza que lo lleva a preocuparse por los demás, lo que sería consecuencia de su concepto fundamental: la simpatía. El desarrollo de la obra lleva al descubrimiento del espectador imparcial, la voz interior que dictaría la propiedad o impropiedad de las acciones. Este espectador imparcial puede asociarse al concepto de la conciencia cristiana.  Aunque hay que aclarar que a pesar de esta visión, a lo largo de la obra el autor explica el origen y funcionamiento de los sentimientos morales: el resentimiento, la venganza, la virtud, la admiración, la corrupción y la justicia.  El resultado es una concepción dinámica e histórica de los sentimientos morales y de la ética.
·          En 1776 Adam Smith, tras 10 años de arduo trabajo, publicó su obra Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (o simplemente La riqueza de las naciones), por la cual es considerado por muchos especialistas el padre de la Economía Política.  Esta obra representa el intento de este genial investigador, por diferenciar la economía política de la ciencia política, la ética y la jurisprudencia. Un elemento fundamental para esta diferenciación fue la crítica al mercantilismo, corriente heterogénea que venía desarrollando nociones económicas desde el siglo XV, más vinculada a los imperios coloniales que a la naciente revolución industrial.  [11]
·          En el primer capítulo del libro IV Smith analiza esta noción popular que confunde,  los conceptos de riqueza y dinero. El salto micro-macro que supone que un país “es generalmente rico de la misma manera que una persona”, es un serio error, según Smith. En efecto, la Riqueza de las Naciones, se inicia con la siguiente frase: “El trabajo anual de toda nación es el fondo que originalmente la provee para todas las necesidades y conveniencias de la vida que consume anualmente”.  Según Smith, entonces, la causa de la riqueza de una nación no es la cantidad de oro y plata que ésta acumule, sino la división del trabajo que genera especialización y mejoras en la productividad y competitividad de los países.
·          Smith analiza el tema de las restricciones a las importaciones. Con la tesis mercantilista de aumentar el superávit comercial minimizando las importaciones, Smith afirma que se fomenta el monopolio doméstico. El fundamento que utiliza el filósofo y economista escocés para rebatir esta política de capitalismo de Estado, es el interés propio: “Cada individuo está continuamente esforzándose para encontrar el empleo más ventajoso para el capital del que pueda disponer. Es su propia ventaja, ciertamente, y no la de la sociedad, la que tiene en mente. Pero el estudio de su propia ventaja naturalmente, o más bien necesariamente, lo lleva a preferir el empleo más ventajoso para la sociedad”.  En otras palabras, critica la tesis de que las restricciones a las importaciones promueven la industria doméstica e inhiben la fuga de capitales, argumento que descansa en el discurso acerca de las serias consecuencias económicas y sociales para el país.  En cambio plantea que a la hora de invertir el capitalista privilegiará la seguridad de tener su capital cerca, y en la industria doméstica buscará el sector que le proporcione la mayor utilidad.
·          Conceder el monopolio del mercado doméstico a cualquier industria en particular, es en cierta  medida como dirigir a las personas en la manera en que deben emplear su capital (...). “Es la máxima de todo prudente padre de familia nunca intentar hacer en casa algo que le costará más fabricarlo que comprarlo (...).  Lo que es prudencia en la conducta de toda familia, rara vez deja de serlo en un gran reino” (La Riqueza de las Naciones, pp. 456-57).  ¿No les parece que está criticando otra vez al mercantilismo proteccionista? Desde luego que sí, Smith aquí señala que resulta un contrasentido tratar de producir un bien o servicio cuyo costo de producción sea más alto que el comprarlo (importarlo) desde el extranjero. En ese sentido fue el fracaso de la estrategia de sustitución de importaciones en los años 60 y 70 en América Latina, porque debemos como sociedad, no como Gobierno simplemente, establecer en qué somos buenos produciendo y fabricarlo, en lugar de insistir en industrializarnos forzadamente. El orden espontáneo ha demostrado ser más eficaz que la imposición. En mi opinión, Ecuador podría especializarse en la agroindustria, la minería, el turismo, la industrialización de petróleo[12], etc.,  por las enormes ventajas comparativas y competitivas que tenemos en esas ramas. Chile, por ejemplo no produce ni exporta autos y sin embargo es un país desarrollado en América Latina. Por tanto es falaz decir que únicamente con la industrialización puede haber progreso.  Ayuda sí ser industrializado, pero no es suficiente.  El desarrollo socioeconómico se lo consigue dedicándonos a ramas para las que natural y espontáneamente somos buenos, es decir, no es necesario irnos “contra natura” para ser prósperos y producir con criterios de eficiencia, calidad, productividad y competitividad.
El desarrollo no debe ser forzado, debe ser conseguido por la vía de la libertad económica y de la solidaridad social, siguiendo los principios económicos, morales y sociales de Adam Smith, que por algo se demoró 10 años investigando las causas que estaban detrás del origen de la riqueza de las naciones. Alguien podría decir, sí pero son muy antiguas las tesis liberales de Smith, si correcto, pero más caducas son las ideas mercantilistas y pretenden seguirlas aún en nuestros días.  Además, el proteccionismo explica sólo parcialmente el desarrollo de algunas naciones antiguas. En tanto que el liberalismo social se ha cansado de dar ejemplos contemporáneos de progreso y bienestar para la humanidad, como lo veremos posteriormente en este mismo libro.
·          Más adelante vuelve a la carga planteando explícitamente que “los mercaderes y los fabricantes son los que derivan la mayor ventaja de este monopolio del mercado doméstico” (Riqueza de las Naciones, p. 459). Ésta es la dura realidad, según el propio padre de la economía política, y ésta es la causa por la que el libre mercado a la manera de Smith, no ha sido posible implementarlo a plenitud, ni en los países más liberales, económica, política, jurídica y socialmente hablando.  De allí que ni en los EEUU, se ha empleado liberalismo clásico en un 100%.  Por esto hablar del fracaso de las políticas “liberales” no tiene sentido, cuando han sido terriblemente mal interpretadas a lo largo de la historia y de los siglos posteriores a su aparición.  A más de que no han sido aplicadas en su totalidad, por ejemplo, el libre comercio, es un postulado liberal, pero para que se vean sus beneficios es necesario que todos participemos en él, no únicamente los países subdesarrollados abriendo nuestras fronteras y los grandes países, protegiendo sus industrias, mediante subsidios u otro tipo de trabas.  Hong Kong es el mercado más libre del mundo y es uno de los más desarrollados también.  Este país era utilizado constantemente de ejemplo por Friedman en los EEUU, en tiempos donde la libertad económica era mal vista.  Hoy por hoy, el proteccionismo más bien, es mirado con recelo en el concierto internacional de las naciones, por eso los países que lo aplican, no resultan atractivos ni para la inversión extranjera, ni para la captación de créditos de parte de los organismos financieros internacionales. 

·          No obstante las evidencias presentadas aquí y en múltiples tratados sobre el tema, todavía existen personas que culpan al liberalismo social y económico de Smith, de haber sido el responsable de las “crisis económicas mundiales”, cuando él se oponía a la acumulación excesiva del capital monopólico y la excesiva concentración de la riqueza en manos de unos pocos, alentados precisamente por un Estado altamente intervencionista, en todo tiempo y lugar.  Tanto en épocas de crisis, como de prosperidad.  Por ello en la presente obra, no se pretende de modo alguno instaurar un liberalismo a ultranza, porque eso en la práctica no es posible.  Lo que se plantea es simplemente, tomar como referente central para el progreso de las naciones, las geniales ideas y la visión integral del pensamiento de Adam Smith y de los liberales que le sucedieron, sin extremismos, ni fanatismos ideológicos, porque como el mismo Smith lo señaló, habrían poderosos intereses que se opondrían a la instauración de este sistema, siendo el más importante y feroz de ellos, el de los monopolistas y mercaderes, siempre aliados en contubernio con los poderes políticos de un determinado país.  Veamos, entonces lo que dijo este brillante pensador escocés:

·          “Esperar, ciertamente, que la libertad de comercio sea alguna vez enteramente establecida en Gran Bretaña es tan absurdo como esperar que Oceanía o Utopía sean establecidas. No sólo los prejuicios del público se oponen de una manera irresistible, sino también lo que es mucho más inconquistable: los intereses privados de muchos individuos (...). El miembro del parlamento que apoya toda propuesta para fortalecer este monopolio puede estar seguro de alcanzar no sólo la reputación de un perito en cuestiones comerciales, sino gran popularidad e influencia con una clase de hombres cuyo número y riqueza le proporcionan gran importancia. Si se opone, por el contrario, y más aún si tiene la autoridad suficiente para ser capaz de contrariarlos, ni la más reconocida probidad, ni el rango más alto, ni los más grandes servicios públicos realizados podrán protegerlo del abuso y la detracción más infames, de insultos personales, ni tampoco a veces del peligro real que surge de la rabia insolente de los furiosos y desilusionados monopolistas” (La Riqueza de las Naciones p. 471).

·          Luego de rebatir al mercantilismo, Smith contradice también la doctrina de los fisiócratas. Investigadores basados en las ideas de Francois Quesnay (1694-1774), un prestigioso médico de cabecera de la favorita de Luis XV, madame de Pompadour.  En palabras muy simples, la doctrina fisiocrática interpreta la economía casi en términos fisiológicos, donde las condiciones del mercado, en términos de los flujos de bienes y servicios, serían similares a las del flujo de sangre en el cuerpo (una visión bastante médica del asunto, dado que Quesnay era médico de profesión).  Esta idea de un cuerpo social análogo al cuerpo físico tiene implicaciones políticas, ya que dado que la naturaleza representa la armonía, cualquier alteración del orden natural tendría consecuencias negativas.  De allí que uno de los postulados centrales de los fisiócratas sería el “laissez faire”, abogando, entre otras cosas, por el libre comercio.  Por tanto el mejor gobierno es el menor gobierno y toda intervención estatal dañaría el flujo natural de la economía. Esta corriente económica y política tuvo gran influencia en el “simple y obvio sistema de la libertad natural” o espontánea de Smith y los liberales que le sucedieron.

·          ¿Cuál es la mayor imperfección teórica de los fisiócratas, según Smith? La clave se encuentra en la causa de la riqueza de una nación. Para Smith, la respuesta está en el trabajo de una nación, no en la tierra o la naturaleza, como lo es para los fisiócratas, representantes del “sistema agrícola”.  Por tanto la riqueza de un país, según esta escuela, está principalmente en la agricultura, no en el desarrollo del comercio, que es simplemente un punto de tránsito natural en el sistema de flujos que se representa con detalle en  la famosa Tabla Económica (1758) de Quesnay.  Éste sería el gran error de quienes se hacían llamar a sí mismos “los economistas”.  [13]
·          Para que entendamos mejor el aspecto social implícito en las tesis de Adam Smith, es necesario que consideremos el aspecto central que el filósofo y economista escocés le daba a lo que él descubrió y que lo denominó como la  DIVISIÓN DEL TRABAJO.  La Riqueza de las Naciones, que se publicó en 1776, incluía un brillante argumento sobre las ventajas económicas que las organizaciones y la sociedad podrían obtener de la división del trabajo. Él empleó para sus ejemplos la industria de fabricación de alfileres. Smith menciona que diez individuos, cada uno realizando una actividad especializada, podrían producir entre todos alrededor de 48 mil alfileres al día. Sin embargo, si cada uno trabajara en forma separada e independiente, con un poco de suerte esos diez trabajadores podrían fabricar 200 (o incluso diez) alfileres al día. Si cada trabajador tuviera que jalar el alambre, estirarlo, cortarlo, martillar la cabeza a cada alfiler, afilar la punta, y soldarle la cabeza a cada pieza, sería un verdadero reto producir diez alfileres al día.
Smith concluyó que la división del trabajo aumenta la productividad al incrementar la habilidad y destreza de cada trabajador, al ahorrar tiempo que, por lo general, se pierde al cambiar de actividades, y al crear inventos y maquinaria que ahorraban trabajo. La amplia popularidad actual de la especialización del trabajo (tanto en servicios de enseñanza, medicina y otros; como en las líneas de ensamble en las plantas de automóviles) se debe sin lugar a duda a las ventajas económicas que el genio escocés, citara hace más de 200 años.
·          ¿Cuál debía ser el papel del Estado en opinión de Smith?  en la “Riqueza de las Naciones”, es a partir de los gastos de donde se deducen los roles del Estado. Lo que sin duda marca un hito importante en el estudio de esta nueva disciplina del saber que es la economía política, pues al parecer ya no es la política la madre de las ciencias, como en la tradición clásica y republicana, sino que a partir de un tema propiamente económico se infieren consecuencias políticas tan importantes como son los roles del Estado.  De alguna forma la Riqueza de las Naciones, marca un antes y un después en las concepciones de la gente, representa el crepúsculo de una tradición política, muy marcada por el republicanismo clásico, pero a la vez el amanecer de una nueva ciencia que emerge, llamada Economía.  De allí que en el presente libro se insiste tanto acerca de que la política debe ser manejada con criterios económicos y técnicos.  La economía está por sobre la política, tiene mayor trascendencia, es de más largo aliento, de mayor alcance, por eso incluso el nombre de la moderna ciencia fundada por Adam Smith, llamada: economía política, donde la palabra economía se lee antes que la palabra política.

·          ¿Qué es la economía política?  Smith en el Libro IV, que trata sobre los sistemas de economía política señala que, la economía política es una rama de la ciencia del hombre de Estado o legislador.  Así, la economía política trata: 1) que el pueblo pueda conseguir el ingreso o la subsistencia por si mismo, es decir, que no dependa de dádivas, bonos o subsidios, que trabaje en función a sus capacidades o habilidades específicas; y, 2) proporcionar al estado o comunidad un ingreso suficiente para pagar los servicios públicos, vía impuestos, tasas, peajes y demás contribuciones fiscales.  En épocas de Smith había dos sistemas de economía política, el uno era agrícola (fisiocrático) y el otro mercantil (mercantilista). Posteriormente aparecieron dos más, el liberal fundado por Smith y el Marxista, propuesto por Marx.  Así que es falso eso que dicen ciertos intelectuales de izquierda, que hay sólo dos sistemas: socialismo y capitalismo.  Donde según ellos, el socialismo es un modelo solidario y lleno de virtudes, mientras que el capitalismo es un modo de producción que por ser explotador, debe ser destruido. 

·          Así que no son dos modos de producción.  Existen cuatro sistemas de economía política, en orden de aparición: 1) capitalismo fisiocrático; 2) capitalismo mercantilista; 3) capitalismo liberal; y, 4) socialismo marxista.  Entonces como vemos el único en oponerse al capitalismo como tal es el marxismo, por ello es que resulta incorrecto decir, soy socialista, pero no soy marxista, porque como vemos el socialismo fue fundado por Karl Marx.  Digan mejor, soy capitalista pero creo en la intervención del Estado en la Economía, con lo cual se estarían ubicando en el capitalismo mercantilista, que fuera tan combatido por Smith y que en cierta forma sería  reivindicado luego por Keynes, aunque ya lo dijimos anteriormente, Keynes tenía muchas coincidencias con el pensamiento liberal, pero sí aceptaba la intervención del Gobierno, en ciertas circunstancias específicas, no siempre ni en todo momento; porque eso ha generado graves crisis inflacionarias a lo largo del tiempo. 

·          Smith empieza su análisis a través del sistema mercantil y lo comienza criticando valientemente como era su particular característica: "(...) Se supone que un país rico, igual que una persona rica es un país donde abunda el dinero; y se supone que acopiar oro y plata en cualquier país es el medio más sencillo de enriquecerlo... El Sr. Locke observa... que el oro y la plata constituyen la parte más sólida y sustancial de la riqueza mueble de una nación, y piensa por ello que la multiplicación de esos metales debe ser el objetivo principal de su política económica". (La Riqueza de las Naciones.  Libro IV.  Página 540.  Alianza Editorial) La pregunta que les dejo planteada queridos lectores es: ¿Quién estaba de acuerdo con la explotación colonialista?, ¿los proteccionistas, o los liberales? ¿Por qué acusan al liberalismo, de colonialismo si es obvio que los mercantilistas, quienes veían en el oro y la plata la fuente de la riqueza? La respuesta es simple, por una bien orquestada campaña de satanización del LIBERALISMO, que como vemos es una doctrina HUMANISTA y esa sí PROGRESISTA, porque lleva al progreso material y espiritual de una nación. Por ello sostengo que la doctrina de Adam Smith, debería ser conocida más bien como LIBERALISMO SOCIAL; pues, ¿Defiende o no al ser humano (individuo) Adam Smith? ¿Es o no verdad que los intercambios se materializan en el mercado y no en la solitaria isla de Robinson Crusoe?, ¿Por qué dicen que el liberalismo se cayó en 1930 y que lo levantó Keynes, si sus postulados basados en valores, mercados, individuo, sociedad y respeto, jamás han sido aplicados a plenitud? El que se cayó fue el capitalismo salvaje, el del "sálvese quien pueda", el de los monopolios, el de la acumulación excesiva y desmedida, que no fuera fundado de modo alguno, por el genial escocés.  

·          Adam Smith plantea que los gastos en defensa,  son la primera obligación del Soberano, esto es, defender su país.  La segunda parte se refiere a los gastos de justicia, y en esta parte existen dos puntos dignos de resaltar.  Smith defiende una teoría de justicia conmutativa, donde se respeten los derechos del otro. Sin embargo, existe una realidad económica que es ineludible: “Donde hay grandes propiedades, hay grandes desigualdades. Por cada hombre rico, debe haber al menos quinientos pobres, y la opulencia de unos pocos supone la indigencia de la mayoría. La opulencia de los ricos excita la indignación de los pobres, que a menudo son llevados por la carencia e impulsados por la envidia a invadir sus posesiones” (La Riqueza de las Naciones, Libro V, pp. 709-10). Por tanto Smith llega a la siguiente conclusión: “El gobierno civil, en tanto es instaurado para asegurar la propiedad, es en realidad instaurado para la defensa de los ricos contra los pobres, o de aquellos que tienen alguna propiedad contra aquellos que no tienen nada” (La Riqueza de las Naciones, Libro V, p. 715).  La idea liberal de John Locke de justicia en términos de una defensa de la “propiedad’ privada (propriety, que dice relación con lo propio), que incluye la vida, la libertad y las posesiones, pareciera confinarse a esto último. Éste es un tema interesante, porque nuevamente la economía cobra preeminencia en términos materiales.  Como vemos entonces, Smith de modo alguno desconocía el hecho de que las enormes desigualdades podían dar lugar a un gran descontento social, al contrario, estaba consciente de ello y en cierta manera (aunque no explícitamente) abogaba por una defensa de la propiedad privada legal y justamente obtenida, en base al trabajo del individuo, que es lo que todo Estado sensato debe garantizar, porque tampoco se puede permitir que bajo el pretexto de las inequidades e injusticias, se robe o se atente contra la base de una sociedad civilizada, que son las posesiones lícita y laboriosamente obtenidas por la gente.  Otra cosa sería desde luego, “velar” por propiedades fraudulentamente conseguidas, como fruto de actividades reñidas con la moral, la ley y las buenas costumbres, como las que poseen los narcotraficantes o los estafadores, por ejemplo, en cuyo caso el Estado deberá intervenir en ellas y lógicamente sacarlas a la venta.

·          Smith, al hablar sobre la Justicia, aparece como un férreo defensor de la independencia entre el Poder Judicial y el Ejecutivo.  Las razones por las cuales ambos poderes se separan son el fruto del progreso económico, ya que el Soberano decide en algún momento delegar las funciones propias de la administración de la justicia, pues ya no es capaz de administrar todas las causas privadas.  También como parte de una suerte de evolución hacia la sociedad comercial, el desarrollo económico aumenta la propiedad de bienes, pero también las fuentes de conflicto. Por tanto esta separación de poderes pareciera ser otro efecto natural de la división del trabajo que tiene importantes consecuencias positivas para la sociedad.  Como paladín de la libertad, Smith, se oponía a cualquier forma de imposición o despotismo de parte de los gobernantes, que sin duda se han presentado siempre en sociedades dictatoriales, donde el mandamiento político de unos pocos “iluminados” ha tenido que ser acatado sin chistar por el resto de la sociedad civil.  Habría sido imposible que un liberal de la talla de Smith, estuviera a favor del establecimiento de canonjías o privilegios por ostentar el Gobierno, él lo entendía simplemente como un encargo que le hacía el pueblo para que le sirva bien y le administre mejor los escasos recursos disponibles, esto es, que lo haga en términos económicos antes que políticos, privilegiando el bien común por sobre sus intereses particulares.  Al separarse las funciones del Estado, se consigue independencia entre los poderes, lo cual es sano dentro de una democracia republicana.  De allí que no se entiende cuando ciertos gobernantes, critican la autonomía y la independencia de otras instituciones del Estado como el Banco Central, por ejemplo, que es necesario que sea soberano respecto del Ejecutivo, porque caso contrario éste le podría disponer que se emita más dinero del respaldado en la producción, con el malsano propósito de financiar sus desequilibrios fiscales, resultantes de su afición por el gasto público excesivo.  Esto ya lo vivimos en el Ecuador en algunas ocasiones, pero de manera especial en la crisis financiera de 1998-1999, con las trágicas consecuencias que todos conocemos.  Por ello, las recomendaciones de Adam Smith, resultan pertinentes incluso para nuestras modernas democracias.  Esto lo dijo el propio Smith: “Cuando el poder judicial está unido al poder ejecutivo, es casi imposible que la justicia no se sacrifique a lo que vulgarmente se llama política (…) Pero de la administración imparcial de la justicia depende la libertad de cada individuo, la seguridad que pueda sentir.  En orden a hacer a cada individuo sentirse perfectamente seguro en la posesión de cada derecho que le pertenece, no sólo es necesario que el poder judicial esté separado del poder ejecutivo, sino que debe alcanzarse la máxima independencia.  El juez no debe estar sujeto al capricho del poder ejecutivo para ser removido de su cargo. El pago regular de su salario no debe depender de la buena voluntad ni de la buena situación económica del poder ejecutivo”.

·          Smith al hablar sobre los gastos en obras e instituciones públicas, señala que esta obligación del Estado se refiere tanto a las obras que facilitan el comercio (infraestructura) como con la instrucción de la gente (educación académica, moral y religiosa), respectivamente.  En referencia a lo primero Smith no cree necesario que todo el gasto corresponda al Estado, ya que las carreteras pueden tener peajes, los puertos pueden cobrar derechos, e incluso servicios como correos o la acuñación del dinero podrían eventualmente dejarle ingresos al país[14]   En cuanto al segundo gasto —instituciones públicas— tenemos, por un lado, la educación de los jóvenes, y por otro, la educación de la gente de todas las edades, como la religión, por ejemplo.  Respecto a la educación de los jóvenes la discusión se inicia con una defensa de la libre competencia de la misma.  Critica duramente el sistema de Oxford donde los profesores reciben un sueldo fijo, ya que “por todos estos años los profesores públicos han perdido incluso la pretensión de enseñar” (La Riqueza de las Naciones, Libro V,  p. 761).  Por el contrario, defiende el sistema escocés, donde los profesores reciben sueldo fijo y honorarios, directamente de los alumnos.  Adelantándose a lo que será el concepto moderno de los incentivos, plantea que “es el interés de cada hombre vivir de la manera más fácil que pueda” (La Riqueza de las Naciones, Libro V, p. 760).  Pero en lo que respecta a la enseñanza escolar, Smith cree que es obligación del Estado enseñar al pueblo a escribir, leer y contar.  Esta defensa de la enseñanza básica obligatoria es notable porque en su época no sólo existían intelectuales y políticos contrarios a las “escuelas de caridad”, sino porque además esta educación surge ante la necesidad de prevenir las nocivas consecuencias de la especialización que producirá la división del trabajo durante la revolución industrial.  Smith, el padre del satanizado y vilipendiado laissez faire, hace un llamado a la intervención estatal en defensa de los más necesitados, para ello propone que el Estado invierta en la educación de los niños, no en la de los jóvenes y adultos, porque eso ya no es la sana responsabilidad del Estado, como lo demuestra Andrés Oppenheimer en su famoso libro: “Cuentos Chinos”, donde claramente señala que las clases más bajas en América Latina por ejemplo, ya no acceden a la educación universitaria, porque generalmente se dedicaron a trabajar junto a sus padres o abandonaron la escuela o el colegio, debido a sus condiciones mismas de pobreza.  Se debería más bien, propone este prestigioso periodista y escritor argentino, pensar en un sistema como el de los países más prósperos, donde los jóvenes que se gradúan en las universidades públicas, pagan al finalizar su carrera, cuando ya han comenzado a trabajar.  Además las subvenciones que se dan en el Ecuador, por ejemplo, deberían basarse en el rendimiento académico de las personas y no en consideraciones netamente políticas.  De allí que por ejemplo, estudiantes repetidores de materias, deberían pagar por su educación, por las nuevas matrículas que toman (algo que creo que sí se está haciendo y me parece muy bien), pues el hecho de estar ocupando un asiento en las universidades públicas, hace que otras personas probablemente con más méritos no lo puedan realizar, es decir, el costo de oportunidad de un estudiante politiquero y mediocre, representa un ingente gasto social, no adecuadamente visibilizado por todas las instancias que regentan el desempeño de las universidades del país.

·          Luego Smith también se refiere a la educación religiosa.  El Estado en esa época estaba muy unido al poder eclesiástico, por lo que se incluye la religión dentro de los gastos del Soberano o República.  La primera pregunta que se hace Smith es si este gasto en instrucción religiosa constituye o no un deber del Estado.  Responder a esta pregunta es equivalente a preguntarse por qué Smith se refiere a la religión como la “enseñanza de la gente de todas las edades”. Existe una analogía entre la instrucción en educación y la instrucción en religión. Esta analogía lleva a Smith a conclusiones y deducciones interesantes. Así como es más favorable que los profesores reciban un honorario que los incentive a enseñar mejor, los que tienen a su cargo la instrucción religiosa deberían, por analogía, recibir un honorario voluntario por parte del público, y no un sueldo del Estado. La religión no tiene por objeto convertir a la gente “en buenos ciudadanos para este mundo, sino prepararlos para otro y mejor mundo en la vida que viene” (La Riqueza de las Naciones, Libro V, p. 788).  Así los profesores de cualquier doctrina religiosa que nos preparan para la vida futura, o bien dependen de contribuciones voluntarias de sus seguidores (los alumnos que aprenden cómo alcanzar la vida futura) o bien del Estado. Con una noción de la naturaleza humana que destaca el interés propio, los incentivos y las bondades de la competencia, Smith está convencido de que “su ejercicio, dedicación y trabajo serán mucho mayores en el caso anterior, es decir, dependiendo de sus alumnos.  Cuando dependen del Estado, igual que los profesores públicos de Oxford, caen en la indolencia”;  y lo que es peor, como lo demuestra la historia, las religiones estatales, en el caso de amenaza, recurren al Estado para defender la “verdadera religión” (caso del Islam o de las cruzadas cristianas medievales antiguas, por ejemplo). La única ocasión en que Smith alaba al catolicismo es precisamente por esta razón económica: “En las ramas inferiores del clero católico el ejercicio y la dedicación se mantienen muy vivos por el poderoso motivo del interés propio”.  Sin embargo, la intención subyacente en el tratamiento de este tema económico es también política: la separación del poder ejecutivo del poder eclesiástico. Continúa y pronostica que el catolicismo “en el curso de unos pocos siglos más, a lo mejor, se desintegrará en ruinas”.  Según Smith, así como el progreso económico destruyó el poder de los barones medievales, así también se destruirá el poder del clero.  Es natural la animadversión que Smith sentía hacia los católicos. En Gran Bretaña todavía se hablaba en forma peyorativa de los “papistas”, y existen varios pasajes donde se refiere con sarcasmo a los monjes católicos y al escolasticismo.  La sangrienta historia de guerras religiosas no sólo habrían motivado a Hobbes a buscar un sistema que preservara la paz, sino que de alguna manera también está presente en el pensamiento de Adam Smith. 

Comentario: El pensamiento de Adam Smith influyó después en la ideología liberal de Eloy Alfaro, en el Ecuador, porque este gobernante terminó con el poder político-económico que tenía la Iglesia Católica, durante el período conservador de Gabriel García Moreno.  De ahí que confundir al liberalismo con el conservadurismo, como lo hacen algunos intelectuales, resulta incluso un contrasentido histórico.  Los liberales defienden la libertad: económica, política, social y religiosa del individuo.  ¡Nada es forzado, todo es espontáneo, está basado en el respeto al otro! ¡En la no imposición de nada!, de allí su notable éxito.

·          Vamos a topar un aspecto polémico en la vida y el pensamiento de Adam Smith, ¿creía o no en Dios este genial pensador escocés? Él jamás negó la existencia de un Ser Supremo, de hecho en la Teoría de los Sentimientos Morales, utiliza un lenguaje bastante deísta, pero en otras publicaciones inéditas de Smith, lo niega.  De todas maneras y esta es mi opinión personal, Smith sí creía en Dios, incluso en Jesucristo,  pero no en las religiones.  ¿Es esto un contrasentido? De modo alguno, la religión en ese tiempo estaba muy mezclada con los poderes terrenales, en especial con el Estado, por ello él creía que desmarcarse de una ideología, creencia o fe determinada, que abogaba por una activa intervención del sector público en la economía, le resultaría más provechosa a la ciencia social que él había acabado de inventar: la economía política.  Tal es así que pienso, que incluso la idea de la “mano invisible” del mercado, que no es movida por entidad natural o humana alguna (salvo el caso de monopolios u oligopolios, como ya se señaló anteriormente), implicaría la creencia de Smith en alguna especie de fuerza o poder sobrenatural que lo maniobra, permitiendo a vendedores y compradores ponerse de acuerdo respecto al precio de equilibrio, al cual van a ser intercambiados los productos.  Pero esto es sólo una opinión personal, de modo alguno, una verdad absoluta, pues Smith era bastante reservado acerca de sus creencias teológicas.  Que quede claro entonces, una cosa es que él haya dicho que Estado y religión, eran una especie de alianza incestuosa y fatídica en contra de la libertad del individuo, de igual manera al contubernio Estado-mercaderes, del mercantilismo y otra muy diferente que él haya negado la existencia de Dios, como si lo hizo Karl Marx, por ejemplo, para quien la religión era un invento de los seres humanos, concretamente del Clero, con el fin de ser conformistas en esta vida y no querer alcanzar el progreso material aquí en la tierra, con la esperanza de ser premiados con la vida eterna.  Recordemos la famosa frase de Marx: “la religión es el opio del pueblo”.   Algo sin duda cuestionable, dado que el bienestar material y el espiritual no son mutuamente excluyentes, de hecho hay abundantes ejemplos respecto a personas que pese a su riqueza han sido generosas y han sabido compartir con los más necesitados, el producto de su acumulación capitalista (como ya lo vimos anteriormente en el reportaje de una revista norteamericana).  El propio Jesús, no estuvo en contra de los ricos, él se oponía a los espíritus avaros, que pensaban que acumulando más y más dinero iban a salvar su alma, de allí que los invitó a ser generosos y desprenderse de los bienes materiales a favor de los más humildes, por ello su frase: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". (Mateo 25, versículo 40.  Biblia Católica).  Por ello no hay pecado social más grande que el de la corrupción, porque ésta hace que el dinero no llegue a los individuos más necesitados, infringiéndole un altísimo costo de oportunidad a toda la comunidad.  ¡Cuántas obras a favor de los más pobres del mundo se habrían podido realizar, si tanto avaricioso y codicioso (generalmente funcionario público) no se habría robado hasta “el santo y la limosna”!  Por ello, aquí les propongo que en lugar de criticar al liberalismo social y económico, seamos duros contra la corrupción de los valores morales de la sociedad en general, lo que sin duda constituye la verdadera perversión de cualquier sistema o modelo socioeconómico.  ¡Mano dura en contra de los que han robado impúdicamente al Estado! Y no críticas despiadadas en contra de los que planteamos soluciones imaginativas y propositivas a los graves problemas nacionales.  Ideas que responden a una lectura objetiva de los hechos y del pensamiento de los grandes hombres de la historia de todos los tiempos; aquí se las pretende adaptar a nuestra realidad contemporánea.

·          Otro punto importante de destacar es la valentía intelectual de Adam Smith.  Ciertamente en esa época era más que atrevido proponer la separación entre el poder ejecutivo y el poder eclesiástico en los términos que lo hace Smith, fomentando la competencia entre cientos o miles de sectas.  Además requería de coraje el referirse a “los mercaderes, fabricantes y terratenientes” en la forma que Smith lo hacía.  Sus críticas al sistema económico imperante, echando por la borda el mercantilismo proteccionista comercial vigente, tampoco son un asunto menor.  En este ámbito es destacable el riesgo intelectual que corrió Adam Smith.

·          Adam Smith es un pensador enigmático en muchos sentidos. Existen algunos pasajes en los que el padre del liberalismo económico pareciera contradecir su ideología. Regulaciones particulares como algunas marcas aprobadas por el gobierno, ciertas regulaciones en cuanto a la emisión de dinero que podrían ser consideradas como “una manifiesta violación de la libertad natural” (La Riqueza de las Naciones, p. 324), una defensa de una tasa de interés máxima, o sea, por debajo del precio de equilibrio del mercado de dinero (La Riqueza de las Naciones, p. 357) que provoca la reacción de Jeremy Bentham, una serie de subsidios y penas específicas mediante la aplicación de impuestos que bien podrían ser considerados instrumentos de reforma social, además de ciertas excepciones al libre comercio exterior y doméstico, son contrarias a la idea de Smith como el padre del libre mercado. Es más, propone impuestos progresivos: los ricos no sólo deben pagar lo que les corresponde, sino que algo más (La Riqueza de las Naciones, p. 842).

  • La imagen de Adam Smith como el defensor del laissez faire es cuestionable, o al menos está sujeta a excepciones.  La actividad gubernamental es requerida en ciertas situaciones, sobre todo cuando está en juego el bien público.  Por tanto la imagen del padre del liberalismo económico como un defensor de un simple laissez faire no es tan sólida ni transparente como comúnmente aparece.  Los fisiócratas defendían el laissez faire con una intervención mínima del Estado. La posición de Adam Smith es más compleja. Ciertamente defiende “ese deseo de mejorar nuestra condición, un deseo que, aunque generalmente tranquilo y desapasionado, nace con nosotros y nunca nos deja hasta que nos vamos a la tumba” (La Riqueza de las Naciones, p. 341), el interés propio (que es diferente del egoísmo).  También defiende la libre competencia como una forma de beneficiar a la sociedad.  Pero ¿cabe proponer una explicación alternativa a lo que realmente motiva a Smith a defender su “sistema de libertad natural”? El factor histórico y contextual de su época, donde Smith reaccionaría ante una clase corrupta, es una posible explicación plausible.  No en vano critica en forma tan dura a los mercaderes, fabricantes y terratenientes, no por nada, su enemigo número uno es el monopolista.
  
·          Según la tesis central de La Riqueza de las Naciones, la clave del bienestar social está en el crecimiento económico, que se potencia a través de la división del trabajo. La división del trabajo, a su vez, se profundiza a medida que se amplía la extensión de los mercados y por ende la especialización.
·          Una particularidad de la obra es el planteamiento de que, gracias a la apelación al egoísmo de los particulares se logra el bienestar general.[15] Esto es muchas veces interpretado de forma imprecisa como que simplemente el egoísmo lleva al bienestar general.  Sin embargo, pasajes tanto de esta obra como de los sentimientos morales dejan en claro que la empatía con el egoísmo del otro (en donde acentúa la siguiente frase: «dame lo que necesito y tendrás lo que deseas») y el reconocimiento de sus necesidades es la mejor forma de satisfacer las necesidades propias.
·         La obra incluye una filosofía de la historia, donde la propensión a intercambiar exclusiva del hombre se convierte en el motor del desarrollo humano. Esta obra constituye también una guía para el diseño de la política económica de un gobierno.  Los beneficios de la mano invisible del mercado solo se obtendrán en una sociedad bien gobernada.  [16]
·          El libro fue esencialmente, un estudio de la creación de la riqueza. De por sí no representaba nada nuevo, puesto que el tema ya había preocupado a los mercantilistas y a los fisiócratas, pero, mientras que los primeros creyeron que la riqueza derivaba de una balanza comercial favorable y los segundos de la tierra, Smith sostuvo que la riqueza procedía del trabajo, en concreto de la división y especialización del mismo, todo lo cual debe hacerse en forma social, no individualmente.
·          Empezó con la celebrada descripción del trabajo que incrementa la riqueza debido a que aumenta la destreza de la fuerza de trabajo, ahorra tiempo, y permite el empleo de ingenios mecánicos. Los límites de la división del trabajo vienen determinados por el tamaño del mercado y del "stock de capital".
·          El problema del crecimiento económico lo desarrolló en su famoso Libro IV, en el cual Smith adelantó la tesis de que la libertad dentro de una sociedad llevaría a la máxima riqueza posible. En muchos sentidos, el argumento se basa en The Theory of Moral Sentiments, debido a que la armonía social que exponía dependía, en muchos sentidos, del delicado equilibrio de los motivos en conflicto del hombre. La búsqueda para satisfacer el propio interés beneficiaría a toda la sociedad y estará limitado por el propio interés en el prójimo. Los productores intentan obtener el máximo beneficio pero, para lograrlo, deben producir los bienes que desea la comunidad. Además, deben producirlos en las cantidades adecuadas, de lo contrario, un exceso daría lugar a un beneficio y precio bajo.
·          El delicado mecanismo de la "mano invisible" entraba en juego también en el mercado de los factores de producción, asegurando la armonía siempre que los factores buscaran las rentas máximas posibles. Se producirían los bienes adecuados a los precios adecuados y el conjunto de la comunidad obtendría la máxima riqueza posible mientras rigiera la libre competencia; sin embargo, si se restringiese la libre competencia, la "mano invisible" dejaría de funcionar y la sociedad cargaría con las consecuencias
·          El éxito inmediato del libro se debió a su brillante sistematización del pensamiento económico alrededor del concepto central de los mercados, y en la justificación intelectual que proporcionaba a los nuevos industriales que estaban interesados en librar a Gran Bretaña de los controles mercantilistas. En un corto tiempo, La Riqueza de Las Naciones entró en las estanterías de los políticos y economistas proporcionando el código del comportamiento económico que sirvió a Gran Bretaña durante la mayor parte del siglo siguiente, y cuyas brillantes perspectivas únicamente quedaron paliadas por las predicciones lúgubres del reverendo Thomas Malthus y David Ricardo. En definitiva se dice que, Adam Smith persuadió a su propia generación y gobernó a la siguiente.
Entre sus aportes más importantes se destacan:
·          La diferenciación clara entre valor de uso y valor de cambio.
·          El reconocimiento de la división del trabajo, entendida como especialización de tareas, para la reducción de costos de producción.
·          La predicción de posibles conflictos entre los dueños de las fábricas y los trabajadores mal remunerados.
·          La acumulación de capital como fuente para el desarrollo económico.
·          La defensa del mercado competitivo como el mecanismo más eficiente de asignación de recursos.

Comentario: En síntesis, es muy sencillo simplemente proponer la mano invisible como una representación de las fuerzas de oferta y demanda en el mercado, reflejada en una teoría del equilibrio general de precios; es también fácil citar a Smith como el defensor del principio que postula una naturaleza humana egoísta, y aún más cómodo referirse a Adam Smith como el padre del liberalismo económico que sólo predicó el laissez faire.  Lo realmente complicado es referirse a Smith, como lo que fue, un científico económico y social que partiendo del individuo proyectó su influencia al resto de la sociedad, de allí el carácter de la economía de ser eso, una ciencia social, basada en principios y reglas de aceptación general debidamente comprobadas.  Lo difícil es verlo como el hombre que realmente forjó el desarrollo de los países hoy prósperos y competitivos alrededor del mundo, porque su pensamiento está bastante alejado del conservadurismo, como muchas veces pretenden equivocadamente decirlo, gente que no lo ha investigado bien, o que simplemente trata de criticarlo por ser el rival intelectual del sociólogo y filósofo alemán Karl Marx, quien se opuso a su pensamiento, no porque considerara que Smith estaba totalmente equivocado, al contrario Marx retoma muchos de los conceptos presentes en la obra de Adam Smith; sino simplemente por motivos político-ideológicos, porque para el filósofo alemán (autor del “manifiesto comunista”), el capitalismo era un sistema de explotación del hombre por el hombre y había que sustituirlo por el socialismo.  Sistema este último que al ser implantado en la práctica, ¡jamás funcionó!

Incluso hay quienes afirman, que la economía no es ciencia social y que Adam Smith no era economista.  La ciencia (del latín scientia “conocimiento”) es el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales.  (Fuente: wikipedia)  ¿No es acaso un principio y una ley general, que cuando sube el precio de un producto, disminuye su consumo? , ¿No es economista un hombre que escribió un libro acerca de la riqueza de las naciones y dejó sentadas las bases para la formación de la economía política como ciencia social? 

Hoy que las teorías de Marx, ya no tienen el mismo efecto que tenían años atrás, antes de la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del socialismo real en Europa del Este, hace más de 20 años, las ideas de Smith siguen vigentes, por haber planteado un capitalismo solidario, es decir, un sistema liberal sí, pero profundamente solidario, prueba de ello son sus múltiples frases inmortales que dejaría para la posteridad y que aquí se las ha citado, como realidad irrefutable de que el filósofo y economista escocés, en realidad fundó una ciencia social denominada economía política basada en principios, en valores, en normas de vida, y claro porque no en el respeto al libre mercado, a la libre competencia, al sistema de precios, a la productividad, a la competitividad, a la defensa de los trabajadores en contra de los empresarios explotadores que no les querían pagar un justo salario por sus labores, a la propuesta de separar las relaciones perniciosas entre Estado y capitalistas o entre Estado y religión; al planteamiento de que las personas contribuyan al fisco en función de su renta, es decir, imponiendo impuestos progresivos, para que el que más tiene, más pague.

Éste es el verdadero Adam Smith, el hombre que tras casi 200 y más años de su muerte dejó una huella indeleble en el campo de la ciencia económica y de la ciencia social.  Éste es Adam Smith, no el egoísta e individualista personaje, pintado en las fábulas de ciertos intelectuales y extremistas que sería necesario que expliquen ¿a qué Adam Smith se refieren? y qué nos digan también ahora, si éste es el mismo “cruel e inhumano” personaje que fundó el liberalismo como una doctrina científica, filosófica, económica y social que ha trascendido fronteras a lo largo de más de dos siglos y que ha contribuido decisivamente al origen y la causa de la riqueza de las naciones.  Cada vez que leo a Smith, no dejo de maravillarme de tanta sabiduría, porque él sí puso al individuo, al ser humano, en primer lugar, por sobre el Estado muchas veces comportado como un ente omnipotente y dictatorial.  Pero no confundirse o malinterpretar, Smith no era un anarquista, él creía en el Estado, pero no en uno grande y absorbente, él planteaba un Estado al servicio del individuo y no al revés, es decir, un sector público fuerte (que no es lo mismo que grande), responsable y facilitador de la libre iniciativa privada.  Porque los que dicen que la economía debe estar al servicio del ser humano y no del capital, tienen bastante razón, lo malo es que se olvidan de que no es a través de mayor Estado, la forma de lograrlo; pues, la voz de la historia es unánime en ese sentido, es la libertad individual debidamente regulada y complementada con la solidaridad con los más necesitados y marginados, la única vía posible para conseguir una “visa al desarrollo”.                                                                                            
Fuentes de consulta: wikipedia; http://liberalescontratotalitarios.rebeliondigital.es/Adam_Smith.htm;  http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/5_5_Montes.pdf (artículo del argentino Leonidas Montes); y,  http://www.monografias.com/trabajos14/administracion-empresas/administracion-empresas.shtml


[1] En esta frase se puede apreciar el pensamiento de A. Smith, sobre los impuestos; estaba de acuerdo con ellos, pero con los proporcionales, incluso con los progresivos, pero jamás con los confiscatorios.
[2] En esta frase Smith coloca a la libertad y a la justicia como determinantes principales del desarrollo de las naciones.  Un sistema liberal sin justicia social, no tiene sentido.
[3] Esto debe quedar claro, para los liberales sociales es el interés individual de las personas comunes el que ocasiona un mayor bienestar social para la colectividad.
[4] Por ello se afirma y con mucha razón que A. Smith al ser el fundador de la economía política como ciencia social fue el primer economista, así como Hipócrates fue el primer médico, por haber instituido la medicina; porque resulta que para algunos intelectuales, A. Smith, fue sólo un filósofo, del tipo de K. Marx.  Smith más que economista y filósofo, fue un científico económico y social que revolucionó al mundo con sus geniales descubrimientos acerca del funcionamiento del mercado en libertad, basado en principios y valores morales, que necesariamente conducían a la solidaridad social.
[5] “El poder del mercado”.  Videos de Friedman en castellano, los puede encontrar en: http://www.jorgevalin.com/weblog/2005/04/libre-para-elegir-videos-de-friedman.html
[6] SMITH, Adam.  La Riqueza de las Naciones.  Libro I.  Alianza Editorial.  Madrid.  2008.  Página 126
[7] Revolucionaria, porque los liberales también lo son, pero sin violencias, ni radicalismos fanáticos.  Por tanto, es siguiendo las ideas liberales, que los países progresan, como será demostrado en el capítulo 4.
[8] Smith desafío valientemente al capitalismo mercantilista de corte proteccionista, que era la doctrina dominante de la época, pues en aquel entonces, la ideología marxista, todavía no hacía su aparición.  Los mercantilistas eran conservadores y los liberales eran eso, ¡liberales!
[9] Eco-Finanzas.com Adam Smith, biografía.
[10] Los sentimientos morales Suite101.net
[11] El capitalismo mercantilista o proteccionista era un ferviente defensor del colonialismo.  No así el liberalismo de A. Smith, abiertamente opuesto a la explotación colonialista, a la existencia de metrópolis y colonias, en definitiva.  No obstante y con absoluto desconocimiento, se repite que el liberalismo es colonialista.
[12] Industrializar el petróleo, por ejemplo es muy diferente a intentar producir de la noche a la mañana autos o televisores, por ejemplo, que en buena hora si se los puede hacer, pero sopesando cuánto nos va a costar primero, porque si resulta que es más caro producir que importarlo, sería preferible traerlo del extranjero, pues así nos saldría más barato como país. 
[13] La doctrina de los fisiócratas que era importante en la época de Smith, se hacía llamar económica y a sus seguidores, economistas.  ¿Qué decir entonces de Smith? ¿Era o no economista? En mi opinión, sí lo era y no sólo eso fue el más importante científico socioeconómico del pensamiento clásico.
[14] En este sentido, si bien es cierto el Estado puede invertir en más y mejores carreteras, no necesariamente esto tiene que ser así, es decir, las carreteras pueden tener peajes que sean pagados por los propios usuarios de las mismas, es injusto inclusive que todas las personas vía impuestos sean las que paguen; más equitativo sería que cada quien pague en función a su utilización. 
[15] Pensamiento Ilustrado, Adam Smith Clases de Historia.com
[16] Por eso es tan criticada la mano invisible del mercado, por quienes tan mal gobiernan, violando los mecanismos y los sistemas de mercado, imponiendo precios a su antojo, diciéndole por decreto a la economía: qué, cómo y para quién producir.

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