sábado, 19 de mayo de 2012

EL SOCIALISMO MARXISTA Y LA SOCIALDEMOCRACIA, ¿SON LO MISMO?

El socialismo marxista, es una ideología política, que defiende un sistema social o comunitario, donde la economía se basa en la socialización (estatización) de los medios de producción (así, en oposición a la propiedad privada, ellos hablan de la “propiedad social, común o colectiva”, de allí el término socialistas comunistas o colectivistas). Sus defensores, se caracterizan por su feroz crítica al capitalismo (tanto al liberal clásico como al interventor keynesiano. A Keynes, muchos de ellos lo consideran: “un revisionista”).

Es un término relacionado con el establecimiento de una clase trabajadora organizada, creada mediante un proceso revolucionario, que instaure lo que ellos utópica y teóricamente denominan: “la dictadura del proletariado”. En la práctica, eso más bien se convirtió: “en la dictadura del Estado”. Entidad ubicada por encima de las familias y de las personas. Esclavizadas por funcionarios públicos represivos y autoritarios; en nombre del “bien común” y de la “lucha de clases”: entre los “pérfidos” burgueses o capitalistas (los dueños de los medios de producción) y los “angelicales” obreros o proletariados (desposeídos de los medios de producción, que tienen que vender su fuerza de trabajo, a cambio de un “mísero” salario).

Sin embargo, dado su estrepitoso fracaso a escala mundial (no lo digo sólo yo, lo señala la historia; porque se cayó en Alemania Oriental en 1989, en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas – URSS –, en Europa del Este en 1991, y ahora mismo está por caerse en Cuba, 2012), se les dice socialistas, en la actualidad, a los socialdemócratas. Quienes defienden la propiedad privada, con medidas sociales de justicia redistributiva. Es decir, la socialdemocracia, trata de reducir las diferencias económicas entre las diferentes clases sociales. Los gobiernos socialdemócratas, tienen medidas para redistribuir la riqueza; por ejemplo, a las personas de clase alta (los que poseen más riquezas/dinero que la media de la población) se les exige pagar mayores impuestos que a la media poblacional, con el fin de distribuir la riqueza en la sociedad y ofrecer o facilitar oportunidades, a individuos de menor clase social que no las podrían disfrutar. Los socialdemócratas con tendencias liberales, creen en la economía de mercado, pero consideran además que el Estado es el llamado a resolver los problemas sociales derivados de la distribución del ingreso y la riqueza. Por eso, hay socialistas que confían en el mercado (socialdemócratas) y otros que despotrican en contra del mercado (marxistas).

En este sentido, al Liberalismo social, se lo podría considerar como parte de la socialdemocracia, siempre y cuando se coloque en primer lugar a la economía por sobre los aspectos sociales y políticos; porque hay socialdemócratas que intentan ubicar a la sociología y a la política, por encima de la economía y eso tampoco ha dado resultado en la práctica: ¡Sin recursos económicos, es muy difícil ser solidario! Por tanto, el significado dado al socialismo es muy amplio. Por un lado tenemos el marxista, colectivista, estado céntrico o de partido único; cuyo esquema es el de políticas económicas intervencionistas o en extremo estatistas, como sucede en Cuba, Corea del Norte y actualmente también en Venezuela. País éste último, donde recientemente han existido muchas violaciones en contra de la propiedad privada, de la libertad de expresión y del mercado; que han hecho de esta nación sudamericana, una nueva sucursal cubana en la subregión (la primera fue Chile en la década de 1970, durante el régimen marxista de Salvador Allende). No obstante, habrá que ver más adelante si cambia o no el panorama de Venezuela, luego de las declaraciones de Fidel Castro el 8 de septiembre del 2010, cuando dijo que su “modelo”, ya no funciona ni para ellos, peor para exportarlo; y, especialmente después de que la oposición venezolana se consolide como una nueva fuerza política en la Asamblea. Y por otro, está la socialdemocracia, que respeta la propiedad privada, la libertad de expresión, la libre empresa, la libre competencia, en fin; pero que además, tiene adecuadas políticas redistributivas, a través de subsidios e impuestos directos, que benefician a los estratos populares y gravan con mayores impuestos, a quienes están en la real posibilidad de pagarlos.

Según el sociólogo alemán (inventor del socialismo del siglo XXI) Heinz Dieterich, “Los gobiernos socialistas en América Latina, son más bien intentos de aplicación contemporánea de las políticas de la economía social de mercado” (Liberalismo social). Al parecer, se refiere a las social democracias de Lula en Brasil y de su antecesor Fernando H. Cardoso; de Frei, Lagos, Bachelet, y de la Concertación en Chile; de Tabaré Vásquez en Uruguay (Mujica, hoy) y de Alan García y Ollanta Humala, en Perú. Quienes, siendo gobiernos políticamente originarios de la centroizquierda o incluso ex marxistas “conversos”, aceptan la economía liberal de mercado, con amplias coberturas sociales para la población más necesitada de sus respectivos países, haciéndole ver al mundo y al resto de la región, que ¡sí es posible compatibilizar la libertad económica, con la necesaria solidaridad social!, que estas dos cosas: libertad y solidaridad, no son mutuamente excluyentes, son perfectamente compatibles y complementarias.

Fernando Henrique Cardoso, por ejemplo, se declara socialdemócrata y fue el primer Presidente del Brasil, que se interesó en los pobres de manera real, inaugurando un modelo de asistencia pública de una altísima efectividad concreta. Así, conocedor de que la gran miseria del gigante sudamericano, es explicada por la ignorancia y el analfabetismo, concedió subvenciones financieras a las madres de familia, con la condición de que éstas escolaricen a sus hijos. Después Lula (contra todo pronóstico, dado su pasado marxista y sindicalista), continuó con las políticas liberales socialmente responsables de Cardoso, otorgándole independencia al Banco Central, estabilizando la moneda, abriéndose al mercado, privatizando entidades estatales ineficientes y monopólicas, dándole importancia a la transparencia fiscal y manteniendo la política denominada “ayuda condicional a las familias”.

En el enlace digital (http://e-pesimo.blogspot.com/2008/11/mercados-de-la-mano-invisible-de-adam.html), se lee: “Pese a su fuerza y repercusión, el marxismo no fue, sin embargo, la única respuesta a la revolución industrial y el desarrollo mundial del siglo XIX. Hubo una vertiente más light: el socialismo democrático (o simplemente, “socialismo”). Ya sea en su vertiente inglesa (los fabianos, herederos de una tradición mixta entre socialistas utópicos y las teorías de David Ricardo), como en la continental. Tanto unas como otras, parten de una premisa: Smith se equivocaba. Los mercados no pueden y no deben regularse solos. Es necesaria la intervención estatal, porque la utopía de que la búsqueda del interés personal conduce al bien general, es una falacia. Lo que se necesita es un regulador, un planificador, que coordine la economía para paliar las inevitables injusticias. El socialismo busca la redistribución de la riqueza mediante el lema «de a cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades». En el siglo XX, y salvo en unos cuantos lugares, la máxima que triunfó fue ésta, pero sin la ortodoxia del marxismo. Hubo quien, como Ludwig von Mises, anticipó a principios de la década de 1920 la imposibilidad del cálculo económico en las sociedades socialistas. Pero ya antes, algunos críticos desde dentro, como Eduard Bernstein, abogaron por un revisionismo de los socialistas clásicos (Marx) para adaptarlo a la realidad. Lo que dio lugar a la socialdemocracia y al socialcristianismo, especialmente tras la encíclica Rerum Novarum del papa Leon XII en 1891”.

En contraste con la socialdemocracia, para el marxismo, el socialismo es considerado la fase previa al comunismo, por ello los procesos revolucionarios vividos por la ex URSS, Corea del Norte, la Cuba Castrista y la China Maoísta, se relacionan con esta doctrina. Los únicos sobrevivientes actuales del marxismo son: Cuba y Corea del Norte; pues la URSS fue desintegrada y en la China se ha pasado del comunismo al consumismo y al capitalismo económico (en lo político, siguen siendo marxistas). Para los marxistas, el socialismo implica una sociedad altamente igualitaria y solidaria, sobre la base de la democracia obrera y la propiedad social sobre los medios de producción, haciendo hincapié en un fuerte desarrollo productivo y cultural, con una economía planificada; capaz de suplir holgadamente las principales necesidades mayoritarias. Un rasgo distintivo de los socialistas-comunistas, es tratar de superar el sistema capitalista. Porque ellos lo ven como la raíz de todos los males. En este sentido, no es lo mismo un socialdemócrata que un comunista, porque el primero trata de que haya una mejor redistribución del ingreso y la riqueza, a través de mecanismos concretos como son las reformas tributarias, por ejemplo; mientras que los segundos, quieren implantar un sistema socialista, con un Estado hiperactivo e intervencionista, como paso previo al comunismo. Donde el Estado (luego de que haya cumplido su papel en el socialismo), junto con la explotación del hombre por el hombre, en su opinión teórica, al fin desaparezcan.

Sebastián Hurtado Pérez, columnista de Diario El Comercio de Quito-Ecuador, señala: …“algunos erróneamente califican de comunistas a ciertas naciones, sin tomar en cuenta que comunismo es un sistema económico utópico que nunca ha sido aplicado en ninguna parte del mundo…” (Fuente: www.elcomercio.com).

No obstante la opinión de este economista, cabe señalar, que es hacia allá, a donde pretenden ir los socialistas más radicales, a la construcción del socialismo, como fase previa al comunismo. Por tanto, el que no se lo haya aplicado nunca, no significa de modo alguno, que ciertos soñadores se hayan olvidado de las igualitarias tesis marxistas y que jamás las intenten poner nuevamente en vigor, con los tristes resultados prácticos que todos conocemos (incluso los socialistas marxistas saben que no ha funcionado el socialismo en el ámbito económico, no obstante lo justifican diciendo que no ha sido implantado en la forma recomendada por Carlos Marx, o que no fue Trotsky el que lo impusiera en la ex URSS, sino Stalin, o culpan del atraso cubano al embargo norteamericano, etc.) Siempre lo pretenderán hacer, mientras tengan el pretexto de la desigualdad capitalista, de las fallas del mercado, de los normales ciclos económicos, en fin; que sin duda existen, pero para eso están los impuestos y los subsidios directos: para humanizar al capitalismo y dotarlo de contenido social.

Así pues, el Liberalismo social en la práctica, ha demostrado ser el menos pernicioso y dañino modelo que existe; porque partiendo de la economía de mercado, del sistema de precios y de la libertad económica de los individuos emprendedores, que se arriesgan a exponer su capital en un negocio: redistribuye la riqueza, por la vía de un Estado, solidario únicamente, con los pobres y excluidos del sistema, es decir, con quienes verdaderamente lo necesitan. El mundo contemporáneo, se enfrenta ahora a una nueva plaga, repleta de credo o fanatismo, el denominado ambientalismo extremo, que culpa de todos los males al liberalismo, en el sentido de que al ser éste un modelo probado de desarrollo (ellos así lo reconocen), estaría destruyendo al planeta, lo que sin duda alguna, también es una exageración y un peligroso dogma ideológico, puesto que las mismas sociedades libres a través de nuevas invenciones, generadas en ambientes institucionales de libertad y solidaridad, van creando las suficientes medidas de mitigación, como para remediar este problema. 

Volviendo al socialismo marxista (pariente cercano del ambientalismo extremo), se escuchó en los noticieros ecuatorianos una voz con acento boliviano en la cumbre del ALBA en Otavalo el 24 de junio del 2010: “En el capitalismo te pagan para que trabajes, para mantener la explotación capitalista. En el socialismo, tú trabajas por convicción, sin que nadie te obligue”, que suena bonito, pero es poco pragmático y efectivo en la realidad, o si no preguntémosles a los cubanos, cuyo salario promedio es de 10 dólares por mes. Un maestro en Cuba gana 9 dólares y 60 centavos por mes; un ingeniero, 14 dólares con 40 centavos y un médico, 27 dólares por mes.

Andrés Oppenheimer, a propósito de las remuneraciones en Cuba señala: “En teoría, el régimen cubano provee a la población de alimentos subsidiados y cuidados médicos gratuitos que no existen en otros países y que deben ser tomados en cuenta en cualquier comparación salarial. Pero cualquiera que haya visitado Cuba sabe que la tarjeta alimentaria no cubre más que las necesidades mínimas para una semana por mes y que los servicios médicos a menudo sólo funcionan en los hospitales para turistas (…)”.

Así que estimado amigo boliviano, sería bueno que nos diga desde su visión ideológica: ¿Por qué se cayó el muro de Berlín? ¿Por qué ya no existe socialismo en la ex URSS? ¿Por qué Rusia, China e India decidieron aplicar el capitalismo liberal en lo económico?, amigo, con todo afecto y respeto, el socialismo comunista no funcionó simplemente por su tiranía de Estado, por despreciar a la propiedad privada, a la libertad económica; por ser solidario, sólo con una elite del partido comunista (con la clase dirigente); porque en la práctica, según el “Libro Rojo del Comunismo”, este sistema le costó al mundo, entre paredón y disidentes, más de 100 millones de muertos, que fueron víctimas inocentes, por pensar diferente y querer ser libres. El comunismo, suena bonito en teoría, pero es poco realista en la praxis: un mundo donde todos seamos iguales, nada individualistas y muy solidarios. ¿No sería preferible, un mundo donde no haya desigualdades sociales, con igualdad de oportunidades para todos… donde seamos más prósperos y felices, porque así lo hemos decidido individualmente, no porque así lo haya impuesto o decretado un “comité de burócratas”?, porque hay que decirlo claramente, detrás de ese Estado, hay personas concretas, decidiendo nuestro futuro (con intereses particulares e individualistas también). A casi nadie le gustaría, que algún oficinista le venga a decir qué es justo y qué no lo es, qué productos consumir y cuáles no, qué programas de televisión mirar y cuáles no, en fin… Los pueblos desarrollados prefieren la libertad y el Liberalismo social, porque éste con los defectos propios que tiene, por ser un invento de la civilización humana, es mejor que la planificación centralizada y el comunismo. ¡Qué sonarán muy bien en teoría! (de hecho el paraíso cristiano debe ser así), pero no toman en cuenta que al ser dirigido por seres humanos movidos por sus propios intereses en el sector público y no por arcángeles: está condenado al fracaso, porque si habría sido un modo de producción beneficioso para la humanidad, todavía seguiría en pie en la ex URSS, en China y en los países de Europa del Este. En Cuba, por ejemplo, el socialismo vive sus horas de agonía, se encuentra en estado vegetativo, con respiración artificial, a la espera de que su gobierno marxista, le retire el tubo de oxígeno.

Los socialistas extremos, proponen además, la desaparición del dinero, al cual lo ven como un instrumento de injusticia e inequidad “social”. La pregunta aquí es: ¿Con qué será de realizar el intercambio?, será tal vez con piedras, con animales, con espejos, con sal, en fin. En palabras simples, pretenderían que la sociedad humana involucione a la edad de la “piedra”, es decir, retorne al arcaico sistema del trueque, que es característico de las sociedades atrasadas y de los países que sufren crisis económicas (acordémonos los ecuatorianos cuando después de la estanflación de 1999, empezamos a emplear el trueque, por la desconfianza en el Sucre). El trueque tiene dos inconvenientes: 1) La imposibilidad de conocer el valor monetario del bien o servicio a ser intercambiado, porque nadie cambia algo que sea exactamente del mismo valor (o usted ha ido al mercado a cambiar un billete de un dólar, vez tras vez), pues éste es un concepto subjetivo, que depende de la escasez (menor oferta y mayor demanda), como lo demostraron claramente los economistas marginalistas; y 2) la mutua coincidencia de necesidades, es decir, para que usted intercambie algo conmigo, usted debe necesitar el producto mío y yo también el suyo, lo cual no siempre es así. No debemos esperar todo del Estado y aportar con nuestro granito de arena al desarrollo nacional. El socialismo comunista es totalitario y estatizante por definición, mientras que el Liberalismo social confía en el ser humano y en su legítimo afán de superación.

Nada es Gratis

A la mitad de una clase en una Universidad de Occidente, uno de los alumnos oriundo de un país socialista, inesperadamente le preguntó al profesor: - "¿Usted sabe cómo se capturan los puercos salvajes?" El profesor creyó que era un chiste y esperaba una respuesta divertida. El joven respondió que no era un chiste. Y dijo: - "Usted captura puercos salvajes encontrando un sitio adecuado en la pampa y tirando un poco de maíz en el piso. Los puercos vienen diariamente a comer el maíz esparcido en el suelo. Cuando se acostumbran a venir diariamente, usted construye una cerca a un costado del sitio en donde ellos se acostumbraron a venir. Cuando se acostumbran a la cerca, ellos regresan a comer el maíz y usted construye otro lado de la cerca. Ellos vuelven a acostumbrarse y regresan a comer. Usted va poco a poco acostumbrándolos y distrayéndolos hasta instalar los cuatro costados del corral alrededor de los puercos golosos y vagos; al final instala una puerta en el último lado. De esta forma, los puercos ya están acostumbrados al maíz fácil y a las cercas y comienzan a venir solos por la entrada. Es ahí cuando Usted cierra el portón y captura a todo el grupo." - “Así de simple, en un segundo, los puercos pierden su libertad. Ellos empiezan a correr en círculos y a chillar dentro de la cerca, pero ya están atrapados. Luego, obviamente, empiezan a comer el maíz fácil y gratis. Se quedan tan acostumbrados a eso que se olvidan cómo cazar y alimentarse por sí mismos, e, irónicamente, aceptan la esclavitud (...)"

FUENTE: www.ecuadorenvivo.com (20 de agosto del 2010)

Los socialistas del siglo XX, aspiraban que el socialismo sea la fase previa al comunismo. Así que la próxima vez que le hablen de socialismo, piense en Cuba, no en Chile, ni en los países nórdicos de Europa (de los cuales hablaremos más adelante). No se confunda entre socialismo y “conquistas sociales”. El socialismo comunista, presenta un predominio del Estado por sobre los particulares en la actividad económica, no respeta la propiedad privada, confisca por doquier, reprime libertades básicas de los seres humanos, confía más en el Estado que en el mercado, quiere planificarlo todo, controlarlo todo, es intolerante ante la opinión ajena, etc. Algo que ni en Chile, ni en los países nórdicos de Europa, se vive hoy en día.

Si usted quiere saber, si se aplica o no socialismo marxista en un determinado país, siga tres reglas básicas, 1) ¿Qué opina su presidente sobre la propiedad privada? ¿La respeta, la confisca o la expropia?, si la respeta: no hay socialismo marxista allí, pero si todo dice: ¡Confísquese!, no hay caso, el individuo en cuestión es socialista radical. 2) ¿Qué opina su presidente sobre el mercado?, ¿Confía en él o quiere planificarlo todo?, si confía en el mercado: no hay socialismo marxista allí, pero sí todo dice: ¡Nacionalícese!, o ¡Planifíquese!, eso es socialismo marxista también; y, 3) ¿Su presidente habla todos los días de burguesía y proletariado? ó ¿de oligarquía y clase trabajadora?, ¿habla sobre imperialismo?, peor aún ¿ha calificado de “pitiyanquis” a ciertos “pequeño burgueses”?, Si la respuesta es afirmativa a más de una cuestión, no hay duda amigo mío, usted vive en un país socialista con tendencia comunista. Por ello, debe prepararse para un colapso socioeconómico de enormes proporciones, como ya sucedió en el pasado (piense que el socialismo es “científico” y siempre e invariablemente el fenómeno de su colapso se reproduce, vez tras vez).

Además, ya lo dijo el filósofo Santayana: “los que se olvidan de la historia, están condenados a repetirla”.

Ec. Pablo Zambrano Pontón
CATEDRÁTICO, ESCRITOR Y ANALISTA ECONÓMICO


Sus excelentes, didácticos y prácticos libros: Microeconomía, Macroeconomía y Economía Internacional, los puedes encontrar en MR BOOKS, LIBRERÍA ESPAÑOLA Y ALMACÉN UNIVERSITARIO, o envíale un mail a pabli_zam@yahoo.es


1 comentario:

Oscar Acosta 5to Año dijo...

Muy intersante el articulo economista,la verdad me agrado mucho. Tengo que decirle que concuerdo con que la mejor manera o camino para que un país se desarrolle el el modelo que llama la socialdemocracia, ya que un capitalismo puro sin control estatal beneficiaria solo a los dueños del capital y no a la mayoria de la población.
Pero si me permite hacer una critica al articulo, me parece economista que esta cayendo en el error de atacar a los "comunoides" o "sociolistos" como usted los llama, de la misma forma en que ellos atacan a todas las formas de capitalismo.
Me parece que la mejor manera de defender sus ideas y en si de los modelos economicos que han funcionado es simplemente describiendo en que cosnsiten y demostrando sus resultados, pero no atacandolos de las misma manera que ellos lo hacen, porque eso denota una especie de inconsistencia de sus ideas.
Con todo respeto economista como ya le he dicho antes considero que usted es uno de los mejores profesores que he tenido, mostrandonos una vision diferente de lo que realmente lleva al desarrollo a los países, personalmente me encanta que un profesor exponga sus ideas y los estudiantes tengamos la posibilidad de debatirlas con usted.
Y como le dije antes, la mejor manera de romper las ideas de los socialistas utopicos, por llamrlos de alguna manera, es dejandolos sin argumentos, pero no atancadolos de esa manera.