CRISIS ECONÓMICAS, CAUSAS Y CONSECUENCIAS
Por: Juan Carlos Cachanosky (+), Revista Libertas 36 (Mayo
2002) Instituto Universitario ESEADE www.eseade.edu.ar
RESUMEN Y ADAPTACIÓN DEL
PAPER ENTREGADO POR NICOLAS CACHANOSKY, A LOS ESTUDIANTES DEL PHD IN ECONOMICS,
SMC UNIVERSITY
Resumido y adaptado
por: Pablo Zambrano Pontón (Economista, Magíster, Candidato a PHD in Economics, SMC University).
Sus comentarios están entre corchetes [], pues trata de explicar la actual
crisis económica del Ecuador actual, reflejada en el -3% del primer trimestre
de 2016.
INTRODUCCIÓN
Explicación socialista de las crisis
económicas:
·
Para los socialistas, la causa de las crisis recurrentes en el capitalismo
está en la sobreproducción.
·
Para los socialistas, el capitalismo es un sistema anárquico de producción
y de cuando en cuando, el mercado produce más bienes de los que la gente puede
comprar.
·
Al generarse un excedente o sobrante de producción: suben los inventarios
de las empresas, las empresas entran en situación de iliquidez, bajan los
precios y cae la producción. Así, la
crisis perdura, hasta que se liquidan los sobrantes.
·
Los capitalistas más pequeños
quiebran y sus fábricas pasan a manos de los capitalistas financieramente más
fuertes. De esta manera con cada crisis del capitalismo, la propiedad de los
medios de producción se va concentrando en menos y menos manos.
Explicaciones alternativas: explicación keynesiana,
explicación monetarista y explicación austriaca (fundamentalmente la de Mises y
de Hayek).
LA EXPLICACIÓN
MARXISTA Y LA LEY DE SAY
·
Los primeros economistas socialistas, los utópicos, sostenían que
las crisis económicas que se presentan en el capitalismo provienen de un
desequilibrio entre oferta y demanda.
·
Para ellos la causa de la crisis económica radicaba en que se
producía más de lo que la gente podía consumir. Se puede llamar a estas
explicaciones teorías de sobreinversión o sobre producción.
·
Todos los mercados entran en recesión provocando la quiebra de los
capitalistas menos fuertes. La propiedad de los medios de producción de los
capitalistas que quiebran pasa a manos de los capitalistas más fuertes. Los
capitalistas que quiebran se convierten en proletarios y la cantidad de
desocupados va en aumento.
·
En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels, explican que las
crisis económicas del capitalismo se deben a la sobre producción.
·
La inconsistencia de la explicación socialista, fue dada
indirectamente por el economista francés Jean-Baptiste Say con lo que él llamó
“ley de los mercados” o “ley de las salidas” hoy más conocida como “ley de
Say”.
·
Con la ley de los mercados Say intentaba refutar a los empresarios
que sostenían que la recesión se debía a la falta de moneda. [Hasta hoy lo hacen, así por
ejemplo en Ecuador, tras esta recesión económica de -3% en el primer trimestre
de 2016, hay quienes sostienen que la misma obedece a una “falta de liquidez”,
sin reconocer que la causa primaria de la misma obedece al excesivo gasto
público, cercano a la mitad de la producción nominal, 40% del PIB para ser
exactos].
·
Say mostró que es imposible que haya sobreproducción en
todos los mercados, como sostenían los socialistas, dando lugar a una crisis
económica generalizada.
·
La ley de Say se puede explicar en dos escenarios: (1) una
economía de trueque y (2) una economía monetaria.
·
En el caso de una economía de trueque el argumento de Say resulta
muy claro. En este caso el intercambio es directo, se cambian mercaderías por
mercaderías.
·
La oferta de una mercancía implica la demanda de otra. O al revés
para demandar un bien hay que ofrecer otro.
·
Por lo tanto Say concluye que es un absurdo pensar que hay oferta
y no hay demanda ya que la oferta de un bien “es” demanda de
otro. La
única manera que tiene una persona de demandar más es ofreciendo más y cuanto
más se ofrece más se demanda. [No es lo mismo decir: “la oferta de un bien es demanda de otro”, que:
“toda oferta crea su propia demanda”].
·
En el caso de trueque, si el precio de un bien cae, “necesariamente”
el precio de otro bien tiene que aumentar.
·
Si para comprar un par de zapatos hay que entregar una mayor
cantidad de manzanas esto significa que el precio del zapato subió y el de las
manzanas bajó. Es “imposible” que baje el precio de los zapatos “y” de las
manzanas en una economía de trueque.
·
La mayor oferta del bien X es lo que provoca mayor demanda de los
bienes A, B, C, D, etc. La mayor oferta de X hará que el precio de X baje, pero
esto implica necesariamente que el precio de otros bienes tienen que aumentar.
Seguramente el precio de los bienes cuya demanda se vea incrementada por la
mayor oferta de X.
·
De esta forma Say concluyó que la idea de un exceso de
oferta generalizado es un absurdo. Es imposible que caigan los precios de
“todos” los bienes en la economía. [Se
pueden dar crisis puntuales en ciertos mercados, pero no en todos, como
pregonan con altanería, soberbia y arrogancia los socialistas].
·
De acuerdo a la Ley de Say no puede haber “nunca” exceso de
producción en “todos” los mercados.
·
Un cambio del precio relativo significa “necesariamente”
que el precio de un bien sube pero el del otro baja. Nuevamente “nunca” puede
haber una caída de precios en los dos mercados. Esto es un absurdo en términos
de la Ley de Say.
Tabla II
|
|||
Escenario
|
Unidades ofrecidas
del Bien A
|
Unidades
ofrecidas
del Bien B
|
Precios
relativos
A:B
|
1
|
200
|
400
|
1:2
|
2
|
400
|
400
|
1:1
|
Tabla III
|
||||||||
Unidades ofrecidas del
Bien A
|
Unidades ofrecidas del
Bien B
|
Unidades ofrecidas del
Bien C
|
Unidades ofrecidas del
Bien D
|
Unidades ofrecidas del
Bien E
|
Unidades ofrecidas del
Bien F
|
Unidades ofrecidas del
Bien G
|
Unidades ofrecidas del
Bien H
|
|
200
|
400
|
100
|
300
|
150
|
500
|
50
|
250
|
|
450
|
400
|
100
|
300
|
150
|
500
|
50
|
250
|
·
La producción (oferta) de
cada uno de los bienes de A hasta H impulsan la demanda de los otros bienes. Así por ejemplo, con
las 200 unidades producidas del Bien A se demandan los bienes B a H. Con las
400 unidades producidas del B se demandan los otros bienes y así sucesivamente.
·
La demanda del Bien A proviene de la cantidad de los otros bienes
que se quieren entregar a cambio de A. La Tabla III muestra en la segunda línea
que la producción del Bien A aumenta de 200 unidades a 450. La producción u
oferta del resto de los bienes permanece igual. Esto significa que,
ceteris paribus, el precio del Bien A tiene que bajar y, por lo tanto,
el precio del resto de los bienes sube en términos de A.
·
La mayor oferta del Bien A que produce la disminución de su
precio, se puede deber a dos cosas: (1) un error empresarial o (2) una mayor
productividad. En el primer caso se habrá sobrestimado el mercado y la caída
del precio ocasionará pérdidas a los empresarios que producen el Bien A. En el
segundo caso, la mayor productividad reduce los costos y la rentabilidad de
producir el Bien A aumenta a pesar de que su precio caiga.
·
Si la mayor oferta del Bien A se debe a un error entonces en los
períodos siguientes la producción bajará nuevamente. Si la mayor oferta del
Bien A se debe a una mayor productividad entonces puede perdurar en el tiempo y
permite trasladar factores productivos a otras producciones. Esta es la manera en que crece la economía, la mayor oferta en un mercado
incrementa la demanda en otros mercados. Si la productividad aumentara en
muchos mercados el crecimiento sería mucho más acelerado.
LEY DE SAY
En el capítulo XV de su libro Traité
d´economie politique [Tratado de economía política], Say explica su ley de
la siguiente manera:
“Pero podríamos preguntarnos, si esto es así, ¿cómo es
posible que en algunos casos exista tal sobreproducción de bienes en el mercado
y sea tan difícil encontrarles una salida? ¿Por qué no puede intercambiarse uno
de estos bienes superabundantes por otro? Mi respuesta es que la sobreproducción
de un bien determinado es el resultado de que haya superado su propia demanda
total, sea porque se lo ha producido en abundancia excesiva o porque se ha
restringido la producción de otros bienes.
La
sobreabundancia de algunos bienes se debe a una disminución de la producción de
otros. Para usar una
expresión más trillada, las personas compran menos porque han tenido menos
ganancias. La disminución en sus ganancias puede deberse a dos
motivos; han tenido dificultad en el empleo de sus medios productivos, o los
medios mismos han sido insuficientes.
Además, debe
observarse que precisamente al mismo tiempo que un bien arroja pérdidas, otro
bien está arrojando ganancias excesivas. Tales
ganancias operan como un fuerte estímulo para que se desarrolle esa clase
particular de productos. Por lo tanto, para que por un lado se perpetúe esa
escasez, y por otro se genere la sobreproducción resultante, necesariamente deben existir medios violentos, alguna causa
extraordinaria, una convulsión política, o la avaricia o ignorancia por parte
de la autoridad. En cuanto se elimina la causa de este mal político, los medios
de producción son impulsados naturalmente por los canales
vacantes, cuya nueva provisión devuelve la actividad a todos los demás. Si existiera libertad de producción, es poco probable que un tipo de producción
superara a todas las demás y que sus productos se abarataran en forma
desproporcionada. [Declaración
profunda y extraordinaria de Say en favor del libre mercado, el libre comercio
y la libre competencia productiva].
Jean-Baptiste Say, “De la demanda o mercado de productos”, Libertas,
Mayo de 1990, pp 301-302.
Lo que Say fundamentalmente estaba tratando
de explicar era que lo que da origen a una mayor demanda, no es la cantidad de
dinero, sino la producción de bienes y servicios.
La mayor o menor oferta de dinero hace que
el promedio de precios sea más alto o más bajo pero no provoca mayor o menor
demanda de productos. [Visión clásica de la curva de Oferta Agregada,
donde una mayor expansión monetaria no mueve la producción, sino únicamente el
nivel de precios de la economía; y que ha probado hasta la saciedad ser real y
verdadera a escala global].
Este es el punto que quería hacer notar Say:
la oferta monetaria no es la que provoca una mayor demanda, sino que la mayor
producción de bienes y servicios es la que incentiva a la demanda, de modo
natural, espontáneo. [En otras palabras,
si queremos estimular la demanda, deberemos incentivar la productividad (la
capacidad de producir una mayor cantidad de bienes y/o servicios en el menor
tiempo posible y con la menor utilización de factores o recursos productivos,
sin desperdiciarlos, sin derrocharlos)].
Para Say: los precios suben o bajan todos al
mismo tiempo y en la misma proporción. Si esto es así, entonces las variaciones
en la oferta monetaria, no afectan a ninguna persona o empresa en la sociedad.
El problema en realidad, señalado por la
Escuela Austriaca de Economía, es que las variaciones en la oferta monetaria mueven
los precios en distintos tiempos y proporciones. Esto provoca una
redistribución de ingresos, a favor de aquellos cuyos precios y salarios suben
en mayor proporción y más rápidamente.
Pero el punto principal de Say y los
economistas clásicos, es que cualquier cantidad de dinero es suficiente para
llevar a cabo todas las transacciones.
Pero además vale la pena agregar que el dinero es una mercancía más, igual que cualquier otra mercancía y que
cuando este es más escaso respecto de su demanda, su precio es más alto.
En un mercado de libre emisión monetaria la producción de dinero se vuelve más
rentable, igual que ocurre con cualquier otro bien.
En una economía de trueque se puede ver con claridad que la única
manera que cada persona tiene de aumentar su poder de compra es produciendo más
bienes o servicios que sean demandados por el resto de las personas en la
sociedad. Si una persona no produce más no puede demandar más y si produce
cosas que el resto de los individuos no desea comprar tampoco podrá demandar
más. Siguiendo la ley de Say se ve claro que la producción, no
la emisión de dinero, es la que genera mayor demanda. El dinero es el medio de
transporte que transfiere valores.
Decir que las ventas caen debido a que el
dinero es escaso es, según Say, confundir la causa con el medio. Las ventas no
caen porque hay poco dinero sino porque hay poca producción.
JOHN M. KEYNES
Para Keynes, el
problema es una caída en demanda global o
agregada que proviene en última instancia de un incremento en la
preferencia por la liquidez de los agentes económicos.
Según
Keynes, el ahorro que no es invertido provoca una caída en la demanda agregada, como consecuencia las empresas acumulan inventarios
por encima de su nivel deseado, esto hace que bajen la producción para liquidar
esos stocks y que, por lo tanto, despidan trabajadores. De esta manera se entra en un nivel de
producción más bajo y la desocupación aumenta.
Keynes
cree que el motivo fundamental de los ciclos económicos es la fluctuación en la
eficiencia marginal del capital, o rentabilidad del capital.
Si
la eficiencia marginal del capital baja, las inversiones se deprimen y en consecuencia
la demanda agregada tiene a bajar. Habrá ahorro no invertido.
La
manera de solucionar el problema es con políticas económicas activas por parte
del gobierno que estimulen un incremento en la demanda global. Estas políticas
económicas activas pueden ser fiscales o monetarias dependiendo de si el gobierno modifica
los impuestos y gasto público o el banco central adopta medidas para expandir
la liquidez en el mercado con el objeto de bajar la tasa de interés. [Esta es la visión de política
económica predominante en el Ecuador de hoy en día, un gobierno que dice estar
atado de pies y manos por la dolarización, lo que según él no le permite
instrumentar políticas expansivas en términos monetarios. En lugar de aprovechar la ventaja que en
estabilidad de precios le ha conferido el dólar, se queja amargamente y lo
culpa de problemas económicos derivados del excesivo gasto público e
intervencionismo estatal].
Los
conocimientos económicos de Keynes son más que dudosos. Confunde conceptos y
malinterpreta o ignora otros. Algunos de importancia son los siguientes:
Demanda agregada vs. Rentabilidad esperada: Según Keynes, el nivel de producción
depende de la demanda agregada, a mayor demanda mayor producción y viceversa. En realidad las empresas no expanden o
contraen su producción en función de la “demanda” sino en función de la
rentabilidad esperada. Un aumento de salarios, por
ejemplo, provoca según Keynes un mayor nivel de consumo, pero olvida que los
salarios son también costos para las empresas. Otro tanto ocurre con el gasto
público. Aumentar el gasto público para incrementar la demanda global implica
un “costo” para las personas y las empresas. En el mejor de los casos un mayor
gasto público desplaza demanda de unos mercados hacia otros. El Estado gasta en
determinados bienes pero como cada dólar gastado es pagado por alguien en la
sociedad, ese alguien se ve forzado a reducir su gasto. Es la
rentabilidad esperada y no la demanda global la que impulsa la producción.
La Ley
de Say: Si la ley de Say es cierta la
teoría keynesiana se derrumba ya que no puede haber diferencia entre oferta y
demanda agregadas. Antes de entrar a exponer su teoría Keynes intenta refutar
varios postulados de la economía clásica, uno de ellos es la Ley de Say.
Resulta extraño
que para refutar la Ley de Say, Keynes cite a John S. Mill y no al mismo Say.
Si Say le parecía un autor antiguo ¿por qué no citó a un economista más moderno
que incorporara el análisis marginal? La respuesta más probable es que Keynes
sólo haya leído pocos libros de economía modernos (esto se puede observar en
las citas del índice alfabético de la General Theory). Keynes le dedica
dos páginas a la refutación. Por tratarse de un tema tan central para su propia
teoría el tratamiento del tema parece un tanto ligero y efectivamente así lo es
porque no estaba entendiendo la Ley de Say. Esto se puede ver claramente en los
primeros párrafos de la refutación:
Desde los tiempos de Say y Ricardo los economistas
clásicos han enseñado que la oferta crea su propia demanda
–queriendo decir con esto de manera señalada, aunque no claramente definida,
que el total de los costos de producción debe necesariamente
gastarse por completo directa o indirectamente, en comprar los productos.
En
los Principles of Political Economy de John S. Mill, la doctrina está
expresamente expuesta:
“Los medios de pago de los bienes son sencillamente otros bienes.
Los medios de que dispone cada persona para pagar la producción de otras
consiste en los bienes que posee. Todos los vendedores son,
inevitablemente, y por el sentido mismo de la palabra, compradores.
Si pudiéramos duplicar repentinamente las fuerzas productoras de un país,
duplicaríamos por el mismo acto la oferta de bienes en todos los mercados, pero
al mismo tiempo duplicaríamos el poder adquisitivo. Todos ejercerían una demanda
y una oferta dobles, todos podría comprar el doble porque tendrían dos veces
más que ofrecer en cambio”. [John M. Keynes, Teoría General de la
Ocupación, el Interés y el Dinero, Fondo de Cultura Económica, 1976, p 28].
En primer lugar
hay que señalar que los economistas clásicos lo que
querían decir con que la oferta crea su propia demanda, es que toda persona que
ofrece un bien “necesariamente” está demandando otro. La afirmación de Keynes
de que el total de los costos deben necesariamente gastarse por completo
directa o indirectamente en comprar productos, sólo muestra que Keynes no
entendió el punto central de la Ley de Say. La oferta no es lo mismo que los
costos. Los precios de bienes de consumo o de producción que se
formen, son “consecuencia” de la oferta y la demanda.
Pero lo más
grave es el párrafo que utiliza Keynes, donde, según él, “la doctrina está
expresamente expuesta”, para refutar la ley de Say. El párrafo que cita Keynes
está cortado por la mitad y lo que continua diciendo Mill es tanto o más
importante que lo citado:
Cierto que es
probable que hubiera ahora una superfluidad de determinadas cosas. Si bien la comunidad
duplicaría de muy buena gana su consumo total, puede ya tener tanto como desea
de algunas mercancías, y tal vez prefiera consumir más del doble de otras o
ejercitar su capacidad aumentada de compra sobre algún nuevo artículo. De todas
maneras, es un verdadero absurdo suponer que todas las cosas bajarían de valor,
y que en consecuencia todos los productores serían remunerados
insuficientemente. Si los valores continúan siendo los
mismos, no importa lo que ocurra a los precios, ya que la remuneración de los
productores no depende de la cantidad de dinero que obtienen por sus géneros,
sino de la cantidad de artículos de consumo. Además, el dinero es una mercancía; y si suponemos que se
duplica la cantidad de todas las mercancías, hemos de suponer que también el
dinero se duplica, y entonces los precios, como los valores no bajarían.
Como
podemos ver Mill explica que si bien la oferta y la demanda agregadas deben ser
iguales, puede haber desequilibrios entre los mercados individuales. Pero esto
significa que si en un mercado el precio baja en otro tiene que subir como
vimos más arriba. No puede ser que haya un exceso de oferta en “todos” los
mercados. La cita de
Keynes hace referencia a ofertas y demandas globales. La macroeconomía
keynesiana ha perdido de vista que lo importante son los precios “relativos”.
Inclusive
podemos ver que Mill aclara que el dinero es una mercancía más y que por lo
tanto también su oferta se duplicaría. De esta manera si se duplica la producción de “todos” los
bienes, el dinero tiene que estar incluido. De lo contrario los precios
tendrían que bajar en relación al dinero o, lo que es igual, el precio del dinero (poder adquisitivo) subir. [Para los economistas austriacos,
como Juan Carlos Cachanosky, el precio del dinero es el poder adquisitivo en
términos de cuantos bienes o servicios puede comprar el consumidor y no esa
visión keynesiana de que el precio del dinero es la tasa de interés. Para los austriacos, la tasa de interés
refleja la preferencia temporal de la gente para ser remunerada lo más pronto
posible, es decir, la tasa de interés es el precio del tiempo, de allí surgen
los conceptos de valor presente y valor futuro].
La tasa de interés real. En especial el economista Irving Fisher ha puesto énfasis en la
diferencia entre tasa de interés nominal y tasa de interés real. Siendo esta
última igual a la primera menos la tasa de inflación. El punto de Fisher y de
economistas posteriores es que si hay expectativas de inflación la tasa nominal
de inflación aumenta para compensar el aumento de precios. Keynes niega
explícitamente que la pérdida en el poder adquisitivo del dinero, afecta a la
tasa nominal de interés. Lo que
Keynes cree es que la inflación aumenta la rentabilidad de las inversiones y,
por lo tanto, estimula la producción.
[Por ello es que a los
economistas keynesianos no les preocupa la inflación y sí el desempleo, cuando
los dos fenómenos son perniciosos y deben ser combatidos por la vía económica
de la producción y la productividad de la Economía, más no a través de efectos
artificiosos como el impulso de la demanda agregada por la vía del gasto
público, algo sumamente nefasto, cortoplacista y contraproducente].
La
teoría de la tasa real de interés anularía el efecto de la propuesta de
política de dinero fácil, impulsada por Keynes. Lo más grave es que Keynes refuta a Irving
Fisher sin haberlo leído, o por lo menos, sin haberlo leído con atención.
Keynes
tenía problemas en comprender muchos puntos de la teoría económica pero sus
puntos sobre la tasa de interés eran especialmente llamativos.
Keynes
tenía una teoría de la tasa de interés muy superficial. Algunas veces cree que
la tasa de interés está determinada por la oferta y demanda de dinero y otras
veces cree que está determinada por la abundancia o escasez del capital. Y llega a afirmar que la
intervención del Estado puede hacer que la tasa de interés llegue a cero
haciendo que el capital deje de ser escaso.
Si hay
un punto en el que todos los economistas, indistintamente de su tendencia
ideológica, están de acuerdo es que el problema económico es un problema de
escasez de recursos.
Sin embargo Keynes cree que no es imposible que el capital deje de ser escaso. Lo que Keynes estaba creyendo era que una
expansión monetaria puede hacer que la tasa de interés baje hasta llegar a
cero. Esto implica confundir capital con dinero y que la tasa
de interés “no” está afectada por factores reales. [Este absurdo teórico fue desmentido
por la realidad acá en Ecuador en 1999, cuando la expansión monetaria que se
dio en la década de los 90, generó inflación, luego devaluación y tras ella la
dolarización. El BCE subió
artificialmente la tasa de interés para tratar de detener las preferencias
monetarias de la gente hacia el dólar, e impulsar al Sucre. Las tasas de interés llegaron a ser incluso
superiores al 100%, es decir, que la expansión monetaria y la política de
dinero fácil de Keynes, no hizo que las tasas de interés bajen incluso al 0%
para según él, aumentar la inversión y reactivar la economía, lo que pasó en
Ecuador fue exactamente lo contrario a lo predicho por la particular visión
keynesiana sobre la ciencia económica, que para ellos se reduce a puro y simple
intervencionismo estatal en la Economía, con los pésimos resultados de siempre].
MILTON
FRIEDMAN
Milton Friedman, tiene una explicación de
las crisis económicas, muy similar a la de Keynes. Keynes está
afirmando que el motivo de las crisis es una insuficiente demanda agregada.
Esta insuficiente demanda agregada se debe a un aumento de la preferencia por
la liquidez, que es un incremento en la demanda de dinero.
Por su parte Friedman sostiene
que las crisis se deben a que los bancos centrales no incrementan la oferta
monetaria a la misma velocidad en que crece la demanda de dinero. Esto es en el fondo la misma teoría de
Keynes. Friedman defiende la existencia
de los bancos centrales debido a que tienen que operar como prestamistas de
última instancia frente a una corrida generalizada de bancos:
“Un
banco solo puede hacer frente a una corrida tomando prestado de otros bancos, o
pidiendo a sus clientes que cancelen los créditos que les otorgó. Los clientes pueden
cancelar su deuda sacando dinero de otros bancos. Pero si una corrida bancaria
se generaliza, todos los bancos juntos no pueden enfrentar una corrida de este
tipo”. [Milton Friedman and Rose Friedman, Free to Choose,
Hardcourt Brace Jovanovich, 1979, p. 73].
Friedman afirma que una manera de enfrentar
una corrida es como se hizo en la crisis de 1907: los bancos se pusieron de
acuerdo para limitar el pago en efectivo. Esto significaba
que los bancos pagarían los cheques a los clientes en forma selectiva y en las
operaciones de compensación bancaria los bancos acordaron que si uno de ellos
tenía que girarle fondos a otro, no lo hacía en efectivo sino con una promesa
de pago.
Otra manera de enfrentar una corrida es con un prestamista de última
instancia o banco central que provea a los bancos con la liquidez necesaria
para hacer frente a la corrida generalizada.
Esta operación de agregar
liquidez al sistema puede hacerse mediante redescuentos del banco central a los
bancos o mediante operaciones de mercado abierto. Friedman culpa a la Reserva
Federal de la crisis de 1930, por no haber expandido lo suficiente la oferta
monetaria.
Friedman terminó defendiendo
una regla que implique un aumento de la oferta monetaria estable y que tienda a
acompañar el crecimiento de la producción. Si la oferta monetaria crece a una
velocidad superior a la del crecimiento de la producción los precios de los
bienes y servicios aumentan, si crece más lento los precios se deprimen y se
entra en recesión.
Sin embargo hay que hacer una
diferencia que Friedman parece pasar por alto. La contracción monetaria es la
“consecuencia” y no la “causa” de la recesión. Una cosa es provocar una contracción
monetaria y otra muy distinta que se hayan realizado inversiones que van a
terminar en falta de liquidez en las empresas y que se trasladan a los bancos.
LA ESCUELA AUSTRIACA DE
ECONOMÍA
Los economistas de la Escuela
Austriaca, en especial Ludwig von Mises, Friedrich A. Hayek y Hans F. Sennholz,
tienen un enfoque distinto de las crisis económicas. Para estos economistas la
caída de la demanda agregada de Keynes y la contracción monetaria de Friedman, son
la “consecuencia” y no la “causa” de las crisis. La causa está en una mala inversión que
produce una mala asignación de los recursos productivos.
El punto de Mises y Hayek es
que cuando los gobiernos reducen artificialmente las tasas de interés provocan
una mala inversión, alentando las inversiones de largo plazo a costa de las de
corto plazo. Eso provoca una mala asignación de
los recursos productivos, como consecuencia de violar las leyes del mercado, es
decir, en lugar de confiar en el ahorro de la sociedad (sumatoria de deudas y
patrimonios netos de las empresas privadas), se está recurriendo a decisiones
por la vía de la planificación, el decreto y la imposición gubernamental).
En palabras de Mises:
“Pero ahora la caída en la tasa de interés falsea el cálculo del empresario,
aunque la cantidad de bienes de capital disponible no se hayan incrementado, el
cálculo empresarial usa números como si tal incremento hubiese tenido lugar. El
resultado de tales cálculos es por lo tanto engañoso. Hacen que algunos
proyectos aparezcan rentables y factibles debido a la manipulación del crédito,
que no lo hubiesen sido factibles con un cálculo correcto”. Ludwig von Mises, Human Action, Henry Regnery, 1966, p. 553.
En palabras de Hayek:
“...
una transición a métodos más (o menos) capitalistas de
producción tendrá lugar si la demanda total de bienes de producción (expresadas
en dinero) aumenta (o disminuye) en relación a la demanda de bienes de consumo.
Esto puede suceder de dos maneras: bien como resultado de cambios voluntarios
en el volumen de ahorro (o su opuesto), o como resultado de un cambio en la
cantidad de dinero que modifica los fondos a disposición de los empresarios
para la compra de bienes de producción”.
Friedrich A. Hayek, Prices and Production,
Augustus M. Kelley Publishers, 1967, p. 50.
Si graficamos un balance consolidado del
sistema bancario tenemos lo siguiente:
Patrimonio Neto
Reservas
Bonos y acciones
Créditos
Activos
Fijos
Los bancos captan depósitos
sobre los que pagan intereses y los accionistas aportan capital que se
transforma en patrimonio neto. Todo el dinero proveniente del aporte de capital
y de depósitos tiene un destino. Una parte van a conformar las reservas del banco (la relación
entre las reservas y los depósitos dan el encaje bancario). Otra parte se tiene
que invertir en activos fijos capital de trabajo, edificios, inmuebles,
computadoras, efectivo del banco para operar, etc. El resto el banco lo debe
invertir con una rentabilidad lo suficientemente alta como para pagar los
intereses de los depósitos y el rendimiento que piden los accionistas. En este
ejemplo estamos suponiendo que el banco invierte en títulos, bonos y acciones,
y créditos a las empresas y personas.
Cuando los gobiernos reducen
artificialmente las tasas de interés inducen a los empresarios a cometer una
mayor cantidad de errores de los que cometen por error de estimación de los
mercados. El futuro
es incierto y los empresarios (igual que cualquier persona) cometen errores de
estimación. Pero si a esto se le agrega que los indicadores sobre los que toma
inversiones están falseados la magnitud de los errores se incrementarán.
Esto significa que los bancos
tendrán en su poder una mayor cantidad de inversiones en bonos, acciones y
créditos de inversiones erradas, pero que ex ante se cree que son
correctas.
Cuando los resultados ex post se
conozcan mostrando un rendimiento inferior al esperado o quizás negativo el
precio de los bonos y acciones en los que invirtieron bajarán y una parte
relativamente importante de los créditos que otorgaron se transformarán en
incobrables o morosos. Los bancos verán sus activos reducidos, el crédito se
contraerá y la tasa de interés subirá. [Cuando el ahorro escasea, la tasa de interés sube y viceversa. El error de Keynes fue pensar que la
inversión depende de la tasa de interés, cuando sobre aquella influyen otros
factores como por ejemplo el nivel de ahorro social, la política económica
acertada o equivocada de parte de un gobierno, la rentabilidad esperada por
parte de los empresarios privados, la productividad de la economía, las
expectativas de los inversionistas, el marco institucional y legal, el bajo
riesgo, entre otros].
Así, debido a inversiones erradas se
desemboca en un problema de iliquidez que provoca una caída de la producción de
una magnitud superior a la que se hubiese producido por errores empresariales
puros. La cantidad de errores se ve multiplicada por la reducción
artificial de la tasa de interés que hacen los gobiernos.
De esta manera los economistas
de la escuela austriaca llegan a la conclusión que la caída en el stock de
oferta monetaria y de la demanda agregada es “consecuencia” de una mala
inversión y no la “causa” de la recesión. Fueron las malas inversiones las que
provocaron el problema de iliquidez que desemboca en una caída de la demanda
agregada y de la oferta monetaria.
Pretender expandir la oferta
monetaria como sostiene Friedman sería desde el punto de vista austriaco
mantener las malas inversiones en el tiempo, el problema de fondo es las malas
inversiones realizadas.
La solución pasa por liquidar las malas inversiones y dejar que el mercado
reasigne los recursos productivos en las direcciones que se espera genere la
mayor rentabilidad.
No hay gobierno o banco central que pueda luchar con la fuerza
irresistible de los capitales de dirigirse hacia donde la rentabilidad esperada
es más alta y el riesgo más bajo. Las políticas económicas,
monetarias y crediticias podrán desorientar en el corto plazo las inversiones
cambiando las rentabilidades relativas pero esto no se puede mantener en el
largo plazo, ya que el flujo de caja tarde o temprano muestra la cruda realidad.
Las políticas monetaristas y keynesianas son las que originan la mala
asignación de los recursos y en consecuencia la recesión futura.
Persistir en ellas sólo posterga y agrava el problema.
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