martes, 8 de marzo de 2011

KEYNES

JOHN MAYNARD KEYNES (1883-1946)

Keynes (Fuente: www.todolomejoraqui.com)

“Tras cualquier acción de un político se puede encontrar algo dicho por un intelectual quince años atrás”
“Cuando la acumulación de riqueza no tenga importancia para tener un alto nivel social, habrá un gran cambio en los códigos morales.”
“Cuándo los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted, señor?”
“Pienso que modificando el capitalismo, sabiamente, puede volverse probablemente más eficiente para alcanzar los fines económicos que todos los sistemas alternativos han tenido hasta el momento, pero este sistema es, en muchos aspectos, extremadamente criticable”.
“Cuando el desarrollo del capital de un país se convierte en un subproducto de las actividades de un casino, es probable que el trabajo se haya hecho mal”. 
“Los periodos largos son una guía engañosa para los temas de actualidad.  A largo plazo estamos todos muertos”. 
“Al mismo tiempo que mejora la organización de los mercados de inversión, aumentan, sin embargo, los riesgos del predominio de la especulación. Los especuladores podrían no resultar perjudiciales si fueran como burbujas dentro de una corriente empresarial estable; lo grave se produce cuando es la empresa la que se convierte en una burbuja en medio del desorden especulativo”
“Si yo te debo una libra, tengo un problema; pero si te debo un millón, el problema es tuyo”.
John Maynard Keynes
FUENTE: http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/john-maynard-keynes.html

Economista inglés (Cambridge, 1883 - Firle, Sussex, 1946).  Recibió una educación de elite en Eton y Cambridge, orientándose hacia la economía por consejo de su maestro, Alfred Marshall.  Tras un breve periodo trabajando en el servicio administrativo británico para la India, en 1909 entró como profesor en el King’s College de Cambridge, donde enseñaría economía hasta su muerte.  Fue un hombre de vasta cultura, un humanista erudito y de prosa exquisita, gran orador, contertulio y mecenas de intelectuales y artistas; pero también fue un hombre de mundo interesado por los asuntos políticos y por la economía práctica, dedicando parte de su tiempo a negocios ajenos y propios con los que llegaría a hacerse millonario.

FUENTE: www.biografiasyvidas.com/biografia/k/keynes.htm

IDEAS ECONÓMICAS

Keynes, fue un economista británico, cuyo pensamiento tuvo una fuerte repercusión en las teorías económicas y políticas modernas, así como también en las políticas fiscales de muchos gobiernos.  Keynes y sus seguidores de la posguerra destacaron no solo el carácter ascendente de la curva de oferta, en contraposición con la visión clásica, sino además la inestabilidad de la demanda agregada, proveniente de los shocks ocurridos en mercados privados, como consecuencia de los altibajos en la confianza de los inversionistas.  Dado este énfasis en la demanda, era natural para Keynes proponer el uso de políticas fiscales y monetarias activas para contrarrestar las perturbaciones de la demanda privada, por lo que es particularmente recordado por su aliento a una política de intervencionismo estatal, a través de la cual el Estado utilizaría medidas fiscales y monetarias con el objetivo de mitigar los efectos adversos de los períodos recesionarios o expansivos de las fluctuaciones cíclicas siempre presentes en la actividad económica.  Los economistas lo consideran uno de los principales fundadores de la macroeconomía moderna.
Keynes fue un inversor de éxito logrando amasar una gran fortuna (después de afianzarse como economista ya que en su juventud sufrió grandes pérdidas que debieron ser cubiertas por su padre). Durante el Crack del 29 casi queda en bancarrota, pero pudo recuperarse en poco tiempo.  Bertrand Russell decía de Keynes que era la persona más inteligente que había conocido, señalando que, "Cada vez que hablaba con Keynes, sentía que mi vida estaba en sus manos, y rara vez no me hacía sentir un poco tonto".
Keynes aceptó una cátedra de economía en Cambridge, financiada personalmente por Alfred Marshall, desde la cual comenzó a construir su reputación.  Pronto fue nombrado para la Comisión Real para la Moneda y Finanzas de la India, donde mostró considerable talento para aplicar la teoría económica a los problemas prácticos. 
Sus habilidades fueron muy demandadas durante la Primera Guerra Mundial. Trabajó para el consejero del ministro británico para asuntos financieros, y para el Tesoro de Su Majestad, en asuntos financieros y económicos. Entre sus responsabilidades se encontraba el diseño de los contratos crediticios entre Gran Bretaña y sus aliados continentales durante la guerra, y la adquisición de divisas escasas.
Su muy popular expresión "A largo plazo todos estaremos muertos..." ("In the long run we are all dead"), es frecuentemente citada.

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La Gran Depresión de la economía mundial iniciada a partir del año 1.929, contribuyó en  gran medida al surgimiento científico de la Macroeconomía y en consecuencia, al aparecimiento de las ideas Keynesianas; pues una gran parte del mundo desarrollado, sufrió una gran disminución de la producción y un aumento significativo de las cifras del desempleo.  En EEUU, por ejemplo, la desocupación de la fuerza laboral llegó al alarmante porcentaje del 25%.
Este acontecimiento histórico devastador, puso en la palestra del debate las teorías de los economistas clásicos, quienes presagiaban que las fuerzas del mercado, con su perfecta movilidad y flexibilidad, impedirían un intenso y enorme desempleo, como el que padeció la economía mundial en la década de los treinta del siglo XX.
Fue en este sombrío escenario, cuando aparecieron las teorías impulsadas por el economista británico, John Maynard Keynes, esbozando el trayecto de la macroeconomía moderna al explicar con mucha solvencia técnica, el fenómeno de la Gran Depresión, recomendando paralelamente, políticas económicas concretas para combatirla.
La obra económica más importante de Keynes, fue la “Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero”, publicada en 1.936.  Además, éste economista británico, intervino en la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1944; y, el sistema monetario internacional luego de la segunda guerra mundial.
La teoría fundamental de Keynes gira en torno al hecho de que las economías de mercado no se autorregulan en forma suave, es decir, no aseguran altos niveles de producción y bajos índices de desempleo en forma regular.  Al contrario, afirmó Keynes, las economías presentan una tendencia a la inestabilidad, por estar sujetas a grandes vaivenes que se deben, al menos parcialmente, a los cambios entre optimismo y pesimismo que intervienen en los niveles globales de inversión empresarial.  Un giro al pesimismo en los directivos empresariales induce a un violento descenso en la inversión, que consecuentemente provocaría una disminución de la producción y en los índices de empleo.
Keynes argumentó con gran vigor, que una vez presentada una catástrofe de la magnitud que tuvo la gran depresión, las fuerzas de mercado por sí solas no la pueden suavizar ni eliminar con celeridad.  Esto se debe, en alguna medida, a que varios precios fundamentales de la economía, especialmente el nivel promedio de salarios, no son muy flexibles y no se movilizan rápidamente cuando surgen impactos adversos que estremecen la economía.  Keynes recomendó, que se precisan ajustes claves en las políticas macroeconómicas, especialmente en el gasto público y en la tributación, así como en la política monetaria, para combatir los declives económicos y estabilizar la economía.  Uno de los postulados de Keynes, decía que los gobiernos pueden y deben instrumentar políticas de estabilización para impedir o contrarrestar las declinaciones económicas.
Luego de veinticinco años de terminada la segunda guerra mundial, las sugerencias de política económica esbozadas y analizadas profundamente por Keynes, gozaron de amplia aceptación universal, pues, había gran conciencia entre las autoridades económicas mundiales, de que los gobiernos podían impedir las depresiones económicas por medio del manejo expansivo de la política fiscal y monetaria.   Una gran porción de las economías del globo, crecían velozmente, sin depresiones económicas de consideración y sin altas inflaciones, parecía que había llegado una nueva era de estabilidad macroeconómica. En la década de los setenta del siglo anterior, el mundo fue testigo del oscurecimiento del panorama económico, empezando a disminuir la confianza en las recomendaciones de política económica keynesiana.  Gran parte del mundo sufrió en carne propia un nuevo fenómeno económico conocido con el nombre de “estanflación”, es decir, la perversa combinación de estancamiento económico (lento, nulo e incluso negativo crecimiento de la producción y alto desempleo), combinado con elevada inflación.
 
Autores e investigadores macroeconómicos como: Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer, llegaron a la conclusión que el modelo keynesiano es útil en el corto plazo y el modelo clásico liberal, lo es en el largo plazo.  En tal sentido, los economistas pragmáticos emplean tanto economía clásica liberal, como economía keynesiana, según las circunstancias específicas y particulares por las que esté atravesando la economía.  Así, en épocas recesivas, es el Estado el llamado a intervenir en la economía, pero una vez que ésta se recupera, necesariamente se deberán emplear los instrumentos doctrinarios de la teoría liberal para conseguir desarrollo económico de largo plazo, sin tensiones inflacionarias; a las que lamentablemente conllevaría, la utilización indiscriminada de la política keynesiana tergiversada, por la vía del déficit fiscal crónico y recurrente.

LA POLÍTICA ECONÓMICA KEYNESIANA

Keynes consideraba a la política fiscal como un instrumento muy efectivo para combatir el desempleo.  En una economía capitalista caracterizada por desigualdades en la distribución del ingreso y otros elementos distorsionantes del mercado, sostenía que la base más importante para el mantenimiento de altos niveles de empleo, estaba en los gastos públicos orientados a cubrir el desequilibrio existente entre el ingreso y el consumo en el empleo total.
Keynes manifestó en el libro: “The Means to Prosperity”, (“Los Medios para la Prosperidad”) una frase que aquí se la cita por considerarla clave para comprender su pensamiento: “Es obvio que 100.000 hombres nuevos son un activo nacional, y que un millón de hombres parados son un pasivo público”, para ilustrar el hecho de que la mano de obra desempleada no aporta en nada al ingreso nacional, consecuentemente, cualquier cosa que produzcan cuando tienen un empleo representa un beneficio neto para la sociedad.
Como representante de toda la nación, un Gobierno nacional tiene la obligación de comportarse de manera tal que aumente el ingreso nacional.  El individuo en la búsqueda de sus particulares intereses[1], es lógico que participe en la economía con el afán de aumentar su propia renta personal.  Como los ingresos y costos individuales y sociales no tienen porque coincidir necesariamente, el Sector Público puede tomar la feliz iniciativa de emprender acciones que beneficien al colectivo de la economía, cuando ninguna persona tenga la predisposición o esté en condiciones de hacerlo.  [2]
La renta nacional tiene que utilizar siempre el criterio de bienestar social.  Las utilidades de las empresas son sólo una mínima parte, del total del ingreso o producto nacional, y no pueden ofrecer un criterio adecuado del bienestar social.  En tal sentido, cuando los empresarios resuelven que sus fábricas permanezcan inactivas, sirven a su propio interés, sin pensar de modo alguno en el bienestar social, pues, para las empresas sus trabajadores constituyen un costo variable que se termina cuando concluye el empleo.  Pero para la economía en su conjunto, la mano de obra es un costo fijo, invariable o constante, que prosigue ya sea que el individuo tenga o no trabajo.  Los obreros (siendo seres humanos) tienen que comer, estén empleados o desocupados.
El ámbito de influencia del pensamiento de Keynes no estuvo limitado únicamente a la teoría económica doctrinaria, la política económica práctica del mundo desarrollado, en especial durante las tres décadas posteriores a escribir su famoso libro: “The General Theory, of Employment, Interest and Money” (“La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero”), el período comprendido entre 1940 y 1970, lleva la marca personal de Lord Keynes.  Un aporte fundamental de Keynes se dio en el campo de la política fiscal, entendida ésta como las resoluciones adoptadas por el Gobierno Nacional en relación con sus gastos y con sus ingresos.
En el año de 1942 Keynes era ya un economista ampliamente reconocido, hecho evidenciado en su admisión en la Cámara de los Lores con el título de Barón Keynes, ubicándose en la bancada del Partido Liberal.  Durante la Segunda Guerra Mundial, Keynes argumentó en ¿Cómo pagar la guerra? (1940) que el esfuerzo bélico debería ser mayormente financiado mediante el aumento de colonias en África y por mayores impuestos, en lugar de gasto deficitario, para de esa manera evitar la inflación[3]. A medida que la victoria Aliada parecía más segura, Keynes estuvo muy involucrado en las negociaciones que establecieron el sistema Bretton Woods, en su papel de líder de la delegación Británica y presidente de la comisión del Banco Mundial.  El plan de Keynes, referente a una unión internacional para un sistema de administración de divisas, involucraba un banco central mundial, el Bancor, que sería responsable de una unidad mundial única de cambio.

Keynes militó en el partido liberal, aunque no compartía totalmente la visión autorreguladora del mercado de los liberales clásicos, él creía en la intervención del Estado en la economía, por eso se dice que sus políticas son útiles en el corto plazo para reactivar la producción.  A largo plazo, se ha demostrado empíricamente, que las ideas keynesianas llevadas al extremo, son inflacionarias.

 

En uno de sus primeros libros (1923) llamado: “Tratado sobre la Reforma Monetaria”, atacó las políticas deflacionarias de los años 20, una incisiva argumentación sobre por qué los países deberían apuntar a la estabilidad de los precios domésticos al tiempo de proponer el uso de tipos de cambio flexibles[4]. En el Tratado sobre el Dinero de 1930 (en 2 volúmenes) expone su teoría sobre el ciclo de crédito.

En su obra cumbre, la “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, publicada en 1936, Keynes presenta un planteamiento basado en la noción de la Demanda Agregada para explicar la variación general de la actividad económica, tales como las observadas durante la Gran Depresión de los años 30. Según su teoría, el ingreso total de la sociedad está definido por la suma del consumo y la inversión; y en una situación de desempleo y capacidad productiva no utilizada, "solamente" pueden aumentarse el empleo y el ingreso total, incrementando primero los gastos, sea en consumo o en inversión.
El libro aboga por políticas económicas activas por parte del gobierno para estimular la demanda en tiempos de elevado desempleo, por ejemplo a través de gastos en obras públicas.  El libro es a menudo visto como el fundador de la macroeconomía moderna.  Los historiadores concuerdan en que Keynes influyó en el New Deal del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, pero discuten aún sobre el grado de dicha influencia.  Una política de gasto deficitario del tipo que se dio en el New Deal comenzó a efectuarse en 1938.  Pocos economistas renombrados en los EE.UU. comulgaron con las ideas de Keynes durante los años 30.  Con el tiempo, sin embargo, sus ideas fueron más ampliamente aceptadas.

FUENTE: edicionesaosta.com

Su obra de 1930: “Tratado sobre el dinero” ("Treatise on Money") (2 volúmenes) fue visto como el mejor trabajo de Keynes por uno de sus más frecuentes oponentes intelectuales, Milton Friedman.  Friedman y otros monetaristas han argumentado que los economistas keynesianos (los seguidores de keynes o “neokeynesianos”) no prestan suficiente atención a la estanflación y otros asuntos inflacionarios.

¿ERA SOCIALISTA KEYNES?

Hay gente que así lo sostiene, sobretodo los liberales extremos y también aquellos que pretenden reivindicar la palabra “socialismo”; sin embargo, Keynes defendía el capitalismo y en definitiva toda su obra macroeconómica estuvo encaminada a replantear lo que él mismo llamaría la técnica del Capitalismo Moderno por medio de la acción colectiva.  En su concepción, la esencia del Capitalismo es la dependencia de un intenso atractivo por hacer dinero y por los instintos de amor al dinero de los individuos como principal estimulo de la maquinaria económica.  Según él, se pueden hacer adecuaciones en el mecanismo económico sin llegar a afectar la esencia del capital.  (Para los marxistas, esto simplemente es “revisionismo” y no están de acuerdo con eso).

El sistema keynesiano se apoya en el papel económico activo del Estado, sin embargo, el economista británico no cree que el campo de la iniciativa privada se vea seriamente afectado por esta participación estatal.  Para él la eficiencia económica es un factor relacionado con la iniciativa privada. Según su criterio “el individualismo es la mejor salvaguarda de la libertad personal si puede ser purgado de sus defectos y abusos, en el sentido de que, comparado con cualquier otro sistema, amplía considerablemente el campo en que pueden manifestarse la facultad de elección personal”.   Parece ser que Keynes intenta con su modelo teórico – práctico poner “a punto”, el mecanismo económico capitalista para que la libre empresa pueda jugar al laissez faire.  Así dice “Pero si la demanda efectiva es adecuada – y esta seria regulada en parte importante por el Estado – bastará con la habilidad y la buena suerte ordinaria”- se refiere ahora al libre juego de la iniciativa privada-

TEORÍA DE LA INFLACIÓN

Según Keynes, el proceso inflacionario fuera de control provoca procesos que desgastan la base de las relaciones capitalistas.  Keynes veía la causa más importante de la inflación en la eterna insuficiencia de dinero en el Tesoro Público.  ”Lo mas frecuente en estas condiciones es que el gobierno trate de cubrir el déficit recurriendo a un impuesto inflacionario disimulado”.  Por eso en los años veinte, Keynes se manifestó contra el aumento desmedido de los gastos gubernamentales.
Posteriormente, en el libro: “Teoría General” y bajo el influjo de los cambios ocurridos en la vida real de la economía capitalista (tras la crisis o crack de 1929), el lugar central de su pensamiento, lo ocupó la tesis sobre la insuficiencia de la demanda efectiva.  En la concepción keynesiana el proceso inflacionario estaba relacionado con el exceso de demanda efectiva, pero esta variante es la opuesta a la tratada en su libro, dado que como se conoce Keynes se ocupó de la Sobreproducción General,  por lo que no aparece en su obra principal un capitulo especifico dedicado a  explicar la inflación.
En los esquemas keynesianos, el crecimiento inflacionario de los precios, en la mayoría de los casos, debe estar precedido por cambios favorables en el sector real de la economía: la ampliación del volumen de la producción y la caída de la desocupación.  Esto arroja luz sobre la idea del rol estimulante de la inflación sobre el curso del desarrollo económico.  Según Keynes, la inflación auténtica o absoluta tiene lugar cuando el ulterior aumento de la demanda efectiva ya no conduce más a un aumento de la producción, sino que se agota enteramente en el aumento del costo por unidad, en rigurosa proporción al aumento de la demanda efectiva.  Él lo explica así “un aumento en la cantidad de dinero no tendrá el menor efecto sobre los precios mientras haya alguna desocupación, y la ocupación subirá exactamente en proporción a cualquier aumento de la demanda efectiva producida por la elevación de la cantidad de dinero, mientras que, tan pronto como se alcance la ocupación completa, la unidad de salarios y los precios serán los que crecerán en proporción exacta al aumento de la demanda efectiva ( … ) mientras haya desocupación, la ocupación cambiará proporcionalmente a la cantidad de dinero, y cuando se llegue a la ocupación completa, los precios variarán en la misma proporción que la cantidad de dinero”.  
En otras palabras, para Keynes, el aumento de la cantidad de dinero en circulación que haga que aumente la demanda efectiva sólo generará inflación, si es que existe pleno empleo (producción real = producción potencial, es decir, a la que se presenta cuando los recursos o factores productivos están operando a su máxima capacidad instalada); mientras que, en caso de que haya desempleo, dicho incremento en la oferta monetaria, no tiene porque ser inflacionario.  Por ello propugnó la activa intervención del Estado en épocas recesivas, esto es, cuando hay una altísima desocupación.  Lamentablemente el llevar al extremo la política del déficit fiscal permanente (mayores gastos que ingresos públicos), condujo al mundo a períodos de estanflación (recesión combinada con inflación) en la década de los 70.  
En la concepción keynesiana entonces, el empleo total es el punto en que empieza la verdadera inflación, y la inflación es, en este sentido, un fenómeno del empleo total.  La verdadera inflación tiene lugar cuando se elevan los precios, sin que esta escalada inflacionaria, vaya acompañada por una mejora en el empleo y en la producción.  La inflación es originada por nuevos aumentos de la demanda efectiva después de haber alcanzado el empleo total.
El pleno empleo no significa un nivel de desempleo equivalente al 0%; implica sí, una tasa de desempleo “normal” en la Economía, pues hay que considerar que el desempleo es de tres tipos: friccional, cíclico y estructural.  El friccional se presenta cuando por ejemplo las personas se cambian de un trabajo a otro, o recién ingresan a formar parte del mercado laboral.  El cíclico, se da cuando las economías atraviesan por períodos recesivos o de caídas en la producción y el ingreso nacional.  El estructural es el tipo de desempleo más preocupante en términos sociales, porque significa que las capacidades de las personas no son las más adecuadas frente a los cambios estructurales de la Economía, como por ejemplo aquellas personas que por su poco o nulo nivel de instrucción, no son capaces de acceder a un mercado laboral cada vez más exigente y competitivo, donde no basta solamente estar bien instruido, hay que conocer e incluso dominar, el inglés y la computación. 
Al ser el pleno empleo una situación de “desempleo normal”, no podemos esperar entonces que éste sea del 0%, porque siempre habrá personas que entren y salgan del mercado laboral estando momentáneamente desocupadas, o siempre existirá crisis económicas.  Lo que deberemos hacer será atacar de raíz el desempleo estructural, mediante la educación.  Una educación científico-técnica, basada en valores morales; antes que en dogmas e ideologías fanatizadas, como aquellas de “la lucha de clases”, o la “teoría de la dependencia”, que tanto se enseñan en nuestros centros de educación media y superior, culpando a los otros de nuestro subdesarrollo, cuando éste no es más que ideológico y mental.  Como dice Andrés Oppenheimer, en América Latina necesitamos: “más técnicos y menos sociólogos”. 

EL MULTIPLICADOR EN LOS PAÍSES DESARROLLADOS Y EN LOS SUBDESARROLLADOS


Una de las más famosas tesis keynesianas dice: “Cuanto más rica sea la comunidad, mayor tenderá a ser la distancia que separa la producción real de la potencial y, por tanto, más obvios los defectos del sistema económico; porque una comunidad pobre estará propensa a consumir la mayor parte de su producción, de manera que una inversión modesta será suficiente para lograr la ocupación completa; en tanto que una comunidad rica tendrá que descubrir oportunidades de inversión mucho más amplias para que la propensión a ahorrar de sus miembros más opulentos sea compatible con la ocupación de los más pobres”.  Esta hipótesis está muy vinculada a su concepto del multiplicador de inversiones.
FUENTE: http://www.eumed.net/ce/2007c/ysl.htm
El propio Keynes plantea: “… cuanto mayor sea la proporción marginal a consumir, mayor será el multiplicador y, en consecuencia, más grande el estímulo que producirá sobre la recuperación un cambio dado en la inversión.  Podría suponerse que esto lleva a la conclusión paradójica de que una comunidad pobre en la cual el ahorro represente una parte muy pequeña de los ingresos, estará más sujeta a incentivos violentos que otra rica, en la que el ahorro sea una proporción mayor de los ingresos, y el multiplicador menor, en consecuencia”.
Por eso dicen los keynesianos que su modelo es bastante aplicable en los países subdesarrollados, debido a su mayor propensión marginal al consumo, que el de los países desarrollados que tienen una mayor propensión marginal al ahorro.  Por tanto, el modelo económico clásico liberal sería útil para el progreso de las naciones, una vez que se hayan corregido las desigualdades en el ingreso y en la riqueza, por la vía del Estado intervencionista en el corto plazo. 
De allí que se debería aplicar liberalismo social o economía social de mercado, después de haber aplicado políticas keynesianas en los países subdesarrollados, nos sugerirían las tesis keynesianas.  En otras palabras aplicar Keynesianismo cuando resulte útil y conveniente para la economía en el corto plazo y utilizar políticas económicas liberales para conseguir desarrollo económico de largo plazo.  ¡Ojalá lo entiendan bien nuestros gobernantes! Porque aplicar keynesianismo a ultranza en todo tiempo y lugar, puede resultar fatal para las finanzas públicas.
Algo que puede sorprender a muchos, es que Friedman respetaba a Keynes, lo consideraba uno de los fundadores de la ciencia macroeconómica moderna y su opinión sobre el economista británico de Cambridge lo encontramos a continuación, en el siguiente artículo obtenido del internet:

¿QUIÉN ERA KEYNES PARA FRIEDMAN?

Extracto de entrevista realizada a Milton Friedman
Milton Friedman comparte con Keynes el título, de mayor economista del siglo.

¿Qué podría decir sobre Keynes?
Friedman: Keynes fue un gran economista, por el cual tengo una enorme admiración. Creo que su mayor contribución fue el libro publicado en los años 20, llamado Programa para una Reforma Monetaria.  Él mostró que el Banco Central debe optar entre controlar los precios internos y la tasa de cambio.  No puede hacer las dos cosas al mismo tiempo.  En ese aspecto, estamos totalmente de acuerdo. Su libro más famoso, claro está, es la Teoría General del Empleo, del Interés y del Dinero, publicado en 1936.  Ese libro fue estimulado por la depresión mundial de los años 30.  Las fábricas vacías producían poco, mientras el pueblo tenía hambre y necesitaba de ropas y techos.  ¿Cómo explicar esa contradicción? Keynes la explicó por el lado de la demanda y es por eso que el gasto público juega un papel vital. La hipótesis Keynesiana era muy imaginativa e inteligente.

 ¿Y cuál es su mayor contribución, la suya Milton, a la teoría económica?
Friedman: Considero mi mejor libro Teoría de la Función de Consumo, pero el más influyente fue Una Historia Monetaria de los Estados Unidos, escrito con Anna Schwartz. En ese libro ofrecemos una explicación alternativa a la crisis de los años '30. Para nosotros, la severa recesión se debió a fallas en la política monetaria adoptada por el Federal Reserve, el FED, el banco central americano. El FED permitió que la cantidad de dinero fuese reducida a un tercio. Creo que nuestra hipótesis se demostró mucho mejor que la Keynesiana.  Nuevamente, la prueba vino con el tiempo.
En los años 60, yo predije que si alguien intentaba mantener el desempleo bajo, gastando más y produciendo inflación, el resultado sería un fracaso en la reducción del desempleo y un éxito en el estímulo de la inflación. Lo que sucedió en los años '70 confirmó esa predicción. La combinación entre inflación y desempleo de los años 70, no es consistente con la teoría Keynesiana.

¿Keynes estaba totalmente equivocado?
R: Si él hubiera vivido más, habría estado de acuerdo en que su explicación no fue buena. No se puede decir que su teoría era medianamente correcta, pues no lo era.  Pero él fue fundamental para la economía.  Los fracasos son tan importantes como los éxitos en el desarrollo de cualquier ciencia.

¿Qué quiso decir con la frase "todos somos keynesianos”?
R: Sólo la mitad de mi frase se hizo famosa.  Yo dije que, por un lado, todos somos keynesianos, pero por el otro, hoy ya nadie lo es.  Somos todos keynesianos porque usamos los términos que Keynes introdujo, como pleno empleo, propensión a consumir o eficiencia marginal de la inversión. Pero nadie es ahora keynesiano porque su conclusión de que para crear empleo es necesario gastar, ya no es aceptada”.
FUENTE: http://html.rincondelvago.com/milton-friedman.html
En el enlace digital: http: //e-pesimo.blogspot.com/2008/11/mercados-de-la-mano-invisible-de-adam.html, se lee:

“Tras la I Guerra Mundial y la crisis de la Segunda Internacional socialista, llegó Keynes. El economista inglés, tan citado, evocado y añorado como poco leído, partía de una educación y unos planteamientos muy clásicos. De hecho, fue alumno de Pigou y, sobre todo, Marshall.  Él no era un revolucionario, ni pensaba que el capitalismo fuera inviable o inaceptable como Marx.  Keynes, simplemente, pensaba que el mercado no funcionaba siempre y que, cuando fallaba, era necesario que el Estado acudiese a solventar los problemas.  Pero sólo entonces.
Y ése es el modelo de Economía que triunfó desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El que tiene la mayoría de los países del mundo al día de hoy y que se conoce como economía mixta.  Una mezcla entre Estado y Mercado cuya proporción varía en función de la coyuntura internacional.
Desde 1945 a 1973 hubo más Estado.  Fue la época de los neokeynesianos, del triunfo de Paul Samuelson y su Economics, el manual más vendido de la historia.   Los años de más crecimiento de las economías de todo el mundo. Tras la superación de la Gran Depresión (para algunos,  lograda por el intervencionismo y el proteccionismo del New Deal, para otros retrasada precisamente por ello), se acabó la bonanza.  Tras la crisis del petróleo de 1973, el Estado perdió su aura.   Ya no era infalible.
Con la crisis financiera, se oyen voces hoy que piden la vuelta de la regulación y el fin del Consenso de Washington. Los partidarios de la economía social de mercado (o capitalismo renano), el modelo surgido en la República Federal Alemana durante la Guerra Fría, abogan de nuevo por un Estado fuerte que cuide de lo social mientras el mercado lo hace de lo económico”.  (”Liberalismo Social”)   
 EN RESUMEN: El británico J. M. Keynes fue uno de los economistas más influyentes del siglo XX, junto con su colega norteamericano Milton Friedman, con quien tenía similitudes, pero a la vez diferencias.  Entre sus aspectos coincidentes tenemos que para Friedman y para Keynes, el gasto público era inflacionario, sin embargo, mientras Keynes consideraba que el aumento de la oferta monetaria hacía que se incremente el gasto público y con ella la inflación, la producción y el empleo.  Friedman, decía en cambio, que la política monetaria no tenía efecto alguno sobre las variables reales de la economía en el largo plazo (producción y empleo), que es únicamente inflacionario.  Entre sus coincidencias está la confianza de estos dos geniales pensadores, en que el sistema capitalista era mejor que el socialismo para generar riqueza, bienestar, libertad y desarrollo.  Keynes en definitiva, era defensor del intervencionismo en la economía cuando había fallas de mercado, mientras que Friedman era un ferviente seguidor del capitalismo liberal clásico de Adam Smith; y en mi opinión, los dos tuvieron razón, porque es necesaria la participación del Estado en épocas de crisis, pero en el largo plazo debe ser aplicado el liberalismo socialmente responsable.  Así pues, una cosa es la política económica en tiempos de bonanza o de paz y otra muy diferente la que se debe emplear en tiempos de crisis o de guerra.


[1] En esta frase se observa que Keynes estaba parcialmente de acuerdo con Adam Smith, pues al individuo empresario le mueven sus particulares intereses de ganancia; lo cual es lícito y legítimo. 
[2] No siempre, ni en todo momento debe intervenir el Estado.  Así lo dijo, John M. Keynes, considerado uno de los padres de la Macroeconomía Moderna, junto con Hayek, von Misses y Friedman. 
[3] Mayores impuestos al consumo, reducen la inflación porque al aumentarlos, disminuye el consumo de los hogares; contrario a lo que piensa el común de la gente, que mayores impuestos al consumo, causan más inflación.  Lo realmente inflacionario es tener un déficit fiscal elevado y financiarlo mediante emisiones monetarias inorgánicas.
[4] Noten aquí que Keynes, al igual que Friedman y los monetaristas, abogaban por una economía estable, esto es, sin inflación.  A más de que defendían el establecimiento de tipos de cambio libremente flotantes, es decir, en función a la oferta y la demanda de divisas en el mercado internacional de cambios.

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