domingo, 27 de marzo de 2011

MICROECONOMÍA, MACROECONOMÍA Y ECONOMÍA INTERNACIONAL. AUTOR: PABLO ZAMBRANO PONTÓN








En esta obra, se amplía y se complementa la visión presentada en el libro: “Teoría Micro y Macroeconómica”, resolviendo una gran cantidad de ejercicios propuestos, volviendo más didáctico su contenido.  Siendo éste, un trabajo original e inédito,  que incorpora temas novedosos y excluye aspectos no considerados en los cursos regulares de Micro y Macroeconomía en las Universidades Latinoamericanas; está basado en investigaciones, en opiniones, en escritos y en aportes personales que son de autoría y exclusiva responsabilidad del escritor de este texto.

 Un agradecimiento especial para las personas que han colaborado en la realización de esta obra.  Por tanto, debo señalar a mis alumnos, quienes con sus preguntas y sus inquietudes, me han obligado a ser más didáctico, en mis exposiciones verbales y escritas.  De igual modo muy reconocido con el Doctor en Economía Aplicada: Pablo Lucio Paredes, prestigioso colega y amigo, por la realización del prólogo, a más de sus valiosos comentarios y sugerencias.  A las Facultades de Ciencias Económicas y de Ciencias Administrativas de la Universidad Central del Ecuador, a sus autoridades y mis colegas, por el aprecio, la consideración y el respeto a mi trabajo.  Al Colegio de Economistas de Pichincha, por haberme facilitado el local para realizar la presentación de estas obras.   

Brindo además, el debido reconocimiento a los autores de los libros tradicionales de Economía, a los escritores de ensayos y artículos en revistas, en periódicos y en páginas web, que me han servido como material de consulta, y cuyo aporte específico ha sido citado en las páginas correspondientes; así como al final, en la bibliografía y en la webgrafía.

Invito a todos los estudiantes y al público en general a leer estos libros, tratando de resolver los ejercicios planteados; pues, sólo una vez que se han comprendido a cabalidad las distintas teorías y escuelas de pensamiento, vinculándolas con la práctica realidad, se está en capacidad de emitir un criterio responsable y razonado acerca del funcionamiento de la Economía. 

Economía que es una ciencia social y humana al servicio de la gente, que sirve para entender los problemas a los que diariamente nos enfrentamos: como individuos, como familias, como sociedades, como ciudades, como regiones o como Estados.  Aspectos tales como: los modelos económicos, los sistemas de organización económica, el análisis del comportamiento de consumidores y productores, las funciones de oferta y demanda, los costos de producción, los mercados perfectamente competitivos, los mercados imperfectamente competitivos; la producción y el crecimiento económico; la inflación, el desempleo, los impuestos, el gasto público, las recesiones, los tipos de cambio, la balanza de pagos, el comercio exterior,  el crecimiento y el desarrollo socioeconómico, etc; afectan nuestra vida diaria.

La macroeconomía incide en la microeconomía y ésta a su vez influye en aquella.  Un ejemplo de lo primero, lo encontramos en el Ecuador de fines del siglo XX.  En ese entonces, la grave crisis suscitada en nuestro país en el año 1999, por la indiscriminada emisión monetaria sin respaldo en la producción (“emisión inorgánica de dinero”), realizada por el Gobierno de ese entonces, para “paliar” el déficit fiscal, hizo que el país soporte una inmensa devaluación del Sucre (400% en un año), que obligó a la adopción del Dólar como moneda oficial.  Dolarización que pese a las críticas incluso oficiales al respecto, ha funcionado al haber controlado la inflación y dotar de certidumbre en el tiempo las decisiones de los agentes ecoómicos.  Modelo monetario y cambiario que dado su éxito, es racionalmente apoyado por el 84% de la población ecuatoriana, según la encuestadora Quantum (El Comercio, 27 de mayo de 2009). 

La Economía se ha nutrido, se basa y se seguirá alimentando de dos corrientes fundamentales del pensamiento científico: la Liberal Clásica y la Intervencionista Keynesiana, cuyos fundadores son dos británicos: el escocés Adam Smith y el inglés John Maynard Keynes, respectivamente.  Adam Smith, en el siglo XVIII al escribir el libro: “Una Investigación acerca de la causa y riqueza de las naciones”, fundó la economía como ciencia social, con reglas y principios que siempre se cumplen, e instauró el liberalismo como doctrina principal.  Los pensadores liberales que vinieron después intentarían demostrar la veracidad de la intuición de Smith.  Así, la ciencia económica, especialmente tras la revolución marginalista de Jevons y Walras, se convierte en una materia cercana a las matemáticas, donde las curvas de oferta y demanda explican cómo los consumidores y los productores se unen en un punto de equilibrio que maximiza sus utilidades marginales (todos estos descubrimientos dan lugar a la microeconomía). Luego vendría Alfred Marshall, el primer neoclásico, que reúne los principios de Smith, David Ricardo o John Stuart Mill, en el análisis marginalista.

La Ciencia Económica Liberal fundada por Smith se complementó y fue criticada o revisada de manera constructiva, cuando en el siglo XX, el inglés John Maynard Keynes, contribuyera decididamente a la recuperación de la economía mundial, luego de la Gran Depresión de 1929, que afectara severamente a las economías más industrializadas del planeta, con altísimas cifras de desempleo.  Keynes buscó salvar la economía de mercado (no quiso destruirla y proponer el socialismo, como lo hizo Marx, por ejemplo) y para eso recomendó la intervención del Estado en la economía, cuando haya fallas de mercado, él señaló que el capitalismo es el mejor sistema siempre y cuando pueda ser purgado de sus defectos.  Así,  en épocas recesivas, sugirió utilizar las políticas monetaria y fiscal expansivas y en etapas inflacionarias, las políticas monetaria y fiscal contractivas.  Escribió su famosa obra: “Teoría General del empleo, el interés y el dinero”, fundando así, la Macroeconomía.   Tan importantes son estas dos corrientes científicas, que las dos únicas escuelas de pensamiento galardonadas anualmente con los premios nobel de Economía, han sido desde 1968 (año en el que se instituyó esta mención), los economistas del mercado libre, regulado y parcialmente intervenido, representantes de las doctrinas: liberales y keynesianas.  Aclarándose eso sí que la constatación empírica de estas teorías ha demostrado que el keynesianismo es útil en el corto plazo, pues según palabras del propio Keynes: “En el largo plazo, todos estaremos muertos”.  Mientras que el liberalismo, complementado con políticas sociales, es decisivo en el largo plazo para conseguir crecimiento económico y desarrollo sostenido.  Ejemplos: EEUU, Alemania, Suiza, Hong Kong, China, India, Brasil, Chile, Perú, Singapur, Finlandia, etc.  Naciones que han combinado inteligentemente la participación del Estado en los aspectos sociales, dejándole al mercado la política económica.  (Economía Social de Mercado o Liberalismo Social).   

Bienvenidos entonces, al fascinante mundo de la Micro y de la Macroeconomía; ciencias sociales basadas en las matemáticas (especialmente en el álgebra y en el cálculo diferencial) y con aspectos también contables (Teoría de Costos y de la empresa en Microeconomía y Contabilidad Nacional o Balanza de Pagos, en Macroeconomía)   por demás interesantes, que es preciso abordarlas con simplicidad, con objetividad, con pragmatismo y con un enfoque didáctico, que permita comprenderlas.

 La obra que tienen en sus manos, es el fruto de varios años de investigación de su autor y de la experiencia adquirida dictando cátedra.  Se la puede utilizar, a nivel de pre o postgrado, porque si bien es de fácil comprensión, no excluye el razonamiento lógico-matemático.  Puede servir por igual, a expertos o iniciados en las materias de: Introducción a la Economía, Microeconomía,  Macroeconomía y Principios de Economía Internacional.  El libro se divide en tres tomos, en el primero se estudia la Microeconomía, en el segundo la Macroeconomía y en el tercero, la Economía Internacional.

DISPONIBLES EN: MR BOOKS, ALMACÉN UNIVERSITARIO Y LIBRERÍA ESPAÑOLA.  LOS PUEDES PEDIR DIRECTAMENTE A SU AUTOR, AL 0998080329, O AL 0994157213.

PRECIOS INDIVIDUALES: Microeconomía, $ 22; Macroeconomía $ 33 y Economía Internacional $ 11. Si te llevas la colección económica, es decir los tres libros, salen a $ 60 (sólo si se lo pides al autor directamente, no aplica para Librerías).  Nota: Precios al 4 de noviembre del 2012.

sábado, 12 de marzo de 2011

RÉPLICA A UN SOCIALISTA QUE DESCONFÍA DEL MERCADO Y ABOGA POR EL "SUMAK KAWSAY"

RÉPLICA AL ENSAYO DEL EC. PABLO DÁVALOS TITULADO: “LA NECESIDAD DE UN NUEVO PARADIGMA EN LA ECONOMÍA: ¿PUEDE LA NOCIÓN DE "SUMAK KAWSAY SER LA ALTERNATIVA"

Por: Pablo Zambrano Pontón
Economista, docente universitario y escritor

No es mi intención irrespetar las ideas ajenas, ni el libre pensamiento de las personas, no obstante creo pertinente realizar las siguientes puntualizaciones concretas al mencionado artículo, publicado en la Revista Polémika N.-6 de marzo del 2011.
Señala textualmente el autor de ese ensayo: “(…) las nociones de mercados autorregulados, equilibrio general, precios relativos y maximización de preferencias de los consumidores (…) no tienen validez real”
Parece que el autor olvida que el modelo de competencia perfecta es simplemente eso un modelo, es decir, una abstracción de una compleja realidad que es preciso explicar de una forma sencilla, tal como lo señala la teoría microeconómica.  Si no tienen validez real el mercado y el sistema de precios, entonces: ¿Qué pasa en el mercado internacional del petróleo, cuando los países de la OPEP se reúnen y deciden reducir la producción de crudo?, ¿acaso no aumenta el precio del petróleo? ¡Obvio que sí!, al haber menos oferta en el mercado (escasez del bien), su precio automáticamente se incrementa, lo cual demuestra que los conceptos de oferta y demanda no sirven únicamente para mercados de competencia perfecta, sino que también sus implicaciones teóricas, son aplicables en la práctica y objetiva realidad (demoledora de mentiras ideológicas) a oligopolios como el cártel de la OPEP. 

También señala el autor del ensayo, que la Economía no ha conseguido establecer una relación entre valor y precio.  Al parecer se olvida que existe una distinción fundamental hecha por Adam Smith y continuada luego por Karl Marx, entre valor de uso (utilidad concreta del bien) y valor de cambio (precio del mismo en el mercado).  El precio es la expresión monetaria del valor y éste a su vez es subjetivo depende de las preferencias individuales del consumidor.  La teoría neoclásica con Carl Menger a la cabeza, señaló que un bien será más valorado cuánto más escaso sea, de allí la tradicional paradoja del agua y los diamantes.  Así, el agua aunque más necesaria para la vida de las personas, por su abundancia en la naturaleza, tiene un menor valor de mercado (precio) que los diamantes, tan escasos, tan apreciados y tan cotizados precisamente por eso, por su poca disponibilidad de oferta.

Dice también el autor del ensayo, que los conceptos y marcos teóricos del pensamiento económico en lo fundamental, se remontan al siglo XIX.  ¡Bueno! Al parecer se olvida que fue Adam Smith, el filósofo autor de “teoría de los sentimientos morales” (1759) y el economista escritor de “… la riqueza de las naciones” (1786), quien fundara a la Economía como ciencia humana y social, en el siglo XVIII.  Aunque después más adelante en su artículo ya reconoce que la Economía fue creada en el siglo XVIII.
Atribuye el desfase entre lo que dice la teoría económica y la realidad al hecho que estamos aplicando ideas del siglo XIX o XVIII.  Siguiendo entonces con su propia idea, ¿por qué el autor del ensayo propone más bien solucionar los problemas de la Economía? en función a teorías no del siglo XIX o XVIII, aún peor, sugiere utilizar conceptos de la prehistoria, porque resulta que la ideología marxista leninista claramente defendida en su artículo se remonta a la época de las cavernas, cuando todo era de todos y nada era de nadie.  Cabe recordar pues, que Marx identificó como estadios o modos de producción los siguientes: 1. Comunismo primitivo; 2. Esclavismo; 3. Feudalismo; 4. Capitalismo; 5. Socialismo; y, 6. Comunismo.  En palabras simples, propuso un retorno a la edad de piedra en la historia de la humanidad, pues entre la fase seis y la uno, no existe ninguna diferencia.  Como lo señaló Carl Menger, el colectivismo o comunismo es propio de civilizaciones atrasadas, de hecho los pueblos aborígenes no contactados y profundamente incivilizados, son comunistas, pues allí no existe la propiedad privada, la misma que se origina precisamente por la escasez de recursos.  Doquiera que no exista propiedad privada y haya propiedad social, estamos en presencia de un modo de producción colectivista, atrasado e incivilizado.  Como lo dijo Mijaíl Gorbachov: “El mercado no es un invento del capitalismo. Siempre ha existido. Es un invento de la civilización”.

En otra parte de su ensayo señala que los mercados no son eficientes.  Si se entiende por eficiencia el no desperdiciar recursos, incluido el tiempo, resulta que los mercados y el sistema de precios son considerablemente eficientes.  Al menos bastante más, que un señor sentado en una oficina gubernamental diciéndole a la sociedad cuáles serán los precios planificados que habrá que pagar por los bienes y servicios  a ser intercambiados.  Recordemos pues, que el sistema socialista soviético se cayó principalmente por la imposibilidad práctica de calcular los millones de precios de la economía.  Los precios, actúan como señales semafóricas que indican a oferentes y demandantes, la pertinencia o no de realizar una determinada transacción.  Si son muy altos se contraerá la demanda y si son muy bajos, se reducirá la oferta.  El equilibrio de los mercados, al menos a nivel microeconómico, está ampliamente demostrado y documentado.  Es en la macroeconomía, donde el pleno empleo en el mercado laboral continúa siendo una utopía, pero de allí a decir que los mercados descubiertos por la ciencia económica son ineficientes, hay una distancia abismal.  La pregunta que habría que hacerle al autor del ensayo es: ¿usted propone acaso la noción del teórico “sumak kawsay”, en lugar del práctico y objetivo mercado, para la asignación de precios y costos en la Economía?, ¿o le gustaría más un planificador de precios con intrincados, costosísimos, ineficientes y complejos procesos matemáticos, en lugar de un simple y sencillo mercado movido únicamente por las fuerzas impersonales o intangibles de la oferta y la demanda?

También señala y cito: “… El mismo Carlos Marx se negaba a hablar de mercado porque le parecía más un adjetivo que una categoría epistemológica seria” (las negrillas y el subrayado son mías).  Es decir, porque Carlos Marx dijo que el mercado no sirve, hay que creer esto a pie juntillas, según el autor del ensayo.  ¡Bueno! Al respecto habría que decir simplemente, que las teorías igualitarias, equitativas, justas, solidarias del marxismo, únicamente sirvieron para que los seres humanos tomemos conciencia de la importancia de la política social (no socialista, social).  En el aspecto económico, simplemente ¡fracasaron! Por tanto las ideas de Marx se circunscriben únicamente al campo de la sociología, de la historia y de la política.  ¿Por qué de dónde sacó la falsa hipótesis de que después del capitalismo viene el socialismo?, además, si las clases dominantes del esclavismo, pasaron luego a ser los grupos privilegiados del feudalismo y éstos a su vez del capitalismo.  ¿No resulta obvio que los poderes hegemónicos del capitalismo, pasen entonces también a comandar el nuevo modo de producción, en lugar de la respetable clase obrera, marginada y desposeída?  Además digo aquí y me ratifico que las ideas marxistas no pertenecen al campo de la ciencia económica, por la simple y sencilla razón que Marx intentó destruir el capitalismo, de modo alguno ayudarlo, humanizarlo o socializarlo, como sí lo hizo después John Maynard Keynes, el economista británico a quien me referiré luego.  Tan es así mi afirmación que no existe ni un solo premio nobel de Economía que sea de la corriente marxista, galardón que desde que se instituyó en 1969, sólo ha sido obtenido por economistas liberales y keynesianos, lo que demuestra que esas dos corrientes de pensamiento sí han contribuido al desarrollo de la Economía como ciencia.  Tal es la desesperación marxista por ganar esta mención honorífica que han tenido que “inventarse” una especie de “premio consuelo”, denominado: “Premio Nobel Alternativo de Economía”, uno de ellos (concretamente en 1983) le correspondió a Manfred Max-Neef, un chileno creador de los principios de "Economía Descalza" y de la Teoría del Desarrollo a Escala Humana”, economista que ha planteado un enfoque humano sobre el desarrollo, alejándose del enfoque positivista y cuantitativo que tradicionalmente se le ha dado a este tema.  Ferviente defensor de la tesis: "la economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la economía".  Max-Neef  fue candidato independiente a la Presidencia de la República de Chile en 1993, que finalmente perdiera ante el enfoque más pragmático, real y objetivo de los liberales socialdemócratas chilenos, quienes siguiendo y combinando las ideas de Friedman (ese sí Premio Nobel “real” de Economía en 1976), con la política social de la Concertación Socialista, lo tienen a Chile en el primer lugar de desarrollo en América Latina, en los aspectos: económicos, sociales y políticos.  Pues resulta una fantasía marxista, señalar que el capitalismo es un enfoque netamente economicista y para nada solidario, razón por la cual proponen abolirlo e implantar el socialismo marxista, con los fallidos resultados prácticos que todos conocemos.  En palabras simples, sí es posible un capitalismo más humano.  El modelo existe se llama: “Economía Social de Mercado” o “Liberalismo Social” y lo impuso Ludwig Erhard en la Alemania de la postguerra, colocándola a la cabeza de Europa, a través de dos simples medidas: 1) introducción del Marco Alemán, para terminar con la hiperinflación; y, 2) supresión del congelamiento de precios.  Esquema este último que según los marxistas es la “solución”, para terminar con las inequidades e injusticias del mercado.

Además señala que muchos economistas (seguramente “neoliberales”), han roto con una importante tradición del liberalismo, esto es el enfoque moral y social, reflejado por ejemplo en la teoría del valor trabajo (expuesta inicialmente por David Ricardo, continuada luego y criticada también por Marx).  Puede que sí, que de hecho existan seudo liberales, que con el pretexto de las libertades individuales irrespeten el derecho de las demás personas, como aquellos que hubo en el país a fines de la década de los noventa, que confiscaron depósitos de los ciudadanos.  Hecho que no es para nada liberal, si consideramos que el liberalismo como doctrina, se opone a todo tipo de restricción en contra de los derechos de propiedad de las personas, de los individuos, de los simples y sencillos seres humanos.  No obstante, constituye un sofisma de falsa generalización, hablar de una supuesta “maldad”, atribuible al modelo liberal, cuando el propio autor del ensayo reconoce la validez de las teorías de Adam Smith, rescatándolo más que como economista, como filósofo, como científico social, cuando Smith a más de ser filósofo fundó la economía como ciencia, siendo por tanto y como es lógico además, al ser quien la instituyera, el primer economista de la historia, como Hipócrates, fue el primer médico.  Por tanto el liberalismo, no es sólo económico, es también una doctrina: filosófica, política, social y moral.  La parte ética y de los valores las escribió Smith en “Teoría de los sentimientos morales” (1759); y, la cuestión económica fue desarrollada por el escocés catedrático de la Universidad de Glasgow, en la más famosa obra económica de todos los tiempos: “Una investigación acerca de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”.  Así que no hay dos Adam Smith, uno moralista y otro “neoliberal”.  Es el mismo hombre, con dos versiones diferentes de su brillante pensamiento, plasmado en dos obras distintas,  tanto en lo filosófico como en lo económico, pero siempre abogando por la espontaneidad de las decisiones individuales, sin ataduras ni forzamientos impuestos por un Estado divino y todopoderoso, colocado encima del ser humano, dadas las “terribles fallas” de la gente, que son necesarias corregir.
Más adelante elogia nuevamente a Marx, criticando la Ley de Say, que dice que toda oferta crea su propia demanda y lo hace señalando además a Malthus y textualmente manifiesta: “Marx y Malthus, la historia lo ha demostrado, siempre tuvieron razón”.  Tomas Malthus, un economista representante del pensamiento clásico y contemporáneo de David Ricardo, fue uno de los economistas más lúgubres, apocalípticos y catastróficos que tuvo la doctrina liberal.  Malthus señaló que mientras la población crece en progresión geométrica (2, 4, 8, 16, 32…, es decir exponencialmente), la producción sólo lo hace mediante una progresión aritmética (2, 4, 6, 8, 10, 12, es decir lineal o constantemente).  Por tanto, algún día se acabarían los recursos y sobrevendría una crisis sistémica de incalculables proporciones.  No obstante, el capitalismo de mercado, ha sobrevivido ya más de 200 años, pese a las normales crisis económicas denominadas ciclos, que son totalmente naturales en toda Economía.  El socialismo marxista defendido a capa y espada por el autor de este ensayo y por otros intelectuales que se dicen de izquierda (y viven bastante bien, por supuesto), apenas duró en el ex imperio soviético la escasa cantidad de 70 años, lo que demuestra la inefectividad práctica de este modo de producción impulsado por Marx.  Porque resulta obvio, si era tan bueno el socialismo ¿Por qué se cayó en todas partes en donde fue impuesto por la vía de las armas, la sangre, el fuego, la revolución, el paredón y los disidentes?

Posteriormente señala que Keynes propuso salir de la crisis de los años treinta del siglo XX,  mediante la emisión monetaria y el déficit fiscal.  A más de ratificarse en la inefectividad e inviabilidad práctica del mercado como mecanismo asignador de recursos.
¡Bueno! esta falacia simplemente será desmentida con frases dichas por el propio Keynes y por Milton Friedman (el “ortodoxo”, “neoliberal”, malvado y no sé que otros epítetos descalificadores endilgados por todo izquierdista que se precie de serlo, a un verdadero CIENTÍFICO SOCIAL).  ¿O acaso quienes lo critican con tanta vehemencia y mala fe ganaron el verdadero Premio Nobel de Economía, para que tengan la audacia y el atrevimiento de criticar a Friedman?, como por ejemplo la socióloga Naomi Klain, quien a diferencia de Paúl Krugman, un keynesiano también crítico de algunas ideas de Friedman, galardonado con el Nobel de Economía en el 2005, no ha ganado absolutamente nada más que admiradores izquierdistas a lo largo del Globo.
Resulta en primer lugar que la emisión monetaria por encima del crecimiento productivo es la que fue criticada por Friedman , por una simple y sencilla razón, si la demanda monetaria aumenta impulsada por una mayor cantidad de dinero circulando en la economía, también crecerá la demanda agregada.  Al aumentar esta última y no haber los productos necesarios para satisfacerla, es decir, al no existir la suficiente cantidad de oferta agregada, se generará indefectiblemente escasez.  Mayor escasez, hace que suban los precios, o sea, más inflación.  La constatación empírica de este fenómeno inflacionario, la tenemos en el Ecuador de los años 1998-1999, cuando por emisiones monetarias indiscriminadas, sin sustento productivo, se generaron inflaciones galopantes que son las responsables de la crisis anterior a la dolarización.  Dolarización que ha funcionado para despecho de tanto detractor inicial de la medida, haciendo que la inflación se ubique en niveles inferiores a los dos dígitos en cuatro gobiernos diferentes: Noboa, Gutiérrez, Palacio y Correa, dado que ya no existe la “maquinita” de fabricar moneda, que para algunos era y sigue siendo: “reactivadora de la producción y del empleo”.  Así pues, la dolarización es la prueba palpable y evidente de la eficacia de una medida de corte científico económico, para terminar con la inflación y otorgarle al sistema económico una mayor estabilidad.  La introducción de una nueva moneda ha funcionado siempre, dado que constituye una camisa de fuerza al manejo político y poco responsable de monetizar los déficits fiscales, mediante la emisión monetaria, por encima de una tasa de crecimiento productiva estable, como lo pregonó Friedman, pues él no señaló que la oferta monetaria no debe crecer, debe hacerlo dijo Friedman, pero al mismo ritmo de la oferta productiva. 

Con respecto a Keynes, cabe aclarar que el fundador de la Macroeconomía (así lo reconoció el propio Friedman, en uno de sus videos por internet de la serie norteamericana de los años  70: “Libre para elegir”), era seguidor de la corriente clásica, de hecho fue alumno de Marshall en su natal Gran Bretaña.  Keynes no era socialista, era capitalista y uno que se enriqueció (lo cual está muy bien, además) en función a sus enormes conocimientos acerca de los mercados financieros, especulando en las bolsas de valores.  Keynes era también un economista solvente y brillante, sólo que con una visión más estatista que los liberales tradicionales, pues señalaba que los mercados no se autorregulan y no consiguen el pleno empleo por sí mismos, que es necesaria la intervención del Estado en la economía, en momentos duros cuando ningún emprendedor privado, está dispuesto a invertir, o cuando hay crisis de sobre o subproducción. 
No obstante reconocía el carácter cortoplacista de sus ideas, al decir: “En el largo plazo todos estaremos muertos”.  De allí que autores tradicionales de los libros de Macroeconomía como Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer, señalan que las ideas keynesianas son útiles en el corto plazo, es decir, para economías que están atravesando crisis concretas de producción y empleo y no lo son tanto en el largo plazo, donde es más efectiva para el desarrollo de una país, la doctrina liberal.
Keynes defendía el capitalismo y en definitiva toda su obra macroeconómica estuvo encaminada a replantear lo que él mismo llamaría la técnica del Capitalismo Moderno por medio de la acción colectiva.  En su concepción, la esencia del Capitalismo es la dependencia de un intenso atractivo por hacer dinero y por los instintos de amor al dinero de los individuos como principal estimulo de la maquinaria económica.  Según él, se pueden hacer adecuaciones en el mecanismo económico sin llegar a afectar la esencia del capital.  (Para los marxistas, esto simplemente es “revisionismo” y no están de acuerdo con eso).

El sistema keynesiano se apoya en el papel económico activo del Estado, sin embargo, el economista británico no cree que el campo de la iniciativa privada se vea seriamente afectado por esta participación estatal.  Para él la eficiencia económica es un factor relacionado con la iniciativa privada. Según su criterio “el individualismo es la mejor salvaguarda de la libertad personal si puede ser purgado de sus defectos y abusos, en el sentido de que, comparado con cualquier otro sistema, amplía considerablemente el campo en que pueden manifestarse la facultad de elección personal”.   Parece ser que Keynes intenta con su modelo teórico – práctico poner “a punto”, el mecanismo económico capitalista para que la libre empresa pueda jugar al laissez faire.  Así dice “Pero si la demanda efectiva es adecuada – y esta seria regulada en parte importante por el Estado – bastará con la habilidad y la buena suerte ordinaria”- se refiere ahora al libre juego de la iniciativa privada-

Keynes también dijo: “Como representante de toda la nación, un Gobierno nacional tiene la obligación de comportarse de manera tal que aumente el ingreso nacional.  El individuo en la búsqueda de sus particulares intereses[1], es lógico que participe en la economía con el afán de aumentar su propia renta personal.  Como los ingresos y costos individuales y sociales no tienen porque coincidir necesariamente, el Sector Público puede tomar la feliz iniciativa de emprender acciones que beneficien al colectivo de la economía, cuando ninguna persona tenga la predisposición o esté en condiciones de hacerlo”.  
   
Además Keynes, en el año de 1942, siendo ya un economista ampliamente reconocido, fue admitido en la Cámara de los Lores británicos con el título de Barón Keynes, ubicándose en la bancada del Partido Liberal.  Es decir,  Keynes militó en el partido liberal, aunque no compartía totalmente la visión autorreguladora del mercado de los liberales clásicos, él creía en la intervención del Estado en la economía, por eso se dice que sus políticas son útiles en el corto plazo para reactivar la producción.  A largo plazo, se ha demostrado empíricamente, que las ideas keynesianas llevadas al extremo, son inflacionarias.

CONCLUSIÓN Y PREGUNTAS FINALES

El ensayo aquí refutado me parece más político-ideológico, antes que científico-económico, pues si se llama ciencia a lo que progresa, según la definición dada por el filósofo Karl Popper, las ideas marxistas no corresponden al ámbito de la ciencia económica, pues en ninguna parte han funcionado. 

La ciencia (del latín scientia “conocimiento”) es el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales. ¿No es acaso un principio y una ley general, que cuando sube el precio de un producto, disminuye su consumo? , ¿No es economista un hombre como Smith, que escribió un libro acerca de la riqueza de las naciones y dejó sentadas las bases para la formación de la economía política como ciencia social? 

Para que algo sea considerado como ciencia, debe además ser objeto de la reproducción sistemática y recurrente del fenómeno.  En ese sentido, el liberalismo o la economía de mercado, ha demostrado su efectividad en tanto y cuanto país ha sido implementado.  Ejemplos: Alemania, Chile, Corea del Sur, China, Taiwán, Indonesia, Singapur, Perú, Brasil, Uruguay, EEUU, Australia, Suiza, Hong Kong, etc.  Demostrándose la validez científico-económica de sus teorías, porque siempre ha sido exitoso para el desarrollo de una determinada nación ¿No será entonces que el autodenominado “socialismo científico” marxista, deriva su carácter científico en el hecho de que siempre que fue implementado, invariable e indefectiblemente fracasó?

Como estoy seguro que el Econ. Pablo Dávalos intentará refutar a su vez la exposición realizada por mi persona en el presente artículo.  Quisiera antes de continuar, plantearle las siguientes interrogantes, que espero sepa respondérmelas para poder proseguir con la “polémica”, caso contrario ésta no tendría sentido porque demostraría una vez más que los seguidores de la corriente marxista, únicamente muestran mitos y cucos para espantar al liberalismo, dos de ellos son sus tradicionales epítetos: “neoliberal” y “ortodoxo”, con el que intentan ridiculizar más de dos siglos de brillante y auténtica doctrina económica. 
No temo que me diga “neoliberal”, no obstante sí lo hace, déjeme decirle que antes que mí, también fueron etiquetados de esa manera, economistas como Friedman, por el “delito” de pensar diferente y creer en la economía de mercado, de tal forma que sería un honor para mí.  Aunque más apropiado sería decirme simplemente liberal, porque al igual que Smith, Erhard y el propio Friedman, creo también en la solidaridad social para quienes más lo necesitan, a través de subsidios directos y no indirectos que hoy por hoy benefician por igual a todos, lo necesitemos o no, como todavía sigue ocurriendo en el Ecuador.

PREGUNTAS FINALES (Por favor respóndame en términos económicos y sociales, no políticos, con fuentes de información, cifras y datos, no en función a mitos o leyendas urbanas):

1.                              Si era tan exitoso económicamente hablando, el socialismo marxista en la ex URSS, Alemania Oriental, Europa del Este, Corea del Norte, Cuba, y ahora recientemente Venezuela ¿Por qué se cayó?, y ¿Por qué razón sus tres últimos y obstinados bastiones colectivistas exhiben los peores resultados en lo que a  desarrollo y progreso se refiere?
2.                               Hubo y hay ex socialistas marxistas que defendieron y defienden la economía de mercado como: Fernando H. Cardoso, Lula Da Silva, Deng Xiaoping, Ricardo Lagos, Ernesto Ottone, Michel Bachelet, Mario Vargas Llosa, etc.  ¿Cuántos creyentes de la economía de mercado, se “convirtieron” al socialismo marxista?
3.                              Los Premios Nobel de Economía, han sido criticados por galardonar a los economistas representantes de la corriente principal, es decir, del liberalismo.  No obstante, han sido reconocidos también personajes, de la doctrina keynesiana y proteccionista como: Paul Samuelson, Paul Krugman y uno no muy renombrado pero que compartió honores con Friedrich Hayek en 1974, el economista keynesiano Gunnar Myrdal.  Entonces si los liberales y los keynesianos tienen premios nobel de Economía, por su aporte específico a la ciencia económica, ¿cuántos premios nobel de Economía (no “alternativa”, real) tiene el marxismo?
4.                              ¿Por qué los socialistas marxistas se empeñan en resucitar épicos héroes del pasado como: Simón Bolívar, Eloy Alfaro, Juan Montalvo, José Martí, etc., quienes eran liberales y no socialistas?, ¿acaso no tienen gente representativa de su pensamiento, como lo tiene el liberalismo?; así Bolívar dijo: “Yo soy siempre fiel al sistema liberal y justo que proclamó mi patria”; Eloy Alfaro señaló: "El padre de familia sacrificándose por la causa pública trabaja no solo por la felicidad general, sino por la felicidad de sus descendientes en particular" (Eloy Alfaro); Juan Montalvo expresó: “"Economía no es avaricia, antes bien, es virtud el guardar para los tiempos calamitosos, aun cuando no sea sino en consideración a las herederos" ; y, José Martí: “El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital; es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro”.     
Finalmente, el liberalismo socioeconómico se ha caracterizado por sus constantes innovaciones y el continuo progreso a las sociedades donde se ha desarrollado.  ¿Qué se ha inventado en las sociedades socialistas? ¡Nada más que la carpintería represiva, el paredón y los disidentes!
                “El capitalismo no necesita ni la propaganda ni los apóstoles.  Sus logros hablan por sí mismos.  El capitalismo nos trae los bienes, el dinero, el método, y el proceso de mercado” (Ludwig von Misses) 
                   Es común, sin embargo, entre los enemigos de la libertad, denostar las exitosas teorías liberales, con burdos calificativos como: “economía vulgar”, “economía imperialista”, “economía burguesa”, “economía de extrema derecha”, “economía neoliberal”, “apologistas del capitalismo”, en fin… Como no tienen argumentos, les queda únicamente la ofensa y la utilización de falsos mitos, en oposición a la pragmática realidad.  Realidad que siempre y en todo momento, demuele mentiras ideológicas.
Muy bien lo decía el genial Ludwig von Mises: “Aquellos que son más fanáticos en sus diatribas en contra del capitalismo, implícitamente le rinden homenaje, al clamar por los productos que éste crea”.  ¿Acaso aquellos que más lo combaten, viven en modestas casas, manejan autos destartalados o se comunican mediante celulares obsoletos? ¡Todo lo contrario!, los que más dicen aborrecer el capitalismo, el libre mercado y la globalización, son los que más disfrutan de los inventos del capitalismo liberal, pues por lo general viven en barrios exclusivos, un séquito de guardias privados los acompaña a todo lado a bordo de lujosos automóviles y son los más aficionados a coleccionar teléfonos móviles de última generación.  ¡Una cosa es el discurso y otra muy diferente los hechos! ¡Sean más sinceros y digan que les gusta el capitalismo!, aunque obviamente por marketing político, les convenga seguir diciendo que la libertad económica, el capitalismo y el liberalismo, son prácticas de la “derecha”, o del “Estado burgués”. 
Una cosa es decir que el capitalismo es un sistema desigual y en eso hay que trabajar, en humanizarlo, en hacerlo social.  Algo que jamás se arreglará con utópicas propuestas como las del “sumak kawsay”, por ejemplo.


[1] En esta frase se observa que Keynes estaba parcialmente de acuerdo con Adam Smith, pues al individuo empresario le mueven sus particulares intereses de ganancia; lo cual es lícito y legítimo. 

martes, 8 de marzo de 2011

KARL MARX

  KARL MARX (1818 – 1883)


Foto: http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Marx

Karl Marx  1818-1883. Filósofo alemán.  Autor del “Capital, crítica a la economía política clásica” y el "Manifiesto Comunista".   Padre del Marxismo y de la Sociología.

“La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”
“El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”
“El ejecutivo del Estado moderno no es otra cosa que un comité de administración de los negocios de la burguesía”
“El motor de la historia es la lucha de clases”
“Los desposeídos tienen un mundo que ganar”
“El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”
“Y la burguesía no sólo forja las armas que han de darle la muerte sino que, además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros, los proletarios”
Karl Marx
Fuentes: http://www.proverbia.net
Marx nació en la localidad alemana de Tréveris (Prusia), el 5 de mayo de 1818 y falleció en Inglaterra (Londres) el 14 de marzo de 1883. Se lo considera junto con su colega y amigo, Friedrich Engels, como el inventor del socialismo “científico”.  En 1848, publicó: “El Manifiesto del Partido Comunista”, en coautoría con Engels.
Años después, Marx se trasladó a Inglaterra, donde escribió su obra cumbre: “El Capital”, cuyo primer volumen vio la luz en 1867.  Libro en el cual comienza su análisis del mundo capitalista con el estudio sobre “la mercancía”, donde dice que ésta no es más que una simple cosa que tiene su precio.  Aceptando luego la definición dada años atrás por Smith en su libro: “La Riqueza de las Naciones” (1776), dice que esta mercancía, tiene un valor de uso (utilidad concreta de la cosa) y un valor de cambio (precio de la cosa).  Dice que las mercancías tienen una sola característica común: “la propiedad de ser todas ellas producto del trabajo”.  La magnitud de su valor, está determinada por la cantidad de trabajo, medida por la duración o tiempo del mismo, que él lo considera como: “el tiempo de trabajo socialmente necesario”.  Define al trabajo como “trabajo humano, puro y simple”, diciendo que es puro gasto fisiológico del organismo de los hombres sociales.  A Marx sólo le interesa el trabajo simple.  Al trabajo complejo, lo cataloga como “trabajo simple, potenciado”. Continúa su larga exposición, hasta concluir con que el capitalismo no es más que un sistema de “explotación del hombre por el hombre”, al que hay que derrotarlo una vez que el proletariado se dé cuenta que el trabajador es el creador del valor, “injustamente” apropiado por el capitalista, en forma de plusvalía; que una vez que este modo de producción se desarrolle al máximo, aparecerán sus contradicciones internas y vendrá una sociedad más justa y más incluyente denominada socialismo, como fase previa al comunismo.  ¡Qué como todos sabemos, en la práctica no ha funcionado!
Foto: El Capital de Karl Marx.  Así como Smith fundó la economía política con su libro: “la riqueza de las naciones”, Marx instituyó la sociología y la crítica a la economía clásica, con su libro: “El capital”.  (Foto: losmediospelosargentinos.wordpress.com)
Marx participó en la fundación y organización de la Primera Internacional Comunista (28 de septiembre de 1864), conocida como la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT).  Internacional Comunista, opuesta abiertamente al capitalismo de libre mercado.  Marx además se caracterizó por ser ateo, es decir, por negar la existencia de Dios, lo cual resulta paradójico, porque surgió en el seno de una familia de tradiciones cristianas.
”La inquietud religiosa es al mismo tiempo la expresión del sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es la queja de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas desalmado.  Es el opio del pueblo”. (Karl Marx, en su obra: “Contribución a la crítica del Derecho de Hegel)” Imagen obtenida de: http://robertbriones.files.wordpress.com/2007/09/ateo.jpg)
Políticamente, aboga por una sociedad comunista. Entre el hombre alienado (aquel que no coincide consigo mismo, que está perturbado, que está enajenado) y el hombre comunista (aquel que finalmente es igual a un hombre, según él) se coloca el proceso transformador, “liberador”.  Para Marx, sólo en la sociedad comunista desaparecerá por fin toda alienación.  Este término “el hombre nuevo socialista”, será recogido posteriormente por Ernesto el “che” Guevara,  en América Latina, admirado por la juventud latinoamericana y mundial como un símbolo de rebeldía y resistencia, no obstante haber sido un guerrillero empeñado en llevar la revolución marxista cubana a todos los rincones del planeta tierra, hecho que finalmente no se concretó debido a su muerte acaecida en Bolivia, en 1968.  
Imagen: la tradicional imagen de la hoz y el martillo comunista.  http://usuarios.lycos.es/pcrr/comunismo_fotos.htm

LAS CLASES SOCIALES SEGÚN EL PENSAMIENTO MARXISTA

Para Marx, las clases sociales son grupos antagónicos, divididos en burguesía (clase alta) y proletariado (obreros y pueblo llano). [1] Los burgueses se apropian del trabajo del otro a causa del lugar diferente que ocupan en la estructura económica de un modo de producción determinado.  Este lugar es impuesto fundamentalmente (no exclusivamente) por la forma específica en que se relacionan los hombres con los medios de producción.  Esta relación puede ser de dos tipos: basada en la propiedad y fundamentada en la no-propiedad.  Los grupos sociales antagónicos han existido siempre, afirma Marx: en la sociedad esclavista (amos y esclavos), en la sociedad feudal (señores y siervos), y en la sociedad capitalista (burguesía y proletariado).
La burguesía está conformada por capitalistas (empresarios), propietarios de los medios de producción social, que emplean trabajo asalariado de los obreros e intelectuales.   En la teoría marxista, el proletariado es la clase social que no tiene propiedad sobre los medios de producción.  Por tanto, la única fuente de ingresos para los proletarios es la venta de su fuerza de trabajo. El marxismo ve al proletariado (la clase marginada, explotada) y a la burguesía (la clase propietaria explotadora) como inherentemente hostiles, al defender intereses antagónicos, lo que se manifiesta, en el hecho de que los trabajadores de las fábricas desean que sus ingresos laborales (sueldos y salarios) sean tan altos como sea posible, mientras que los dueños del capital desean que los costos laborales (sueldos y salarios), sean tan bajos como sea posible.  Para Marx, esta es la peor contradicción, es la concreción en el período de producción hegemónicamente capitalista, de lo que se denomina la “lucha de clases”, considerada por él, como motor de la historia.  Para Marx, la transición del modo de producción capitalista será superada por la toma de conciencia del proletariado sobre sus intereses objetivos.  A través de este proceso, se logrará detener el proceso de dominación capitalista para llegar, en el pensamiento de Marx, a una verdadera historia de la humanidad, pasando del socialismo al comunismo. 

¿QUÉ ES LA LUCHA DE CLASES?

Con este término se define el enfrentamiento que se produce entre dos clases sociales antagónicas cuando luchan por sus intereses estratégicos de largo plazo. Así, el interés estratégico a largo plazo de la clase dominante consiste en perpetuar su poder, el de la clase dominada en destruir el sistema de poder y el enfrentamiento que se produce entre ambas fuerzas antagónicas, constituye la lucha de clases proclamada por el marxismo.  Marx y Engels afirman en el Manifiesto Comunista: "La Historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases".  Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, o sea, en términos marxistas, opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada algunas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad con el hundimiento de las clases beligerantes. Los marxistas señalan que las huelgas, manifestaciones callejeras, las tomas de fábricas, terrenos, propiedades agrícolas etc., sólo pueden ser contextualizadas en el marco de la lucha de clases, que sostiene el proletariado con la burguesía, en la medida en que el proletariado visualice como su objetivo final la destrucción de la burguesía como clase.
A propósito, ¿de dónde provendrá la idea de Marx, de que los obreros proletarios reemplazarían a los empresarios capitalistas, si vemos que históricamente los amos esclavistas pasaron a ser señores feudales y éstos después capitalistas?, ¿No sería más lógico entonces que los capitalistas pasen a ser la nueva clase dominante en el socialismo? ¿Acaso Marx, señaló esto con el propósito de que la clase obrera tome conciencia de tal situación y se instaure una violenta lucha de clases a nivel mundial, con derramamiento de sangre incluido y como un simple viraje de fuerzas, es decir, los que antes bajo el capitalismo eran explotados ahora en el socialismo serían explotadores?, ¿Esto último de qué serviría, qué sentido lógico tendría? 
Un obrero pateando a un empresario, ilustra la famosa “lucha de clases marxista”.  ¿No sería simplemente “virar la tortilla”, es decir, reemplazar al obrero o proletario por el empresario, no haría que ahora el trabajador explote al empresario y que éste más bien se vaya con sus inversiones a otra parte?, ¿Se vaya en busca de un mejor horizonte para su capital, como pasa en Cuba y Corea del Norte, hoy por hoy? (Imagen: http://ecuador.indymedia.org/images/2005/04/8689.png)

CRÍTICAS A MARX

Marx ha sido objeto de numerosas críticas.  En el siglo XIX, los principales cuestionamientos provenían de intelectuales y organizaciones del movimiento obrero, que sostenían posturas políticas distintas a las de Marx.  Entre otros, Bakunin, anarquista y rival en la inspiración de la Internacional, consideraba autoritario a Marx. 
Durante el último tercio del siglo XIX y, sobre todo durante el siglo XX, la fuerza del marxismo en los ambientes intelectuales y organizaciones políticas de todo el mundo hizo que numerosos pensadores esencialmente liberales intentasen refutarlo.  Poco después de la muerte de Marx, el economista austriaco Böhm-Bawerk publicó varios ensayos sobre el subjetivismo del valor, entre ellos “Karl Marx and the Close of His System”, de 1896, donde refutó el libro, El Capital y la teoría del valor-trabajo marxista, señalando que no se las debería considerar teorías del campo de la economía (con lo cual estoy totalmente de acuerdo).  En el siglo XX, una de las críticas más influyentes ha sido la del filósofo y sociólogo austriaco,  Karl Popper, quien en su obra: “La sociedad abierta y sus enemigos”, realizó una crítica contra los principales enemigos de la libertad, esto es, los totalitarismos, tanto el nazismo como el socialismo real.  Popper recorre el largo camino histórico que va desde los orígenes del pensamiento político hasta la fecha en que concluye el libro (1945) mostrándonos los personajes que han contribuido a la creación de un mundo bipolar, con un extremo totalitario que busca la perfección y hace lo posible por conseguirla, sin lograrlo jamás, y un movimiento filosófico que se opone al totalitarismo a lo largo de la historia.  Los totalitarios son los pesimistas de la historia, que siempre verán problemas en los seres humanos, a los que deben corregir en sus errores, los liberales siempre aceptarán al ser humano con sus errores y con sus virtudes también.  Así, en esta obra, analizó lo que él llama “profecías marxistas desmentidas por la historia”. Popper escribió también un ensayo crítico con las pretensiones del marxismo como ciencia de la historia, considerando que incurre en lo que él denomina “historicismo”.

 
Fotos: Karl Popper y su obra clásica: “La Sociedad Abierta y sus enemigos” (4.bp.blogspot.com)
El historiador norteamericano Paul Johnson dedica a Marx un capítulo en el libro “Intellectuals”, una obra en la que resalta la mezquindad personal de muchos intelectuales.  Así, según este autor, []los conceptos y la metodología marxistas "tienen un fuerte encanto para [los] espíritus carentes de rigor" (Johnson, Intelectuales, pág. 71); por otro lado afirma (v. op. cit., págs. 83 y ss), "los hechos no tienen una importancia central en la obra de Marx", sino que "ocupan un lugar secundario, refuerzan conclusiones previas a las que llegó independientemente de ellos"; y que El Capital, la obra cumbre de Marx, "es un sermón enorme y a veces incoherente, una embestida contra el proceso industrial y el principio de la propiedad llevada a cabo por un hombre que había concebido un odio fuerte, pero esencialmente irracional contra ambos" (op. cit., pág. 83)
 
Fotos: Paul Johnson y el best seller: “Intellectuals” (2.bp.blogspot.com; http://www.charmaineyoest.com/archives/intellectuals_paul_johnson.jpg)
FUENTE: http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Marx; y,  http://www.apocatastasis.com/diccionario-glosario-marxismo-marxista.php#_dialectica
El voluminoso libro de Marx “El Capital.  Crítica a la economía política clásica”, lo he resumido en muy pocas líneas (seguramente para disgusto de los convencidos y fanatizados marxistas radicales), pues este sociólogo y filósofo alemán, fundador del autodenominado “socialismo científico”,  a lo largo y ancho de su libro básicamente dice lo siguiente:
El capitalismo es un sistema que se basa en la explotación del hombre por el hombre... El capital variable es el que da origen a la plusvalía apropiada por el capitalista... La lucha de clases es el motor de la historia y en la medida que el obrero tome conciencia de ello, se desatará una violenta pelea por la toma del poder con la victoria final del proletariado obrero por sobre la burguesía capitalista-empresarial, originándose entonces el socialismo como fase previa al comunismo... Socialismo donde hay un Estado que realiza la mayor cantidad de actividades económicas, pero por ser injusto también debe desaparecer para llegar al comunismo, donde todos seremos iguales y “a cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”, en un mundo lleno de abundancia y prosperidad, denominado: “paraíso comunista”, etc., etc., etc.…
El objetivo final del marxismo, no es ayudar a superar las crisis capitalistas, a ser más solidarios como algunos señalan; sino que su intención final, es destruir el capitalismo, construir el socialismo e implantar el comunismo.  ¿Estaremos dispuestos a aceptarlo, quienes creemos en la libertad del ser humano, acompañada de la necesaria solidaridad social, que sí es posible disfrutarla en un capitalismo más humano, denominado: LIBERALISMO SOCIAL? 
Hoy en día,  estamos pasando de un “capitalismo imperialista” a un nuevo capitalismo solidario denominado: “Liberalismo social”, por ello es que Bill Gates y Warren Buffet, por ejemplo, el 4 de agosto del 2010, lideraron un movimiento para convencer a 38 multimillonarios norteamericanos a que donen al menos la mitad de sus fortunas valorada en $ 230 mil millones de dólares, para ayuda humanitaria a los más necesitados.  ¿Cuánto puede invertir Cuba hoy por hoy en asistencia social?, ¡Nada!, porque primero hay que tener dinero, para después distribuirlo equitativamente; por más solidario que sea el modelo socialista, si no hay previa creación de la riqueza de los individuos (empresarios particulares), el resto son únicamente buenas intenciones y nada más.  Este paso de un capitalismo insensible a uno más humano, a uno más solidario; se explica por la explosión de la delincuencia a nivel mundial.  Porque son esas vistosas desigualdades, las que la provocan.  Por tanto, no le resulta conveniente a ninguna persona sensata en el mundo civilizado, profundizar la inequidad y la injusta distribución del ingreso y la riqueza.

¿Qué es el CAPITALISMO? (PARA MARX)

Desde la perspectiva marxista, el capitalismo es uno de los modos de producción que Marx definió como estadios de la evolución histórica de la Economía, definidos por un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y una forma particular de relaciones de producción.  Es el siguiente al modo de producción feudal y, en la predicción del futuro que hace la teoría marxista; su lógica interna le conducirá a su desaparición y sustitución por un modo de producción más avanzado denominado socialismo.  (En el presente libro, a la etapa superior del capitalismo se la ha bautizado como “liberalismo social”, porque éste a diferencia del socialismo marxista, no está basado en el Estado como motor de la economía, sino que está fundamentado en la iniciativa particular, en la libertad económica y en la solidaridad).
Así que para Marx, sería su lógica interna y las contradicciones entre capital y trabajo, lo que haría desaparecer el capitalismo y no un simple decreto impuesto por la fuerza, que instaure el socialismo comunista en un solo país, como erróneamente lo hicieron en la URSS, en Cuba, en Vietnam, en Corea del Norte, en Europa del Este, etc.  Ni siquiera constaba en el plan de Marx el socialismo en un solo país, pues, éste debía darse a nivel global, como resultado del colapso capitalista que algunos lo identifican con la Gran Depresión de la economía global en 1930.  Abrupta caída de la producción y el empleo, que fuera detenida por John Maynard Keynes, considerado por muchos economistas, como uno de los principales científicos macroeconómicos del siglo XX (compartiendo honores con Friedman, con Hayek, con von Misses, etc., porque pese a ser de otra inclinación político-ideológica, los une su enorme vocación técnica y de investigación económica).  En los planes de Marx, no estaba la aparición de Keynes ni de otros economistas modernos, quienes con sus estudios han impedido que se cumpla la  profecía marxista. 

En el enlace digital  (http://e-pesimo.blogspot.com/2008/11/mercados-de-la-mano-invisible-de-adam.html), se lee: 

“Aunque se puede remontar el pensamiento socialista a la Revolución Francesa (Babeuf, Fourier), a los llamados utópicos (Robert Owen, Saint-Simon) o a pensadores difíciles de clasificar, como Proudhon, fue la llegada de Marx la que, a mediados del XIX, replanteó tanto la economía como la sociedad y la política.
Marx partía de fuentes clásicas (Adam Smith pero, sobre todo, David Ricardo en Economía y Hegel o Feuerbach en Filosofía), pero sus conclusiones eran absolutamente opuestas a las de ellos. Tanto él como Smith coincidían en el valor del trabajo, pero para Marx el empresario robaba el excedente (plus trabajo, plusvalía) a los trabajadores, que eran los que realmente lo producían.  Su teoría del valor, así como la de la acumulación de capital, sentaron las bases de una nueva doctrina: el marxismo o socialismo “científico”.
Para sorpresa del propio Marx, la revolución que él creía inevitable en los países capitalistas -explotadores- no llegó nunca.  Sus ideas (y alguna perversión de las mismas) triunfaron, sí, pero en países en los que, según la Historia, no debieron hacerlo; como la Rusia de los zares, Cuba, Corea del Norte o algunas regiones africanas”.

En China por ejemplo, Andrés Oppenheimer en su libro: “Cuentos Chinos”, relata que un alto funcionario chino, concretamente el señor Hong Lei, el subdirector de Información del Ministerio de Relaciones Exteriores, le dijo: “Nosotros seguimos siendo comunistas.  Lo que ocurre es que el comunismo es un ideal a largo plazo, que puede tardar doscientos o trescientos años en alcanzarse (…) Durante la década del cincuenta, nuestra percepción del comunismo no era la correcta.  Cometimos el error de adoptar políticas destinadas a implantar el comunismo de la noche a la mañana.  Sin embargo como ya lo decía Marx, el comunismo debe darse en una sociedad que ya alcanzó el bienestar material (…) Estamos construyendo el socialismo con características chinas.  Y en esta etapa, lo que caracteriza nuestras decisiones es el pragmatismo” [1]
La definición marxista del modo de producción capitalista se centra en el establecimiento de unas relaciones de producción basadas socialmente en la existencia de proletarios desposeídos de todo tipo de relación con los medios de producción, que pertenecen al capitalista, con el que se ven obligados a realizar un contrato, por el que le venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario.  Es el capitalista el que organiza la producción, que en su aspecto técnico está determinada por un nivel de desarrollo económico propio de la época industrial, en que el capital ha adquirido el predominio sobre la tierra, que era la fuerza productiva dominante en los modos de producción anteriores (esclavismo y feudalismo). La clave de la concepción marxista del capitalismo está en los conceptos de alienación (el hecho de que el proceso y el producto del trabajo devienen ajenos al trabajador); y de plusvalía, o sea, la parte de la cantidad de trabajo incorporada por el trabajador asalariado al objeto de trabajo que excede en valor a lo pagado por el salario (teoría del valor-trabajo).  En esa diferencia de valor estriba para Marx el beneficio del capitalista, puesto que es éste el que realiza el valor de lo producido mediante la venta en el mercado, que genera un precio que ha de ser superior al costo de producción si es que la actividad económica ha sido exitosa. 
La apariencia libre del contrato entre capitalista y trabajador, apenas enmascara la presión a la que está sometido éste por la existencia de un ejército industrial de reserva, que es como Marx denomina a los desempleados que están dispuestos a sustituirle.
La crítica marxista al capitalismo sostiene que este modo de producción contiene contradicciones inherentes que provocan las crisis cíclicas.  Marx, en su libro El Capital, fundamenta esta opinión aduciendo que cada vez es más difícil para el capitalista valorizar su capital. Las relaciones de competencia a las que está sujeto el capitalista, obligan a éste a implementar de manera constante y creciente nueva y mejor maquinaria para incrementar la productividad del trabajo y, de esta forma, vender sus mercancías a un precio más bajo que sus competidores directos.
De este modo, disminuye el componente "trabajo vivo" (la contratación de trabajadores) dando lugar a lo que Marx denomina "ejercito industrial de reserva" es decir, una considerable parte de la clase obrera que queda a la espera de un trabajo. Esta espera forzosa que impone el capitalismo a la clase obrera, hace que este "ejercito industrial de reserva" se convierta, por un lado, en una importante masa de pobres e indigentes, y, por otro lado, en causa de la imposibilidad de que el salario ascienda rápidamente (debido al excedente de oferta en la fuerza de trabajo).

            Para no ser parte de este “ejército industrial de reserva”, es decir, de esta enorme masa de desempleados, es necesario que los individuos se preparen y se capaciten mejor.  Este tipo de desempleo señalado por Marx, en términos económicos, se lo conoce como “desempleo estructural”.  Aquellas personas que están buscando activamente un trabajo, pero por el propio desarrollo del capitalismo, no lo pueden encontrar, al haberse quedado desactualizadas, sus capacidades.  Así por ejemplo, en los actuales momentos es necesario conocer informática e inglés, para ser competitivo en el mercado laboral.  ¡Hay que buscar la diferenciación y la especialización! A nivel individual y como país; sin que ello signifique reemplazar al capitalismo por un sistema inviable e impracticable como lo es el socialismo marxista. 


[1] Oppenheimer Andrés.  “Cuentos Chinos”.  Random House.  México 2006.  Páginas: 62-63

[1] Para Marx, no existe la clase media, aunque sí la “pequeña burguesía”, aliada natural de la “burguesía”.  Los “pitiyanquis”, en el discurso de barricada de Hugo Chávez.