domingo, 29 de abril de 2012

ANDRES OPPENHEIMER: Brasil, el gigante desorientado

“OPPENHEIMER PRESENTA” No se pierdan el programa “Oppenheimer Presenta”, todos los domingos a las 9 p.m. en CNN en Español. (8 pm Hora de Ecuador) Malas noticias para Brasil: su momento mágico como el mercado emergente más promisorio del mundo a los ojos de las elites económicas internacionales se está esfumando, y está siendo reemplazado por una avalancha de pronósticos sombríos. Un artículo en el próximo número de la influyente revista Foreign Affairs, titulado “Pesimista sobre Brasil” es tan sólo el último de varios artículos similares publicados en las últimas semanas que pintan a Brasil como un país que se está quedando estancado. El artículo de Foreign Affairs, un fragmento de un libro titulado Breakout Nations, de Ruchir Sharma, el jefe de mercados emergentes de Morgan Stanley, se basa en un argumento que hemos expresado muchas veces en esta columna: el crecimiento de Brasil ha dependido demasiado del precio mundial de las materias primas, y el país enfrentará graves problemas en cuanto esos precios empiecen a bajar. Esa tendencia ya ha comenzado, dice Sharma. China, el mayor comprador de materias primas brasileras, anunció en marzo que su economía crecerá menos del ocho por ciento este año por primera vez desde 1998. Pocas naciones en desarrollo han logrado crecer durante varias décadas seguidas gracias a sus exportaciones de materias primas, dice Sharma. Las que han crecido sostenidamente durante dos o tres décadas, como China e India, lo han hecho gracias a sus exportaciones de productos manufacturados y servicios. Mientras que China se insertó de lleno en el comercio global y se concentró en invertir en puentes y caminos, Brasil se volcó hacia adentro y no invirtió en infraestructura. No es una sorpresa que China haya crecido cuatro veces más rápido que Brasil en las últimas tres décadas, dice Sharma. Además, Brasil se está perjudicando al mantener una de las monedas más caras del mundo. Eso es bueno para los brasileros que quieren comprar apartamentos en Miami, pero pésimo para los exportadores de productos manufacturados o servicios del país, agrega. “Brasil debe reconocer que la época de fácil crecimiento para los mercados emergentes y de los altos precios de las materias primas se está terminando’’, y debe realizar urgentes reformas económicas, concluye Sharma. El mes pasado un artículo similar de la agencia de noticias Reuters dijo que debido a que la presidenta Dilma Rousseff no ha impulsado reformas económicas audaces, Brasil se ha convertido en “un lugar cada vez más estancado’’. La economía creció el 2.7 por ciento el año pasado, y se espera que crezca un promedio del 3 por ciento en los próximos años. En Latinoamérica, la imagen de Brasil como la nueva estrella del mundo emergente tambien se está extinguiendo. El ex canciller de México, Jorge Castaneda, escribió recientemente que, contrariamente a la opinión generalizada, México está superando a Brasil en casi todos los frentes, incluyendo el crecimiento económico y el índice de homicidios. La diferencia es que los brasileros saben venderse mejor, afirmó. Y el ex presidente peruano Alan García me dijo en una entrevista reciente que Brasil es “un gigante fatigado” que se está quedando cada vez más atrás. García bromeó diciendo que el grupo de los BRICS —el bloque de las potencias emergentes constituido por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— ya podría llamarse “RICS”, una sigla que incluye a los mismos países, menos Brasil. Hasta hace muy poco, Brasil parecía imparable, entre otras cosas por haber sacado a 30 millones de personas de la pobreza, por el reciente descubrimiento de enormes reservas petroleras, y por haber sido designado anfitrión de la Copa Mundial de Fútbol en el 2014 y de los Juegos Olímpicos del 2016. Las portadas de The Economist, la revista Time y varias otras publicaciones internacionales pintaban a Brasil como la nueva estrella del mundo emergente. Hace apenas unas pocas semanas, el anuncio de que Brasil superó a Gran Bretaña como la sexta economía más grande del mundo generó una nueva seguidilla de titulares optimistas sobre el ascenso brasileño, que recién ahora se está revirtiendo. Mi opinión: Comparto las preocupaciones sobre el futuro inmediato de Brasil, pero soy optimista sobre el futuro de Brasil a mediano y largo plazo. A diferencia de algunos de sus vecinos como Argentina y Venezuela, Brasil piensa a largo plazo. Brasil desde hace mucho tiempo viene fomentando algunas industrias claves, como las energías alternativas y la fabricacion de aviones, está tomando medidas para mejorar la calidad de su edu ación primaria, y recientemente lanzó un programa para enviar 100,000 estudiantes universitarios al exterior, la mayoría de ellos para estudiar ciencias e ingeniería en universidades de Estados Unidos. Brasil no es un gigante fatigado. Más bien, es un gigante temporalmente desorientado, que todavía no ha entendido plenamente por qué otros lo están aventajando. Una vez que salga de su estado de confusión y se inserte más plenamente en la economía global —como China e India— estará bien posicionado como para volver a competir con renovadas energías. Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2012/04/28/v-fullstory/1190420/andres-oppenheimer-brasil-el-gigante.html#storylink=cpy

sábado, 28 de abril de 2012

El ejemplo de Chile, para los progresistas

"Nosotros en Chile, tenemos una política: cuando los precios de nuestras exportaciones caen, tenemos un fondo de ahorro que nos permite hacer frente a posibles imprevistos y por eso podemos enfrentar las caídas en la demanda, en los países europeos, EEUU o el Asia. Hemos acumulado $ 16.000 millones como ahorro externo (reserva monetaria internacional)".... Sebastián Piñera, entrevistado recientemente en el canal internacional NTN 24... Mi opinión: Deberíamos imitar a Chile, país que tiene firmados 60 tratados de libre comercio que incluyen: Europa, EEUU, China, Japón, etc. Eso les ha permitido a los chilenos, ser más productivos y más competitivos. El proteccionismo comercial, lo que consigue es acostumbrar a los productores locales a ofrecer productos de inferior calidad, respecto a los importados. Además, Chile, en la década de los 70 (tal como lo recomendó Milton Friedman), eliminó aranceles (al estilo Hong Kong) y por eso, atrae importantes volúmenes de inversión extranjera directa a su territorio desde hace varias décadas. El año anterior, de los más de 200 mil millones de dólares que llegaron a América Latina, el país austral captó alrededor de 20 mil millones. Ojalá, algún momento imitemos a los países exitosos como Chile y aprendamos que se puede ser de centro izquierda o social demócrata (como lo fueron: Frei, Lagos o Bachelet en Chile) y que sin embargo, eso no significa que seamos proteccionistas. Al contrario, la verdadera centroizquierda progresista, está presente en la doctrina liberal. C debe ser liberal (abriéndose al mundo, a la competencia, a la globalización) y al mismo tiempo socialmente responsable (redistribuir mejor la riqueza y ayudar sólo a los necesitados). No están divorciadas, la eficiencia económica y la justicia social.

viernes, 6 de abril de 2012

¿QUÉ ES EL ESTADO DE BIENESTAR?

Como su nombre lo indica, el Estado de Bienestar, trata de que los habitantes de un determinado país disfruten de una mejor calidad de vida y para eso, se brindan amplias coberturas sociales a la población en áreas como: salud, educación y vivienda. La principal fuente de ingresos de este modelo, proviene de los impuestos, que se cobran en función de la renta y/o riqueza de los particulares. La renta es una variable de flujo (depende de un período determinado, que generalmente es quincenal o mensual) y la riqueza es una variable de stock (se acumula a lo largo del tiempo). Ejemplos: Impuesto a la renta e impuesto al patrimonio, el primero se cobra por los ingresos recibidos, y el segundo, por la riqueza acumulada.

A escala global, surge como consecuencia de la “Gran Depresión”, consolidándose en las naciones desarrolladas, tras la II guerra mundial. En el Estado de Bienestar, está implícito un pacto entre las fuerzas sociales, donde todos los actores sociales y agentes económicos, se hacen concesiones mutuas.

Se considera a Keynes, como uno de los impulsores del Estado de Bienestar , ya que para este economista, la intervención del Estado en la economía, se manifiesta como un instrumento necesario e imprescindible para alcanzar los beneficios del mercado y de la asistencia social a las clases más desposeídas. Hay autores que consideran, que existe gran compatibilidad entre los objetivos de crecimiento y redistribución, sobretodo en naciones subdesarrolladas, donde la distribución de la riqueza es bastante desigual e inequitativa.

Para los defensores de este modelo benefactor, existirían dos tipos de fallas del mercado, que son las razones por las cuales se justificaría la intervención del Estado en la economía:

• Existencia de bienes públicos y externalidades
• Información incompleta de los agentes económicos

De acuerdo a Claus Offe, el Estado de Bienestar, es uno de los dos factores -junto a la existencia de partidos políticos masivos y en competencia- que hace posible la existencia del Capitalismo democrático, o "Estado de Economía mixta".

En cuanto a sus orígenes, estos son incluso más antiguos que Keynes y la Gran Depresión, pues se remontan al siglo XIX, cuando en Europa Occidental, concretamente en Inglaterra se hablaba de “asistencia pública” y en Francia se mencionaba al “Estado Providencia” o “Estado Social”.
Los socialdemócratas y grupos sindicalistas, fueron los que abogaron por la instauración del Estado de Bienestar, estableciéndose: seguros obligatorios, leyes sobre protección del trabajo, salarios mínimos, expansión de servicios sanitarios y educativos, así como también, alojamientos estatalmente subvencionados y el reconocimiento de los sindicatos como representantes político-económicos del trabajo.

Karl Popper describe -en 1956- los logros de esa propuesta en los siguientes términos: “En ningún otro momento, y en ninguna parte, han sido los hombres más respetados, como hombres, que en nuestra sociedad. Nunca antes los Derechos Humanos y la dignidad humana, han sido tan respetados y nunca antes han existido tantos, dispuestos a hacer sacrificios por otros, especialmente por aquellos menos afortunados que ellos… Esos son los hechos”.... “quiero enfatizar que estoy al tanto de otros hechos. El poder todavía corrompe, incluso en nuestro mundo. Empleados públicos todavía se comportan a veces como amos descorteses. Todavía abundan dictadores de bolsillo... pero todo eso no se debe tanto a la falta de buenas intenciones, como sí en cambio, a la falta de habilidad e incompetencia.”

Popper continua: “Pero volvamos nuestra atención a asuntos más, importantes. Nuestro mundo libre ha casi, si no completamente, eliminado los grandes males que con anterioridad han asediado la vida social de los hombres”... “Veamos lo que se ha logrado, no solo aquí en Gran Bretaña a través del Estado del Bienestar sino con algún método u otro en todas partes en el mundo libre”... y da la siguiente lista de lo que el considera -desde el punto de vista liberal - "los males que pueden ser resueltos o remediados por la cooperación social" (op cit):

 La pobreza
 Desempleo y formas similares de Inseguridad Social.
 Enfermedad y dolor.
 Crueldad penal.
 Esclavitud y otras formas de servidumbre.
 Discriminación racial y religiosa.
 Falta de oportunidades educacionales.
 Diferencias rígidas de clase.
 La guerra.

Con el paso del tiempo, las políticas practicadas en los países europeos occidentales, convergen concediéndole un rol económico activo al Estado, con el fin de obtener ciertos objetivos sociales comunes (tales como el bienestar social y el Crecimiento económico); tornándose visible, que el progreso y estabilidad de cada país europeo, depende de la de sus vecinos. Así, se crea un consenso que abarca desde los sectores más izquierdistas de los partidos social demócrata europeos, hasta los más derechistas o conservadores en los movimientos demócrata-cristianos. Ese acuerdo básico, es lo que se conoce como el modelo europeo de gobernanza, fundamentado no sólo en la idea que la sociedad -a través del Estado- tiene una responsabilidad con sus ciudadanos, sino también, que el bienestar de cada uno, tanto para individuos como para países, depende del bienestar del vecino y que ese bien común, a pesar de visiones e intereses diferentes, puede lograrse a través de la práctica de la política de los consensos. Se comienza a hablar entonces de "las construcciones de comunidades" (Ejemplos: Tratado de Roma y Comunidad Económica Europea).

El sistema insignia de Estado de Bienestar, presente en una parte de Europa, es el exitoso modelo nórdico (Noruega, Suecia y Finlandia), caracterizado por el nivel más alto de protección social, que busca la provisión universal, basada en el principio de “ciudadanía”, es decir, que haya un acceso más generalizado (con menos condiciones y requisitos), a las prestaciones sociales. Se caracteriza también por un elevado número de empleados públicos. El universalismo, es una de las características principales del modelo nórdico, junto con la financiación por la vía de los impuestos. Más que ser un modelo socialista, por la importancia que el mercado tiene en este sistema, personalmente lo considero, como parte del pragmatismo. Por ello, he decidido dentro del presente libro, estudiar concretamente el caso de Suecia, cuando desarrollemos la parte práctica de los sistemas exitosos del Liberalismo Social, que algunos, mal llaman “Socialismo nórdico”, cuando en realidad se trata de un sistema capitalista, con propiedad privada, economía de mercado y amplias coberturas sociales.

FUENTE: Visa al Desarrollo, Pablo Zambrano Pontón (al momento escribiéndose, próximamente en circulación)

Continuación... Pablo Zambrano Pontón dialoga sobre sus libros de Economía con Marcelo Dotti

domingo, 1 de abril de 2012

VISA AL DESARROLLO, EL PRAGMATISMO Y SU INFLUENCIA EN EL PROGRESO DE LAS NACIONES

Estimados amigos y amigas, un gusto compartir con ustedes el PRÓLOGO Y LA INTRODUCCIÓN DE MI PRÓXIMO LIBRO: "VISA AL DESARROLLO", que espero culminarlo entre éste y el próximo año, porque de verdad demanda de mucha investigación. En este libro (que está todavía en el "vientre materno", pero avanzado al menos en un 50%), analizaré las causas del desarrollo socioeconómico de 4 países: Chile, Brasil, Hong Kong y Suecia. A más de revisar las causas por las cuáles se derrumbó el socialismo marxista en la URSS y en China. Finalmente, estudiaré qué ha pasado con el socialismo comunista en Cuba y Venezuela. Todo con el propósito de que ya no sigamos desinformados y creyendo que el socialismo es la solución a nuestros problemas económicos y de sociedad, como lamentablemente nos desinforman muchos académicos latinoamericanos. Saludos cordiales y espero que lean, esta introducción al libro, que si bien puede parecer un poco larga, es útil y necesaria, para imitar a los exitosos y no a los fracasados.

Pablo Zambrano Pontón






PRÓLOGO

“Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz, si la mayor parte de sus miembros es pobre y desdichada” (Adam Smith, filósofo y economista, considerado el Padre de la Ciencia Económica)

“Yo soy siempre fiel al sistema liberal y justo que proclamó mi patria (Simón Bolívar, el Libertador de cinco naciones)

“Una sociedad que priorice la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad por sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas” (Milton Friedman, ex Premio Nobel de Economía, 1976)

“Cuándo los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted, señor?” (John Maynard Keynes, Socialdemócrata y uno de los fundadores de la Macroeconomía Moderna)

“Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”. (Ayn Rand, novelista y filósofa)

Estimados amigos, gracias por leer el presente libro, sean todos ustedes ¡Bienvenidos! a este recorrido investigativo, analítico y por supuesto, de opinión (sustentada y argumentativa); que espero les resulte útil y agradable. Las opiniones aquí vertidas, serán efectuadas en base a hechos concretos, verificados y documentados, con la debida fuente de información. Todos los acontecimientos relatados y sus correspondientes comentarios, son de dominio público, sin tergiversaciones, ni suposiciones de ninguna índole. Han sido escritas en forma técnica, independiente, objetiva, clara y transparente.

Un agradecimiento especial, a los distintos autores, economistas, científicos, políticos, periodistas, sociólogos e investigadores; cuyo pensamiento está presente en internet, en libros, en revistas, o en periódicos (fuente secundaria), o en entrevistas a influyentes personalidades del mundo académico y diplomático ecuatoriano (fuente primaria); de quienes he obtenido su valioso punto de vista. Espero que esta obra de Economía orientada al Desarrollo, sirva de reflexión para la sociedad latinoamericana y en especial para nuestros gobernantes.

El presente libro trata de confrontar algunos modelos económicos: socialismo (el marxista o comunista), capitalismo proteccionista o mercantilista y liberalismo social o economía de mercado socialmente responsable; para que el lector saque sus propias conclusiones, independientemente de la opinión del autor. ¿Será verdad que el liberalismo social es una opción utilizada por los gobiernos ubicados en la derecha política? ¿Se puede considerar al socialismo marxista, como un modelo lleno de virtud y solidaridad? ¿Sería mejor para el Ecuador y para otros países de la región, tratar de seguir el sistema proteccionista, el socialismo (¿marxismo?) del siglo XXI, o el pragmático modelo de liberalismo social vigente en varios Estados latinoamericanos y en los países más prósperos a nivel mundial? Interrogantes que serán absueltas en la las páginas que siguen.

De lo que sí debemos estar convencidos, es que el subdesarrollo sólo está en la mente, no existe una fatalidad determinista que nos obligue o nos condene a ser subdesarrollados por siempre; pues si hubiera una confabulación internacional que impone el atraso y la miseria, ¿por qué han podido vencerla países como: Chile, Hong Kong, Singapur, Australia, Suecia, Suiza, Brasil, China, India, Rusia, Corea del Sur, Taiwán, Finlandia, etc.? La respuesta es polémica sin duda. No obstante existe evidencia comprobada de que estas naciones y otras más, pudieron realmente progresar, solamente cuando abandonaron sus visiones político-ideológicas y abrazaron con fe, la senda del pragmatismo-científico, la libertad y la solidaridad, como ejes de su desarrollo económico, social, cultural y político. En una palabra, cuando abrieron sus economías al mercado y le dejaron al Estado, la redistribución social de la riqueza. Cuando siguieron modelos socioeconómicos exitosos y abandonaron los fracasados, es decir, aquellos que no han funcionado en la práctica.

Escribo al amparo de la Constitución Vigente en el Ecuador, la misma que en el Artículo 66 numeral 6 garantiza que una persona tiene: “El derecho a opinar y expresar su pensamiento libremente, en todas sus formas y manifestaciones”. E igualmente solicito, el respeto a los artículos 18 y 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dicen:

Artículo 18:
• “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; (…) así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.

Artículo 19:
• “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Escribo este libro también, basado en mi experiencia académico-profesional y luego de publicar cuatro libros: 1) Teoría Micro y Macroeconómica (en coautoría), 2) Microeconomía; 3) Macroeconomía; y, 4) Economía Internacional; lo hago además, como un ejercicio libre, práctico, objetivo y académico. Considero, que el pragmatismo del liberalismo social basado en valores como la honestidad, la responsabilidad, la libertad y la solidaridad, tiene una influencia determinante en el progreso de las naciones, porque eso lo demuestran los modelos de los países que ya han conseguido o están en camino de obtener una: “VISA AL DESARROLLO”. Lo hago en forma libre, porque la libertad a más de que significa hacer o decir lo que uno quiere, implica realizarla o manifestarla de manera responsable; sin supuestos, ni especulaciones; basado en cifras, en hechos reales, con opiniones independientes y por sobretodo, respetando el derecho y la honra de las demás personas. Como dicen muchos maestros del periodismo, más que objetividad, el lector encontrará en estas líneas: honestidad y transparencia.

¡Bienvenido a este viaje! ¡abróchese bien los cinturones!, que estamos a punto de despegar, en este fascinante vuelo que nos conducirá directamente al progreso de varias naciones, correctamente enfocadas, en los aspectos económico-liberales del mercado y en los temas solidario-sociales del Estado.

El Autor


INTRODUCCIÓN

En nuestra América Latina, ha sido ampliamente promovido y discutido un sistema político, social y económico denominado: socialismo del siglo XXI, fundado en los escritos y en la visión ideológica del sociólogo alemán Heinz Dieterich, que al momento está seriamente cuestionado en Venezuela, por la enorme inflación, devaluación y crisis económica que atraviesa este país, que tiene que importarlo prácticamente todo, porque la producción local a raíz de la nacionalización y estatización de la empresa privada, ha decaído severamente; al no existir los incentivos económicos propios de la iniciativa privada.

El socialismo del siglo XXI, es un esquema estatista de corte nacionalista, que muy poco tiene de socialdemócrata, que incluso pretendería reemplazar, al exitoso y pragmático modelo que combina mercado y Estado denominado: LIBERALISMO SOCIAL o ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO, vigente en varios países latinoamericanos, como: Chile, Brasil, Perú, Colombia, México, Costa Rica, Panamá, Uruguay y hay quienes dicen que el propio Ecuador ; y, a nivel mundial: China, Hong Kong, Alemania, Australia, Suiza, Canadá, Singapur, Taiwán, Corea del Sur, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Polonia, Rusia, India, etc. Naciones que han sido calificadas por diferentes organismos y por los propios inversionistas internacionales, como muy atractivas para el capital extranjero y que además, son las de mejor calidad de vida para su población (que es lo que precisamente debe hacer un modelo socioeconómico, para ser considerado exitoso).

La triunfante experiencia de los países hoy desarrollados, demuestra que no conviene, basarse en un solitario y solidario eje, ni tampoco en un solo motor: el Estado; hay que fundamentarse en dos motores correctamente balanceados y equilibrados: ¡LIBERTAD y SOLIDARIDAD!, no únicamente en el apoyo a las clases más desfavorecidas, porque eso le cuesta demasiado dinero al Estado y no es un sistema sostenible (que pueda durar) en el tiempo, dado que los recursos públicos le cuestan a toda la sociedad y no únicamente a los individuos emprendedores, que se arriesgan a iniciar una determinada actividad productiva. Más que creer en el igualitarismo marxista (idénticos resultados), se debe buscar una igualdad de oportunidades para todos los habitantes, puesto que los seres humanos fuimos creados iguales, pero obviamente, unos se destacan más y otros menos, porque tenemos diferentes capacidades, y eso es sano e incluso conveniente, para el progreso socioeconómico.

El modelo del socialismo del siglo XXI, se basa fundamentalmente en la equidad, a través de un sector público hiperactivo y muy solidario; olvidándose que primero, hay que atraer inversión privada (nacional y extranjera), que permita crear riqueza, para después distribuirla (como hicieron los países del exitoso modelo nórdico: Finlandia, Suecia, Noruega, etc.), con el fin de evitar problemas de financiamiento, que inevitablemente se presentan en Estados partidarios de incrementar el gasto público en todo tiempo y lugar, tergiversando incluso al propio John Maynard Keynes, uno de los principales economistas del siglo XX, quien señaló que se deben realizar ingentes gastos gubernamentales, únicamente cuando sea necesario: después de una recesión económica, cuando no exista un sector privado dispuesto a invertir para reactivar la producción y generar empleo; o, para corregir fallas y distorsiones del mercado, que inevitablemente, están presentes en el capitalismo. Sistema éste último que para nada es perfecto, como lo dijo Milton Friedman (ex Premio Nobel de Economía en 1976 y principal responsable del actualmente exitoso modelo chileno):

“Existe una enorme cantidad de pobreza en todo el mundo. No existe sistema perfecto. No hay ningún sistema que vaya a eliminar completamente la pobreza, en cualquier área. La cuestión es: ¿Qué sistema presenta mayores oportunidades? ¿Cuál es la mejor forma en que la gente pobre pueda mejorar sus vidas? Y a ese respecto, la evidencia de la historia habla con una sola voz. No conozco ninguna excepción a la proposición que dice, que mientras más libre sea el sistema, mejor ha estado la gente pobre y común” (Milton Friedman)

El capitalismo, entonces, no es un sistema perfecto, pero al menos ha demostrado ser el mejor de los que se han implantado hasta ahora, al ser el que brinda mejores oportunidades a la gente para que progrese por sus propios medios; por ello debemos tratar de humanizarlo, de volverlo justo e incluyente, en especial para aquellas personas que no han tenido las mismas oportunidades de salir adelante; pero, de modo alguno destruirlo, porque todos los que así lo han intentado, inevitablemente han fracasado (el marxismo, por ejemplo, no plantea la revisión del capitalismo, propone su reemplazo por el socialismo como fase previa al comunismo, y casi todos sabemos sus tristes resultados).

Por desconocer lo que dice la ciencia económica fundada en los escritos de Smith y hacerle más caso a Marx y a otros socialistas comunistas (cuyas ideas fueron seriamente cuestionadas a fines de la década de los 80 del siglo XX), Cuba, por ejemplo, no ha sido un país que haya creado riqueza; ¡todo lo contrario!, más bien se ha caracterizado por distribuir pobreza, por fabricar y repartir miseria (prueba de ello es que las balsas no van de Miami a la Habana, sino al revés). Así, tras más de 50 años de revolución socialista (de tinte marxista), ese país se debate en medio de intensas penurias económicas (reconociéndole ciertos avances sociales en salud y educación). Situación que contrasta con la que vive su clase política dirigente, los turistas y uno que otro afortunado, que sí han podido disfrutar de los encantos de la Isla; pues la gran masa de ciudadanos cubanos, están confinados a comer indefinidamente “moros con cristianos” y a vivir realmente en condiciones de estrechez, penuria y limitaciones económicas; dada la ausencia de libertad económica, social, filosófica, cultural, política, de expresión y opinión. Por más que siempre intenten vendernos la idea de que en ese país la parte social es todo un éxito, indudablemente el aspecto económico, sencillamente no ha funcionado. Sin economía de mercado, la parte social no puede ser sostenible, porque ¿de dónde saldrían entonces los recursos para financiar a los pobres?, ¿acaso sólo de Estado, han podido vivir las economías más desarrolladas?

Soplan nuevos vientos en la región, aires de cambio, de revolución; pues, el socialismo marxista, y la Teoría de la Dependencia, han vuelto a renacer, se han vuelto a reinventar en América Latina, a través del modelo denominado: “socialismo del siglo XXI”. Un término creado en 1996, por Heinz Dieterich (sociólogo y político alemán residente en México), con una amplia promoción y difusión en América Latina, a partir del 30 de enero del 2005, por el Presidente Venezolano, Hugo Chávez, en el marco del V Foro Social Mundial (Una convención de extrema izquierda, que trata de salvar al planeta en función a meras consignas político-ideológicas).

¿En qué se fundamentaría entonces, el denominado: “socialismo del siglo XXI”?, Según el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez: “… Se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad”.

¿Cuál es la ideología del socialismo del siglo XXI?, este concepto se deriva de las ideas del sociólogo, historiador, filósofo y político alemán Karl Marx, sobre el materialismo dialéctico y la lucha de clases. Está basado también en el populismo peronista, impuesto en la Argentina en los años 40 y mediados de la década del 70, del siglo XX. También presenta rasgos del capitalismo proteccionista o mercantilista y de la teoría de la dependencia o modelo de sustitución de importaciones. Otro sociólogo alemán, Heinz Dieterich, su principal ideólogo y promotor, actualiza las ideas socialistas, con la venia y beneplácito de muchos seguidores del socialismo real (marxista), fomentando la participación democrática de la ciudadanía, en oposición a las violentas dictaduras de antaño. Donde el comunismo y el fascismo, fueron totalitarismos de izquierda y de derecha, respectivamente, que se cobraron millones de víctimas, alrededor del mundo. Lo de hoy, si bien no tiene la violencia de antaño, intenta de todas maneras colocar “censores” de la opinión pública, que tratan de amordazar a la prensa y restringir la libre opinión ciudadana, porque hay que decirlo alto y claro, los medios de comunicación, también expresan lo que la persona común trata de decirle al gobernante y no puede por sus obvias limitaciones, siendo por tanto sus representantes, los periodistas y comunicadores. ¿Hay excesos?, sin duda que sí (de hecho hay comunicadores que se creen “dueños de la verdad”), pero no por eso la propiedad de los medios debe ser pública, con recursos del Estado, que a la final son de todos; además, se pueden destapar casos de corrupción a través de las investigaciones periodísticas, bien realizadas; pues el periodismo es una profesión fundamental que hay que saberla llevar con ética, transparencia, sentido común y objetividad, es decir, no sólo enfocándose en los aspectos negativos de un Gobierno, sino también resaltando los ámbitos positivos, que sin duda los hay.

¿Cuáles son sus ejes fundamentales?, son cuatro básicamente: El desarrollismo, la economía de equivalencias, la democracia participativa y las organizaciones de base.

¿Qué es el desarrollismo? El desarrollismo (o estructuralismo), es una escuela socioeconómica latinoamericana basada en los lineamientos teóricos expuestos por el economista argentino Raúl Prebisch (1901-1986) y por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) , relativa al desarrollo (de allí su nombre), fundamentada en el deterioro de los términos de intercambio en el comercio internacional; sostiene que los países industrializados exportan bienes con alto valor agregado (de capital o intensivos en tecnología), en contraposición a las naciones de la periferia económica que exportan bienes de poco o escaso valor agregado (materias primas o “commodities”), el mismo que fomenta el subdesarrollo y expande la brecha entre economías centrales y periféricas.

Por consiguiente, plantea (para los países periféricos o subdesarrollados) un Estado activo, vigoroso, fuerte e intervencionista; propulsor de la industrialización, la nacionalización y la sustitución de importaciones, con el fin de conseguir por la vía del Estado, el desarrollo autónomo y soberano.

No obstante, hoy por hoy y tal como lo dijera el economista austríaco Carl Menger en el siglo XIX, los bienes cuanto más escasos son y cuanta más demanda enfrentan, tienen un mayor valor para el consumidor (más precio en el mercado), de allí que actualmente los precios de las materias primas a nivel mundial, han experimentado un repunte (en especial, tras el surgimiento de China como una nueva y pujante potencia económica, que las demanda en forma intensiva).
¿Qué es la economía de equivalencias?, es un término utilizado por el sociólogo alemán Heinz Dieterich, quien presenta como modelo alternativo al precio de mercado, una economía fundamentada en la teoría del valor trabajo, es decir, en el valor de la producción. En términos de lo que cuesta en horas/hombre producir y no en las leyes de la oferta y la demanda, a las que éste sociólogo (de ningún modo economista), inventor y promotor del socialismo del siglo XXI, considera como el origen de las desigualdades sociales y la sobre explotación del factor productivo tierra (recursos naturales).

La teoría del valor trabajo, fue expuesta originalmente por los economistas liberales (los llamados clásicos de la economía, en especial por David Ricardo), la misma que sirvió de piedra angular, para la formulación de modelos teóricos de comercio internacional, opuestos al capitalismo mercantilista vigente, por aquel entonces (siglos XVIII y XIX); pero que también dio pie a interpretaciones marxistas como aquella de que hay que restituirles lo robado por los capitalistas, a sus verdaderos dueños, los trabajadores, debido a que ellos generan la plusvalía (la utilidad), que es apropiada “indebidamente” por los empresarios burgueses.

Socialismo marxista y comunista que no ha funcionado, dada la ausencia de libertad de ese modo de organización político-económica, más proclive a que lo acepten ángeles o seres espirituales y no personas normales, con defectos y virtudes. Solidarios en ocasiones, egoístas a veces, pero seres mortales, que necesitan satisfacer sus necesidades básicas y de ser posible algo más, que lo que plantea el igualitarismo colectivista de inspiración marxista. Socialismo marxista, acostumbrado a exigir a su pueblo que se alimente de sueños, ideales y soberanías, como lo sugirió Fidel Castro cuando dijo, a propósito del cruel embargo norteamericano: “Nos podrán matar de hambre, pero a este pueblo, le sobra dignidad”. (Especial de Fidel Castro en el canal ecuatoriano, Gama TV, en el año 2010).

Pretender reemplazar al sistema de precios de mercado, por un sistema de valores, como lo plantea el sociólogo alemán, Dieterich, no sólo que resulta antieconómico y antitécnico, sino que además ¡es impracticable!, pues, ¿cómo podría un vendedor saber si su producto tiene el precio adecuado para ser demandado por el consumidor?, ¿es que acaso se quiere instaurar un sistema donde la soberanía del consumidor, no exista y los precios sean fijados arbitrariamente por un Estado centralmente planificado, a la usanza de los sistemas socialistas y comunistas de antaño?, pues recordemos que la ex URSS, tenía una cantidad indeterminada de precios para cada uno de sus productos, lo cual contribuyó decisivamente a que el sistema marxista soviético colapse, dada la dificultad práctica de su cálculo (Ya lo decía von Misses, en 1927, en su obra: “Liberalismo”, mucho antes de la aparatosa caída del imperio soviético y de sus satélites este europeas: “En el socialismo, es imposible calcular racionalmente los precios”).

Más adelante, se intentará dar una respuesta convincente a las causas que motivaron el derrumbe del socialismo, por ahora, basta decir que los precios en una economía de mercado, cumplen dos importantes funciones: 1) Servir de señales a productores y consumidores, acerca del valor monetario de sus productos en el mercado de bienes, servicios y factores productivos; y, 2) Asignar recursos, es decir, orientar la producción a bienes, servicios y factores, con mayor demanda, retirando aquella que resulte ineficiente y poco productiva. El haber violado los mecanismos de precios y de mercado, fue sin duda alguna, la causa principal del colapso de la economía socialista soviética. ¡Aunque claro, siempre existirán intelectuales y académicos (especialmente latinoamericanos) que prefieran decir que el socialismo se cayó, por la mala aplicación de las ideas de Marx y por la tergiversación que de las mismas hicieran, Stalin y Mao, por ejemplo!, ¡Y que en Cuba, el socialismo no funcionó por culpa del cruel embargo norteamericano!, o que otra cosa habría sido la ex URSS, si en vez de Stalin, Trotsky hubiese sido su gobernante. En fin….

¿Qué es la democracia participativa? Es un sistema opuesto a la democracia representativa, siendo una forma de otorgarles poder de decisión soberana a los ciudadanos, en los aspectos políticos de la sociedad, instituyéndose consultas populares y referendos, donde los mandatarios solicitan la opinión de sus electores, o dónde éstos les plantean sus inquietudes a aquellos. Sistema que resulta costoso para el Estado en términos de gasto público, además que un gobernante puede postularse como candidato indefinidamente. Este tipo de “democracia”, le otorga un enorme poder al Presidente, dado que los ciudadanos se sienten importantes al tomarse en cuenta sus opiniones y resulta un método ideal para reelegirse por más de un período y seguir en el poder (caso Hugo Chávez, Cristina Fernández, Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa, en Venezuela, Argentina, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, respectivamente).

¿Qué son las organizaciones de base?, son agrupaciones con tinte socio-político, que están más cercanas a la comunidad, dependientes –generalmente- de organizaciones más grandes (partidos políticos, ONG´s, Federaciones, etc.) En definitiva, son células que están directamente vinculadas al pueblo sencillo, recogiendo sus inquietudes y trasladándolas al poder central.

El socialismo del siglo XXI inventado por el sociólogo alemán Heinz Dieterich, más que un modelo basado en la ciencia económica, constituye un sistema político y sociológico, donde la economía de mercado es atacada; por ello los escuchamos enfilando críticas en su contra, a través del epíteto: ¡“neoliberal”!, que a propósito, los seguidores de esta corriente lo endilgan a cualquier persona que simplemente cree en el mercado y se opone a su ideología; con el fin de ridiculizarlo y darle una connotación negativa: bastante materialista, altamente individualista, profundamente egoísta, ampliamente corrupta, sumamente excluyente y para nada solidaria. No nos olvidemos que los socialistas, son expertos en crear mitos y convencer al pueblo, acerca de las bondades de su “socialismo solidario”, en oposición al “individualismo liberal”.

El neoliberalismo sería entonces para los socialistas: un sistema corrupto, injusto y excluyente; ¡Sí, tal vez!, pero el pragmatismo del liberalismo social es muy diferente y ha sido aplicado exitosamente en los cuatro países que servirán para demostrar su utilidad práctica en América del Sur y en el mundo entero, pues lo han empleado acertadamente: Chile, Brasil, Hong Kong y Suecia. Países que han sido escogidos por haber sido antes subdesarrollados, por sus altos índices de libertad económica –complementada con elevadas dosis de solidaridad social- y por presentar ciertas similitudes, en relación con el Ecuador.

Debiendo recordarse además, que el Liberalismo social tiene entre sus representantes a gente de la talla intelectual y moral de: Adam Smith, David Ricardo, Ludwig Erhard, Konrad Adenauer, Simón Bolívar, Eloy Alfaro, Juan Montalvo, Mario Vargas Llosa, Deng Xiaoping, Milton Friedman, Carl Menger, Eugen Böhm Bawek, Ludwig Von Mises, Friedrich Hayek, etc.; es decir, gente que defendió y defiende la libertad de mercado, la propiedad privada, la competencia, la productividad laboral, el sistema de precios, la ética, la moral, la solidaridad, el bien común, etc.

¿En Ecuador se aplica el socialismo del siglo XXI?

En lo político y social existen bastantes similitudes con el esquema del socialismo del siglo XXI. En lo económico, más semejanzas presenta con el keynesianismo, con la teoría de la dependencia latinoamericana, con el mercantilismo proteccionista; que con el socialismo real (salvo el caso de Hugo Chávez en Venezuela, quien comulga bastante con las ideas marxistas de Fidel Castro). Por ello, al ser el Econ. Rafael Correa, un hombre inteligente, bien intencionado, e incluso con un PHD o Doctorado en Economía, a diferencia de otros socialistas como Castro, Chávez o Morales; debería más bien fijarse en modelos de desarrollo socioeconómico diferentes, que sean de más largo plazo, que contengan una mayor dosis de iniciativa particular (economía de mercado) y una menor injerencia estatal (economía social y solidaria o “sumak kawsay”). Esquemas, que sean liberales y sociales al mismo tiempo, como lo hicieron F. H. Cardoso y Lula, en Brasil; Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, en Chile; Alan García, en Perú; o Tabare Vásquez y José Mujica, en el Uruguay, por ejemplo. Gobernantes que representan al único “ismo” que funciona, según la respetada opinión del ex Presidente de Costa Rica, Óscar Arias: “el pragmatismo”.

Eso precisamente se intenta con este libro, que nuestros gobernantes en Latinoamérica, extraigan sus propias conclusiones, es decir, que apliquen sistemas ampliamente probados en todo el mundo; que hayan funcionado en la práctica, sacando de la pobreza a millones de personas; teniendo como piedras angulares: al mercado en los temas económicos y al Estado en los aspectos sociales. Porque eso es en definitiva el pragmático modelo del Liberalismo social, una opción para los gobiernos equilibrados, del centro, de la izquierda o de la derecha, pero responsables, modernos, pragmáticos, honestos y basados en los hechos, en la simple realidad objetiva. En el sentido común, en la lógica y en la razón.

Dice Guy Sorman en su libro: “la economía no miente”, que mientras los defensores del mercado exponen la economía en función a sólidos argumentos, quienes se oponen al Liberalismo social, lo hacen fundamentados en mitos y en epítetos (de allí el término “neoliberal”, por ejemplo) que hay que reconocerlo, impactan muchísimo en el gran público; dada la enorme capacidad de marketing y promoción. Aspectos, en los que siempre se han destacado los socialistas a lo largo de la historia, pues han confinado al liberalismo a la supuesta defensa de los intereses de las grandes empresas y transnacionales, mientras tanto ellos se han ubicado del lado de los obreros, de los pobres, de los excluidos, de los trabajadores, de los marginados, de los descamisados, de los sin tierra…

¿Existe el “neoliberalismo”?

Esta línea de pensamiento no existe. Hay sí el liberalismo; no obstante, determinados académicos e intelectuales, denominan así, a los egoístas, ambiciosos, explotadores e inescrupulosos empresarios, hambrientos de poder y de riqueza; pero que también ha sido abusada hábilmente y con mucha destreza propagandística, con el fin de satanizar al exitoso modelo clásico – liberal con rostro social, que se remonta al siglo XVIII, cuando Adam Smith fundara la economía, escribiendo su libro: “La Riqueza de las Naciones” (1776), que lo hiciera merecedor a la honrosa distinción de ser considerado como el Padre de la Ciencia Económica.

El mismo Smith, años atrás al surgimiento de esta importante obra, escribió también: “La teoría de los sentimientos morales” (1759), con lo cual dejó en claro que la libertad y la solidaridad, fundamentadas en principios, en valores, en mercados libres, en sanas competencias, en la benevolencia con los más excluidos, en el respeto al otro, en la ciencia económica, en las instituciones, en la empatía, en la división y especialización del trabajo humano, etc., son las piedras angulares, del desarrollo socioeconómico de las naciones.

Los estudios serios al respecto, demuestran que el factor principal para el subdesarrollo no es el liberalismo (confundido incluso con el conservadurismo, con la ortodoxia); sino que la causa más bien hay que encontrarla en la corrupción de nuestras élites (valores o principios morales señalados por Adam Smith) y en el irrespeto a los adecuados equilibrios macroeconómicos (leyes de la ciencia económica), que son los principales indicadores que observan los inversionistas privados nacionales e internacionales, para decidirse a generar producción y empleo, en un determinado país.

Valores morales, que es preciso inducir en nuestra población desde una edad temprana; por ejemplo, a través de la lectura de libros que en lugar de promover la lucha de clases (mitos), enseñen a nuestra gente el respeto a las leyes y a las instituciones (hechos prácticos). De igual forma, los equilibrios macroeconómicos, requieren de un Estado eficiente en la utilización del gasto público; es por ello que no existen ejemplos exitosos de desarrollo, en países que no han sido capaces de atraer inversión privada a sus economías. Observemos el caso de la ex URSS, que más que potencia económica, fue un gigante militar con pies de barro, que luego se cayó, dada la falta de libertad, incentivos y sentido común (¿cómo se puede gastar tanto dinero en inútil gasto armamentista, en lugar de privilegiar la atención y la comida de la gente común?).

¿Es el liberalismo una posición cercana a la derecha y al mantenimiento de privilegios?

¡De ninguna manera!, Pablo Lucio Paredes en su libro: “Ecuador, de la no república… a la no república”, señala: “… Según la Real Academia, por la posición que ocupaban en la asamblea de la Revolución Francesa, en la izquierda estaban los representantes no conservadores, es decir, los que aceptaban reformas, cambios y estaban contra los privilegios. Y eso es el liberalismo, una visión que intenta abrirse paso al cambio, a la competencia que rompe privilegios y en contra del Estado que los otorga. El socialismo, en cambio, es esencialmente un sistema que genera privilegios y ventajas personales o corporativas alrededor del monopolio estatal, y se torna inevitablemente conservador. Es el liberalismo el que cree en la gente, en su capacidad de tomar decisiones, en la participación”

¿El socialismo marxista o comunista, ha servido para que los países que lo aplican, crezcan y se desarrollen?

Para responder a esta pregunta, los invito a mirar los casos de Cuba, en nuestra América Latina; o el de Corea del Norte en la lejana Asia. Naciones cuya economía está profundamente anclada al irrespeto del mercado libre y a la veneración de un Estado obeso e ineficiente, donde no se ha conseguido crecimiento y desarrollo económico. Reconociéndoles, ciertas conquistas sociales, que se las puede obtener también en una economía de mercado, que sea socialmente responsable, sin necesidad de irse al extremo de querer destruir el capitalismo a marchas forzadas, sustituyéndolo por un sistema socialista que ha demostrado su ineficiencia y su ineficacia; que se ha mostrado muy proclive, eso sí, para fabricar y repartir miseria por doquier.

Por ello, más adelante se dedicará un análisis especial para el estudio de: 1) naciones socialistas marxistas, como la Cuba de los hermanos Castro y la Venezuela de Hugo Chávez; y, 2) se investigarán además, las antiguas y las nuevas realidades de Rusia (ex URSS) y Polonia (ex República Popular de Polonia), dos países que abandonaron la ideología marxista y hoy en día, abrazan la economía de mercado, lo que les ha permitido crecer y desarrollarse armónica, sostenida y equilibradamente.

La ciencia económica (fundada por Adam Smith) considera que el sector público, debe limitarse a sus funciones específicas, es decir, no es saludable un “Estado empresario”, porque absorbe recursos de la sociedad. Recursos que podrían ser utilizados en otras áreas más importantes y en defensa de los más necesitados. Tener muchas empresas públicas, distrae recursos; es mejor que compitan, porque sólo así mejorarán la productividad, la calidad y la eficiencia técnica; disminuyéndose con esto las tarifas y aumentándose la cantidad ofrecida; ya que generalmente se presentan monopolios públicos, que ofrecen sus servicios a costos realmente elevados y con severas deficiencias en cuanto a la calidad de los mismos. El Estado debe ayudar, colaborar con el sector privado, no está para competir inútilmente y generar monopolios, contrarios a la sana competencia. Salvo aquellos monopolios que como la luz, el agua y el alcantarillado, son básicos para la población y constituyen “monopolios naturales”, reconocidos por la ciencia económica, como justificables desde el punto de vista de las economías de escala. Pero, ¿se justificaría el monopolio estatal de los medios de comunicación, con el argumento ideológico de que la información es un bien público y que no debería perseguir fines de lucro?

¿Qué modelo económico es el más conveniente para el desarrollo de un país?

La experiencia práctica de los países hoy desarrollados, nos enseña, que el sistema económico más exitoso (¡no perfecto, pero sí el mejor!) es el modelo liberal socialmente responsable (Liberalismo social o economía social de mercado), es decir, el que se fundamenta en el mercado para la iniciativa privada y en el Estado para sus funciones específicas: bienestar social, seguridad, justicia, infraestructura básica, leyes, defensa nacional y redistribución de la riqueza. Por ello en el presente libro, se analizarán los casos de naciones que han conseguido hacer que sus economías crezcan y se desarrollen, mejorando el nivel de vida de sus habitantes, consiguiendo altos índices de productividad, atrayendo inversión extranjera, siendo internacionalmente competitivos y reduciendo a su mínima expresión, la pobreza. Flagelo, que es preciso combatir, por medio de los instrumentos científicos que la economía tiene para hacerlo, esto es, creciendo económicamente y redistribuyendo adecuada y solidariamente la riqueza.
Se han incorporado en el presente estudio, a países cuyas experiencias sean asimilables, equiparables e inspiradoras para el Ecuador, por estar dentro del continente latinoamericano, por haber sido continuadas por Gobiernos ubicados en la izquierda política (como son los casos de Chile y Brasil), además, por haber sido economías subdesarrolladas; puesto que, hoy por hoy, estas mismas naciones ocupan un sitial privilegiado en los índices de libertad económica y desarrollo humano, dado que tienen en la libertad y en la solidaridad, sus principales cimientos. Por tanto, en el presente libro, serán estudiados cuatro modelos de desarrollo que aplican Liberalismo social: Chile, Brasil, Hong Kong, y Suecia.

Esta obra pretende diferenciarse además, de la doctrina proteccionista (mercantilista) de Ha Joon Chang, un economista de origen surcoreano, quien afirma en su libro: “pateando la escalera del desarrollo”, que los países prósperos lo son, simplemente por haber aplicado medidas proteccionistas de tinte nacionalista e intervencionista en el pasado y que luego fueron por el mundo con el libro “la riqueza de las naciones” de Adam Smith bajo el brazo, a predicar la doctrina del libre comercio y la libre competencia, sin primero haberla cumplido ellos mismo.
¿A qué países se refiere el surcoreano? básicamente a Gran Bretaña y EEUU, naciones que desde hace muchos años son prósperas. ¿Por qué Ha Joon Chang no investigó las causas del progreso en Chile, Hong Kong, Singapur, Australia, Suiza, Brasil, Suecia, Finlandia, Noruega, etc.?, países que antes eran profundamente subdesarrollados y que hoy, gracias a la libertad económica combinada con la solidaridad social (porque se puede hacer las dos cosas, no son mutuamente excluyentes), consiguieron desarrollo socioeconómico de largo aliento.

El Liberalismo social constituye un modelo basado en el respeto al mercado y al Estado, cada quien en lo suyo. El Estado en defensa de los más necesitados, por la vía de una mejor redistribución del ingreso y la riqueza, con impuestos justos y subsidios directos; y, el mercado equilibrando las libres fuerzas de la oferta y la demanda, sin interferencias perniciosas, salvo en el caso de que se presenten fallas o distorsiones, como sucede en los monopolios u oligopolios, por ejemplo. Se requiere de un Estado que actúe como regulador, como facilitador de la libre iniciativa privada. Un Estado que opere dentro de un marco de derecho y que combata también los abusos de ciertos individuos, que en vez de liberalismo, pretenden convertir al mercado por la vía de la especulación financiera, en un sitio más de libertinaje, que de auténtica libertad socioeconómica.

Sí bien es cierto, EEUU y Gran Bretaña fueron mercantilistas (proteccionistas) en su momento, eso no significa que hayan utilizado al proteccionismo para su desarrollo socioeconómico; peor aún deliberadamente como injustamente los acusa Ha Joon Chang; pues hay que tomar en cuenta que esa era la teoría económica prevaleciente en el mundo en aquellos tiempos (siglos XVIII, XIX e inicios del XX inclusive, en Alemania, por ejemplo). Los EEUU históricamente han combinado el mercantilismo, con el keynesianismo y con el liberalismo, pero no premeditadamente como lo afirma, Ha Joon Chang.

Además, ¡el proteccionismo no es aconsejable para países pequeños como el Ecuador por ejemplo!, que no somos autosuficientes como EEUU y dependemos del comercio internacional, para nuestras exportaciones e importaciones. Adicionalmente, esta situación proteccionista, fue duramente criticada por Adam Smith, en la Gran Bretaña de su tiempo. ¡En fin!, eran muy diferentes las circunstancias y el entorno socioeconómico de aquel entonces. Además, sería preferible mirar realidades más próximas a la del Ecuador actual, en lugar de pretender compararnos con potencias del calibre de EEUU, o Gran Bretaña. Aunque si de potencias económicas hablamos, habría que sugerirle a Ha Joon Chang y a sus seguidores, que lean e investiguen también las causas del denominado “milagro alemán”, conseguido por Ludwig Erhard después de la devastación nazi, a través de dos simples medidas de tinte liberal socialmente responsable: 1) Eliminación del congelamiento de salarios y precios, es decir, dejar que el mercado fije libremente los precios de las mercancías y del trabajo; y, 2) la introducción de una nueva moneda: el marco alemán.

(En el capítulo 3 se mencionarán los principales aspectos de Erhard y del “milagro alemán).

Lo que hay que considerar es que los liberales socialmente responsables, siempre han estado en contra del intervencionismo gubernamental en el comercio internacional, dado que se perjudica a un gran número de consumidores, que no pueden acceder a una amplia gama de productos a precios más baratos, todo por defender a un pequeño y reducido número de ineficientes productores locales, que al no producir con criterios de calidad y bajos costos, tienen que esperar que un Estado paternalista y proteccionista, financie sus ineficiencias; para que después incluso, se generen monopolios de productores, contrarios a la sana competencia. Se requiere por tanto, que los consumidores dispongan de un menú variado de productos y eso sólo lo pueden conseguir, el libre comercio y la globalización socioeconómica.

Según importantes organismos internacionales, las economías más libres y abiertas al mundo, son las que más progresan; considerando, que lo que se deja de ganar por el lado comercial, al ser más abiertos al mundo, se lo recupera por el lado de los capitales, es decir, por la capacidad de atracción de inversiones que tienen las economías más abiertas e integradas a la globalización, porque los grandes países inversionistas, se fijan más en las economías abiertas (liberales), antes que en las cerradas (proteccionistas). Y además, porque aquellas que son más liberales, tienen un menor riesgo país (con menor tasa de interés), que es un indicador real que mide justamente el riesgo de invertir o no en una cierta economía.

¡Muy de acuerdo!, primero el consumidor nacional debe tratar de preferir los bienes y servicios que se le ofrecen localmente. Están bien campañas como: “Primero lo nuestro”; pero, siempre y cuando esos productos sean de calidad, porque de lo contrario por más marketing y promoción que se realice, los consumidores seguirán prefiriendo productos extranjeros. Especialmente ahora que debido al incremento en el gasto público, se ha elevado la demanda nacional, sin la contrapartida en la oferta agregada, lo que ha hecho que se dispare el consumo de artículos importados, dada la poca elasticidad de la oferta interna.

En este libro, ¿Se pudo haber investigado a más países que aplican el Liberalismo social y son exitosos? ¡Así es!, la lista es demasiado larga; pero, en homenaje al tiempo (y para no cansar a los lectores), se ha decidido realizar una investigación contrastando 4 países socialistas e intervencionistas: URSS, Polonia , Cuba y Venezuela vs. 4 países que son liberales socialmente responsables: Chile, Brasil, Hong Kong y Suecia, para que observemos y comparemos sus resultados prácticos.

¿Se puede aprender algo de la historia? El master en periodismo y escritor cubano (radicado en Miami), Carlos Alberto Montaner, señala que se podría, “si las clases dirigentes fueran un poco más sensatas, pero la experiencia indica que en América Latina prevalece una absoluta incapacidad para imitar los buenos ejemplos. Es un misterio casi asombroso, que quienes dicen estar consagrados a lograr el desarrollo de nuestros pueblos, en lugar de copiar los casos exitosos de las últimas décadas, prefieran recurrir a los que han fracasado. Ante nuestros ojos, tras la Segunda Guerra mundial, vimos cómo Ludwig Erhard rescataba a Alemania de su mayor desastre y en apenas quince años colocaba el país a la cabeza de Europa. El porqué los revolucionarios latinoamericanos se empeñan en reproducir los errores de Perón y no los aciertos de Erhard es un fenómeno que no se puede estudiar en el ámbito de la ciencia política sino dentro del psicoanálisis. ¿Por qué los políticos latinoamericanos de este loco mundo nuestro no se asoman a Singapur e indagan cómo ese pequeño enclave saltó del tercer mundo al primero en apenas veinte años sin romperse la crisma en la pirueta?”

Rosemary Thorp, historiadora económica de la Universidad de Oxford (Gran Bretaña), ha medido el PIB per cápita de América Latina a lo largo del siglo XX y el peso global de nuestros países en el comercio internacional. “En 1900 teníamos el 14% del PIB per cápita de Estados Unidos y realizábamos el 7% de las transacciones internacionales. Cien años más tarde y tras cuarenta "revoluciones profundas" nuestra renta per cápita es el 13% del que exhiben los gringos, mientras nuestra participación en el comercio internacional se ha reducido al 3%.”

Complementando lo dicho anteriormente por Montaner y Thorp, el periodista y escritor argentino (también radicado en Miami), Andrés Oppenheimer, señala en su best seller: “Cuentos Chinos”, “mientras China, las naciones asiáticas y los países de Europa del Este, están mirando hacia el futuro, América Latina insiste en mirar hacia la vieja izquierda comunista abandonada por China inclusive”, y sus gobernantes populistas, no hacen más que contarnos “cuentos chinos”, culpando al liberalismo y a los Estados Unidos de nuestros males e infortunios. Oppenheimer señala entre otras cosas, que “lo que vemos hoy en día, es que realmente toda esta discusión que escuchamos en nuestros países, sobre derecha o izquierda, es una discusión del Siglo XIX, porque en las naciones que avanzan y que están haciendo disminuir la pobreza, vemos gobiernos de todos los colores políticos: desde la China Comunista hasta la Irlanda Capitalista, pasando por Chile o España, gobernadas por partidos socialistas, y todos ellos están teniendo éxito. Mientras tanto, la discusión que lamentablemente escuchamos todavía en muchos de nuestros países latinoamericanos, ha sido superada hace veinte o treinta años.

Lo que sucede es que las disputas sobre derecha e izquierda, en realidad, pasan hoy por otros parámetros, que no tienen nada que ver con el crecimiento y el desarrollo. Pueden pasar por el tema del aborto, el de las libertades individuales, de la ecología, pero no pasan en absoluto por la inversión, la productividad, la competitividad.”

Oppenheimer, divide a los países en dos bandos: 1) los que atraen capitales y 2) los que espantan capitales; lo que hace que los unos estén ubicados en el Liberalismo social y los otros, penosamente insistiendo, en el socialismo comunitario de planificación central, o en el capitalismo proteccionista.

Porque hay qué decirlo claramente, aquellas naciones que reniegan de la libertad económica y del capital privado, son mal vistas en el concierto internacional de países. ¿Por qué? ¡Bueno!, simplemente porque así es la realidad pragmática, nos guste o no (lo que pasó en el Perú el 6 de junio del 2010, cuando tras la elección de Ollanta Humala como Presidente, se cerró la bolsa de valores de Lima, por el pánico de los inversionistas, dada la cercanía de Humala con Chávez, por ejemplo). De allí que Chile, es el país en América Latina, más liberal, más solidario, más abierto al mundo, más honesto y el que menores índices de pobreza muestra, según los diferentes organismos internacionales encargados de medir dichos indicadores socioeconómicos. ¡Pensar que hace más de 30 años, los propios chilenos habrían dicho que eso es imposible! ¿Cómo lo consiguieron? ¡Simple! Aplicaron Liberalismo Social, es decir, el mercado en los temas económicos y el Estado en los aspectos sociales. El resto fue sólo cuestión de tiempo. Hoy por hoy, Chile es, la economía más próspera de América Latina y la más solidaria también, porque es la que mejor ubicada está tanto en el índice de libertad económica, como en el de desarrollo humano, sin que haya tenido que irse a los extremos socialistas de tinte marxista, propuestos un día, seguramente con la mejor de las intenciones teóricas (e incluso espirituales), por Salvador Allende.

Oppenheimer también señala: “Lo cierto es que hay un enorme contraste entre el discurso político de los comunistas chinos y el de sus primos lejanos, más retrógrados, en el escenario político latinoamericano. Mientras los primeros se desvelan por captar inversiones, una buena parte de los políticos, académicos, y empresarios proteccionistas latinoamericanos se regodea en ahuyentarlas. En China, me encontré con un pragmatismo a ultranza y una determinación de captar inversiones a largo plazo. Mientras algunos políticos latinoamericanos recorrían el mundo denunciando el “capitalismo salvaje” y el “imperialismo norteamericano”; recibiendo ovaciones en los Congresos latinoamericanos, los chinos les estaban dando la bienvenida a los inversionistas norteamericanos, ofreciendo todo tipo de facilidades económicas y promesas de seguridad jurídica, aumentando el empleo y creciendo sostenidamente a tasas de casi el 10% anual. Los jerarcas chinos mantienen un discurso político marxista-leninista para justificar su dictadura de partido único, pero en la práctica están llevando a cabo la mayor revolución capitalista de la historia universal”.

Las ideologías ven el mundo como algo estático. En tanto que el pragmatismo, reconoce las dinámicas de los nuevos tiempos. Si algo objetivamente ha fracasado, el pragmático, lo descarta. Cualquier ideología (de izquierda o derecha) se ve a sí misma como la depositaria de las ideas que pueden resolver cualquier problema de la sociedad, ya sea presente o futuro. Esto convierte a la ideología en un dogmatismo, pues se cierra a las ideas de los demás, como posible fuente de soluciones a los problemas que se plantean diariamente, siendo ella la explicación total y última. En casos extremos, una ideología puede llevar a negar la posibilidad de disentir, dando por verdad irrefutable sus postulados. Considerando a la ideología como verdad irrefutable, se abre el camino al totalitarismo, bien sea de tipo político o religioso. Cualquiera que disienta (los disidentes cubanos, por ejemplo) pasa a ser un problema para la sociedad, o el grupo, pues va contra la verdad dogmática que proclama la ideología.

En contraposición a la ideología socialista, nacionalista y estatizante, el pragmatismo del liberalismo económico combinado con la necesaria solidaridad social es dinámico, porque se adapta a las nuevas realidades y no duda en tomar los aspectos positivos de una determinada escuela económica para afrontar el desarrollo de los pueblos. Definido el pragmatismo por el Diccionario de la Lengua Española (2005 Espasa Calpe), como “la actitud y el pensamiento que valora sobre todo la utilidad práctica y el valor de las cosas”, siendo además un “movimiento filosófico norteamericano de carácter empirista que considera los efectos prácticos de una teoría, como el único criterio válido para juzgar su verdad”.

Así, un ejemplo de pragmatismo lo encontramos en los socialistas de Chile, Brasil, Uruguay, Rusia, Alemania Oriental, Polonia, China, etc., quienes dándose cuenta que las tesis igualitarias y equitativas del marxismo suenan bastante bien en la teoría e incluso en los ámbitos sociales y políticos (¿Quién puede dudar de sus buenas intenciones?), las abandonaron dada su nula efectividad práctica, decidiendo más bien que deben ser, solidarios en lo social y liberales en lo económico, es decir, conservan la ideología política del socialismo que busca la solidaridad y el bien común; pero ésta, de modo alguno, se encuentra divorciada de la libertad económica y de los instrumentos de oferta y demanda presentes en todos los mercados. Ellos creen, como es lógico, que primero hay que crecer para después repartir y no primero repartir lo poco que se tiene; por ello es que a este tipo de escuela o de modelo, se lo ha denominado en el presente libro como: LIBERALISMO SOCIAL, que es el auténtico nombre, con el que debería ser conocido el sistema liberal-solidario, inventado por Adam Smith hace más de 200 años. Y no como de individualismo-liberal. Incorrecta forma, denominada por algunos académicos e intelectuales, que jamás han leído a Smith (o si lo han hecho, al parecer, no lo han entendido).

En esta investigación simplemente se lo pretende rescatar y proponer para el Ecuador y para América Latina, con las debidas y correspondientes adaptaciones a la realidad contemporánea y al país específico. A más de que existió un economista llamado Ludwig Erhard en la Alemania Occidental (inmediatamente posterior a Hitler y al nazismo), que los sacó de la postración económica y consiguió el denominado “milagro alemán”, a través del modelo denominado por él como: “Economía Social de Mercado (ESM)”, cuyo inventor es: Adam Smith.

¡De modo alguno entonces! este LIBERALISMO SOCIAL (LS), es una nueva doctrina inventada a título personal por el autor de este libro; de lo que se trata más bien, es de recoger los postulados liberales y solidarios del brillante filósofo y economista escocés del siglo XVIII, Adam Smith, quien con sus dos obras: “teoría de los sentimientos morales” y “La riqueza de las naciones”, elevó la economía política al carácter de ciencia social. Resultando penoso el que se haya malinterpretado su doctrina y se diga sin ningún tipo de argumento, que Adam Smith era un cruel e inhumano personaje; cuando esto no es así, como será demostrado más adelante, al describir profundamente su teoría socioeconómica; porque Smith era un hombre brillante, justo, éticamente bien formado y bastante solidario.

¡Creía en el Liberalismo social!, es decir, en uno de tipo humanista, ético-moral, respetando la propiedad privada, la libertad, la justicia social, la vida y el derecho de las demás personas. Además, esos mismos políticos, académicos y profesionales que critican y despotrican en contra del liberalismo (por ser según ellos, de “derecha”), deberían saber y entender que la doctrina fundada por Smith, fue seguida por Eloy Alfaro en el Ecuador, (¿o acaso Eloy Alfaro, no era liberal?). Alfaro, dio mucho impulso a las exportaciones cacaoteras, construyó el ferrocarril para unir la sierra con la costa y separó los vínculos entre la Iglesia y el Estado, que eran comunes en la etapa anterior a su gobierno liberal, esto es, durante el régimen de Gabriel García Moreno.

A propósito de pragmatismo, miremos el ejemplo de Uruguay, país que junto con Chile y Brasil, son considerados por Eduardo Lavagna -ex ministro de Economía de Argentina-, como los tres países sudamericanos que tienen políticas económicas de largo plazo, en donde no importa si ganan la izquierda o la derecha, pues allí siempre se aplican idénticas medidas de crecimiento y desarrollo, sustentadas en la libertad económica y en la solidaridad social como piedras angulares que sostienen el modelo.

Resulta entonces sorprendente (y agradable), leer las declaraciones de José Mujica, un ex marxista y guerrillero tupamaro (antiguo seguidor del che Guevara), diciendo lo que debe ser una herejía para la extrema izquierda continental, porque al más puro estilo de Adam Smith ha declarado que: “La riqueza no se genera por decisiones legislativas; es hija de la inversión y el trabajo”; y además, que manejará la macroeconomía con extrema precaución y prudencia. Un hombre extremadamente pragmático sin lugar a dudas, que ojalá sirva de ejemplo para otros gobernantes de izquierda en el continente, que piensan que únicamente hay que ser solidarios y para nada liberales.

Luego de haber asimilado bien esta frase, dicha no por un derechista, sino por un representante de la izquierda moderna continental, que además señaló sentirse más cercano a los “socialismos” de Lula en Brasil o de Bachelet en Chile. Resulta penoso escuchar todavía a Hugo Chávez afirmar erróneamente, que Simón Bolívar fue el primer socialista ilustre en el continente.

Conviene aclarar entonces, que Bolívar no era comunista, ni socialista siquiera, porque en el tiempo del “Libertador”, todavía no existía esa corriente doctrinaria (además Bolívar era partidario de la unión, de la fraternidad y no de la separación o la lucha de clases, como lo propone el marxismo). En aquella época (inicios del siglo XIX), habían tres escuelas de economía política: la fisiocrática fundada por Quesnay, la mercantilista en la que habían muchos pensadores, entre ellos William Petty, Alexander Hamilton, en fin; y, la liberal implantada por Adam Smith. De allí que Bolívar, era liberal, justo y humanista, preocupado por el bien común, por la igualdad y sobre todo por la libertad. Los conocedores de historia, cuentan que Bolívar, se deleitaba con la lectura de los clásicos de la economía, en especial con el libro insignia de aquella época, el de Adam Smith, titulado: “La riqueza de las naciones” (1776).

Con una demostración tan sencilla, basada en fechas, se desmonta el mito acerca de la ideología marxista, que sesgada y obstinadamente pretenden atribuirle a Bolívar. ¡Veamos!, El Libertador nace en 1783 y muere en 1830. Marx nace en 1818 y muere en 1883. Su principal libro, “El Capital”, lo escribe en 1867, es decir, 37 años después de la muerte de Bolívar. Siendo probable entonces, que El Libertador, haya leído a Smith e imposible que haya leído a Marx; porque el libro de Adam Smith, “la riqueza de las naciones” se lo escribió en 1776, o sea, unos cuantos años antes, a la época en que Bolívar liberaría a los pueblos de América del oprobioso yugo español; colonización con la que Adam Smith nunca estuvo de acuerdo, porque él dijo claramente en esta obra, que la riqueza nacional (diferente de la individual) no consiste en la cantidad de oro y plata que un Estado posee (como sí lo creían los mercantilistas), sino que ésta más bien depende de la cantidad de bienes y servicios a disposición de la población; o sea, de la producción. Y que la riqueza es generada, por el trabajo humano, en concreto por la división y la especialización del mismo. Fuente de eficiencia y productividad.

Siendo la conjunción del trabajo físico llevado a cabo por los obreros, más los valores éticos y morales de los empresarios, complementado con buenas instituciones, lo que permite el desarrollo. Smith, jamás defendió ni la explotación capitalista, ni la ambición desmedida de ciertos empresarios monopólicos (aliados con el Estado en contra del consumidor); pues fue un crítico bastante duro del mercantilismo colonialista: británico, portugués y español en nuestra América.

Habrá que recordarles a los que ignoran o ya se han olvidado de la historia económica, que este genial escocés de nombre Adam Smith, catedrático de la Universidad de Glasgow y paradójicamente funcionario público de Aduanas, escribió antes que “La riqueza de las naciones”, el libro: “Teoría de los sentimientos morales” (1759), en el que aboga por un mundo más justo y humano, basado en principios y valores morales. Siendo Smith entonces, el fundador del modelo que en el presente libro se lo ha denominado: “Liberalismo social (LS)”. Sistema que Erhard en Alemania, lo bautizó como: “Economía Social de Mercado (ESM)”.

Volviendo a la ideología del Libertador, cabe señalar que Marx, trató despectivamente a Simón Bolívar. Marx lo criticaba abiertamente. Lo juzgaba por su origen de clase, por su condición de aristócrata, más que criollo, codicioso de fama y poder. Un “pequeño burgués” disoluto y procaz que “tras dejar en funciones al congreso granadino y al general Santander como comandante en jefe… marchó hacia Pamplona, donde pasó más de dos meses en festejos y saraos (...), con un tesoro de unos 2 millones de dólares, obtenidos de los habitantes de Nueva Granada mediante contribuciones forzosas, y disponiendo de una fuerza de aproximadamente 9 mil hombres, un tercio de los cuales eran ingleses, irlandeses, hannoverianos y otros extranjeros bien disciplinados”, escribió Marx.

Para Marx, Bolívar no era más que un dictadorzuelo oportunista y demagogo. Marx escribe, que las campañas castrenses emprendidas por Bolívar durante la Guerra de la Independencia no fueron nada más que un alarde de mediocridad estratégica financiada por capitalistas ingleses y por la propia corona británica en pos de dominar el vasto mercado americano que se dislocaba del decadente dominio español.

Como vemos, ni Bolívar era marxista y Marx de modo alguno, era bolivariano. Bolívar decía: 1) “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano, el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerlo y él se acostumbra a mandarlo, donde se origina la usurpación y la tiranía”. 2) “Yo soy siempre fiel al sistema liberal y justo que proclamó mi patria”. (www.sabidurias.com).

Después de haber aclarado cuál era el pensamiento del Libertador; veamos ahora ¿Qué es el estatismo?, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “el estatismo es la tendencia que exalta el poder y la preeminencia del Estado sobre los demás órdenes y entidades”. El estatismo de Cuba y Venezuela, ya raya en socialismo como fase previa al comunismo (por el control de precios, salarios, tipos de cambio, falta de libertad política y económica, expropiaciones, declaraciones de sus gobernantes, menú racionado, censura a los medios de comunicación, en fin), que sin embargo parece querer ser replanteado, al menos en Cuba, ya que el propio Fidel Castro ha reconocido que el modelo socialista cubano no funciona ni para ellos (8 de septiembre del 2010). El socialismo de Bolivia, es por lo pronto una interrogante, no obstante, las feroces declaraciones de Evo Morales, en contra del capitalismo “imperialista” y la depredación de la naturaleza, por eso dijo ante los medios de comunicación, que la humanidad se enfrenta al dilema: “naturaleza vs. Capitalismo salvaje”.

En el Ecuador de la “revolución ciudadana”, más que socialismo lo que se observa es un sistema económico keynesiano en lo fiscal y mercantilista o proteccionista en lo comercial; tipo escuela cepalina o teoría de la dependencia de los años 60 y 70 en América Latina; con medidas proteccionistas destinadas a favorecer el desarrollo autónomo y soberano, así como la industrialización masiva, que todos esperamos que se lo realice con criterio económico y sentido común; ya que por ejemplo, no es correcto tampoco, que sigamos exportando cacao e importando chocolates, o exportando petróleo crudo e importando derivados de petróleo, es decir, debería ser una industrialización basada en nuestras ventajas comparativas en la agricultura, fomentando la agroindustria; en lugar de pretender producir televisores, electrodomésticos, automóviles, en fin; o fundamentada en la minería, en el turismo y en la energía. En otras palabras, deberíamos primero comenzar por aprovechar más nuestras potencialidades como nación, que en agroindustria, minería, turismo y energía, si las tenemos; antes que ir a una industrialización forzada y para nada espontánea.

Habrá que considerar además, que no sólo los países industrializados se han desarrollado. Chile, por ejemplo, es un país exportador de materias primas, pero también de vinos e incluso de ciertos bienes industriales, y se lo considera un modelo progresista en la región, sin que necesariamente haya basado su desarrollo económico y humano en la fabricación de bienes intensivos en capital y tecnología, porque como ya lo dijeron los liberales clásicos (con David Ricardo a la cabeza), se debe favorecer la producción y exportación de bienes, en los que una nación determinada tenga una ventaja comparativa, e importar y consumir aquellos en los que haya una desventaja comparativa, con la finalidad de que ganen tanto los productores, como los consumidores. Si un determinado bien, es más costoso fabricarlo internamente que comprarlo en el exterior, sería preferible importarlo, porque no debemos olvidarnos de los costos de oportunidad implícitos en la producción de los bienes, es decir, por dedicarnos a una industrialización agresiva y forzosa; a lo mejor descuidamos otros sectores en los que somos, o podemos ser, más productivos y competitivos.

A propósito del Ecuador, su Presidente, Rafael Correa, tiene un pensamiento ideológico que se lo puede apreciar en la siguiente nota tomada de www.ecuadorenvivo.com, donde este medio se hace eco de una entrevista realizada por una periodista española para Diario El Mundo, de fecha 21 de mayo 2010, que dice:

Rafael Correa.- “ (…) Lo que pasa es que, no había participado antes en política nacional, pero sí en política universitaria; no vengo de una izquierda marxista, yo vengo de una izquierda cristiana; y con esas fuentes de la doctrina social de la iglesia y la teología de la liberación, entonces para algunos que se creen los profetas de la izquierda, probablemente eso no es ser de izquierda, no es ser revolucionario; pero, qué le voy hacer, me tiene sin el menor cuidado lo que piensen. (...) Yo siempre me he considerado un tipo de izquierda.

Periodista.- ¿Puede decirme una cosa, una idea política que lo asimila con Chávez y otra que les divide a los dos?
RC.- Lo Bolivariano, compartir esta visión del Socialismo del siglo 21, que nos divida hay muchísimas cosas, cada país es una realidad diferente, y tenemos que dar respuestas diferentes.

P.- ¿Me podría decir una medida por ejemplo que haya tomado Chávez y que no comparte?
RC.- Chávez muchas veces piensa que la solución está en los sistemas, tiene mucha fe en eso, o sea que el capitalismo es el causante de todos los males y el socialismo va a resolver todos los males; yo creo que los sistemas son importantes, las ideologías son importantes; pero si no cambiamos al ser humano, cambiaremos muy poco las cosas”.

Una vez que hemos leído que el Econ. Rafael Correa, afirma no ser un socialista marxista, sino más bien un socialista humanista (social demócrata); se le debe recomendar entonces, de la manera más constructiva, objetiva y propositiva: que mire al exterior, al mundo desarrollado, a países como: Chile, Hong Kong, Brasil y Suecia, por ejemplo; dejando de criticar ideológicamente a modelos que sí funcionan, con los debidos controles; que deje de criticar al liberalismo utilizado antaño por su ícono inspirador: Eloy Alfaro.

Por tanto, la Economía, debe en primer lugar, ser económica y luego social, es decir, basarse en los instrumentos de mercado (oferta, demanda, sistema de precios); pero debe también estar matizada con un rostro social que beneficie a los pobres y excluidos del sistema, redistribuyendo en forma más justa o más equitativa la riqueza; y obviamente, la institución encargada de hacerlo, es el Estado. Pero no uno absorbente y entrometido en la vida económica, sino más bien una entidad que se comporte como regulador, como facilitador de las transacciones entre los agentes y los sectores económicos . En palabras sencillas, en un Estado que se comporte como “árbitro” para que se cumplan las leyes y los principios básicos de la sociedad, para que se respeten los contratos, para que se imponga un Estado de derecho, para que se garantice la propiedad privada, para que se genere riqueza y se la redistribuya adecuadamente hacia todos los sectores de la sociedad.

En palabras simples, el mercado en el aspecto económico y el Estado en el tema social, constituyen las claves del desarrollo socioeconómico de las naciones. Por tanto, estas dos instituciones, deben complementarse y no competir innecesariamente.

Alguien podrá decir, que más importante es el ámbito social. A esa persona cabría preguntarle: ¿Puede una persona o Estado ser generoso sin recursos económicos? ¡Obviamente que no!, porque como lo decía Margaret Thatcher: “El buen samaritano, sin dinero, se habría quedado sólo en buenas intenciones”.

El error está en pretender que el sistema sea netamente solidario, porque sin crecimiento económico, basado en inversión privada (no sólo en más Estado), no es posible redistribuir ni el ingreso ni la riqueza y en ese momento se produce el colapso, por la falta de libertad e incentivos, como pasó en todos los sistemas socialistas alrededor del mundo entero, dado que el sector público necesita precisamente recursos tributarios de los particulares, sin que eso signifique asfixiarlos o ahogarlos, como lo hizo el ambicioso granjero que mató a la gallina de los huevos de oro, quedándose sin gallina y sin huevos. Lo mismo pasa en aquellas naciones fiscalistas, que por gravar con impuestos confiscatorios, se quedan sin empresarios y sin tributos.

Adam Smith, considerado el padre de la Economía política, tiene una frase que lo retrata como un hombre sensible y preocupado por la suerte del ser humano, por su destino, pues dijo: “Ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz, si la mayor parte de sus miembros es pobre y desdichada”. (Adam Smith. Libro I. “La Riqueza de las Naciones”). Queriendo manifestar entonces, que ningún país desarrollado se construye sobre la miseria de los pueblos. ¿De qué sirve tener un país rico, si existen enormes desigualdades? ¿Acaso no aumentará la inseguridad? ¡Por supuesto que sí!, son esas enormes desigualdades las que provocan e instigan a la delincuencia, por ello, el objetivo de todo Gobierno, debe ser tener un país más rico o un pueblo menos pobre.

Por la investigación realizada y por el ejemplo de los países que están progresando y derrotando a la pobreza, se considera en el presente libro, que las buenas políticas socioeconómicas basadas en la libertad económica y en la solidaridad social, son el primer requisito para que un país consiga su “Visa al desarrollo”. Por ello, en las páginas que siguen, el lector encontrará análisis y comentarios basados, más que en la opinión del autor, en la ciencia económica y en entrevistas con personajes destacados del ámbito académico y diplomático. El libro está matizado además con fotografías (unas son propias y otras obtenidas del internet, con la debida fuente de información). La obra está escrita en función a hechos objetivos y se inscribe en dos ámbitos: la Economía y el Desarrollo. ¡BIENVENIDOS!